Capítulo 3

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Jimin quería despertar ¡ya!, esto parecía una pesadilla, por más que pellizcara su brazo, no podía aceptar su realidad, siempre se portó bien, ayudaba a su madre a cocinar, jugaba con sus hermanos menores, incluso era voluntario en una organización privada sin fines de lucro de la familia Kim, para encontrar niños perdidos, secuestrados o en situación de riesgo, irónicamente era uno más de esos niños.

Admiraba a los señores Kim, ayudaron a Muchas familias a encontrar a sus hijos, pero ellos nunca encontraron al suyo.

Aquel pelinegro con una sonrisa de conejito, que en su cumpleaños por inquieto había caído encima del pastel de cumpleaños del pequeño Jimin.

El cumpleaños más memorable de su vida.

Quería llorar y reír, llorar porque no había otro pastel, ni soplara sus 5 velitas y reír por ver a Kookie embarrado en pastel y lo peor de todo fue que lo había abrazado y lo había llenado de pastel a el también mientras le pedía perdón.

De algún modo perdonó el desastre que Kookie había provocado, mediante una promesa, que nunca podría cumplir, pues ahora que lo recordaba la situación fue divertida, aunque esa fue la última vez que vio a Kookie.

Lloro mucho, cuando se enteró que había sido secuestrado y que no volvería a jugar con él.

Lo extrañaba y a pesar del paso de los años ese cariño especial que sólo sentía con él, no desapareció.

A veces soñaba con él, cuando aún eran pequeños, repitiendo esa promesa una y otra vez. Solo quería volver a verlo. Pero sabía que era imposible.

Habían pasado ya varios días desde su secuestro y de alguna manera se sentía seguro, pero no confiado, solo estaba encerrado, nadie lo había tocado y el chico pelinegro cuidaba de él, alimentando lo y dejando que se asee aunque no hablaba mucho, era incómodo pero no quería estar sucio todo el día, corría un poco la cortina para tener privacidad. Cuando terminaba, el pelinegro se iba encerrando lo de nuevo.
Ya se había acostumbrado a su actitud bipolar.

Lo que si le daba miedo era cuando aquel señor que lo había encerrado allí, venía a patear y gritar en la puerta, maldiciendo.

Se hacía bolita en un rincón tapando sus oídos Hasta que el escándalo terminará, rogaba para que no entrará, le tenía terror, había veces que lo escuchaba a otro más con él, pero no era el azabache a pesar de que casi no hablaba salvo solo para preguntar si ¿Estaba bien o si necesitaba algo?, y cómo estarlo si estaba cautivo, podía recordar su voz aterciopelada y su mirada oscura pero con cierta calidez cada vez que lo miraba, a veces lo ponía muy nervioso y se sonrojaba cuando le decía que era muy bonito, pero de algún modo parecía siempre enfadado.

Sabía que no debía confiarse él podría ser cómplice,  no sabía cuando podría ser liberado, sabía que querían usarlo para que su padre pagara un rescate o algo así.

Su familia y los Kim estarán buscándolo, y su mejor amigo Taehyung también, tenían que encontrarlo, en ellos ponía toda su esperanza.

Se maldecía a sí mismo por ingenuo, niño tonto, cuantas veces asistiendo a charlas sobre no hablar con desconocidos, ni hacerle favores a extraños, pero no pudo evitarlo, tenía un  don para atraer a gatos, era el encantador de gatos, y cuando aquel salto hacia él, del furgón con calcomanías de gatos, pensó en que era un veterinario ambulante.

No debió haber cargado a ese gato, no debió acercarse sin precaución a la furgoneta, simplemente fue tomado por sorpresa de repente estaba dentro del vehículo, inmovilizado y lleno de pánico, todo sucedió tan rápido, que sus clases de defensa personal fueron inútiles, eran más fuertes que él, había estado distraído y desprevenido.

Se preguntó si volvería a ver  a sus padres.

Si le sucedería lo que a Kookie que nunca lo volvieron a ver o como Yoongi, el niño que encontraron enterrado en el bosque. Pudieron recuperar su cuerpo aunque sus padres estaban devastados por el trágico final de su único hijo.

Jimin se sentía impotente, enfadado y frustrado.

Algo agradecido porque solo estaba encerrado, no lo habían violado, no lo habían manoseado.
Esperaba que las palabras de ese señor no fueran ciertas.

Habían mencionado que contactaran a su padre Park Chanyeol, después de un tiempo pero que lo prostituiran y cada que pensaba en ello sentía miedo y desesperación.

Tal Vez todo esto iba según el plan , solo lo alimentaban para que se viera sano y así venderlo.

Dios, su pequeña cabecita de ricitos de oro estaba mal interpretando las Buenas intenciones de Jungkook.

No volvería a comer más,  decidió.

Así se vería delgado y nadie lo querrá tocar, prefería morir de hambre.

Cuando Estuve En Tú LugarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora