Capítulo 22

2.4K 388 86
                                    

Sus sentimientos habían nublado su instinto, el permitirse sentir, lo volvió ciego, su mente gobierna en el, y su corazón sólo se encargaba de lo básico, si tan solo.....Ya no importaba, después de recorrer cada basurero, su rabia pudrió sus sentimientos convirtiéndolo en irritabilidad y cólera estaba enfocado, ahora que lo tenía enfrente, su mirada estaba fija sin parpadear, podía escuchar los latidos del corazón de Chang tan rápidos y frenéticos llenos de miedo.

¿Como lo había encontrado? fácil, estaba en el lugar donde las almas de varios niños reposaban en cánticos de dolor y sufrimiento. Sus huesos estaban bajo tierra pero podía sentir la presencia de todos esos niños, observando, a la espera de ser liberados.

Inhalo y exhalo cerrando sus ojos, saboreando esa sensación de poder, satisfacción de tener acorralado a su presa, verlo sin salida, temblando tratando de rezar por una alma podrida, suplicar, pedir perdón, como si esas palabras pudieran conmover un corazón en llamas, todo podía quemarse, incluso la conciencia y la razón, tocar la fibra sensible del demonio, que ingenuo.

Se pregunto ¿Cómo hubiera sido su vida, si no hubieran secuestrado?  ¿o si lo hubieran encontrado a tiempo?.
Seguramente hubiera crecido junto a Jimin, todo hubiera sido diferente para los dos, sin embargo su vida, la de ambos apestaba a la podrida realidad.

Todo ese odio acumulado salió a flote, escupió en su ensangrentado rostro, recalcando que Chang era basura, la peor mierda, escoria que no merecía misericordia, que merecía gritar y llorar. Eso solo aumentaría la euforia colérica de Jungkook.

Al igual que Jungkook cuando era niño, nadie lo escucharía, nadie vendría a ayudarlo, estaba solo, y los gritos era perfectamente cubiertos por los truenos de la noche que anunciaban tormenta.

Las palabras sobraban, e allí en un rincón de la cabaña, arrimado a la pared de madera, mirándolo fijamente, la imagen de su descarga de dolor y rabia, pero no era suficiente, verlo sangrar golpeado con sus puños, habían peleado como dos animales,  pero Chang nunca tuvo oportunidad apenas y  le había roto el labio a Jungkook solo eso, mientras que él, tenía sus brazos dislocados, la nariz rota, dientes flojos, y dientes en el piso, tenía una rodilla fracturada en dos partes, Jungkook estaba degustando, disfrutando de la agonía del otro, la tortura había acabado, los dedos de Chang ya no sangraban estaban amputados, un soplete había cauterizado la herida, ¿De donde lo había sacado?,  no tenía idea, solo lo encontró y lo había utilizado, era sádico, macabro, mirada siniestra y una media sonrisa igual de malvada, que producía escalofríos, todo aquello había sido necesario, había desatado las ataduras, luego de la tortura, Chang respiraba aún,  con dificultad, sus manos estaban clavadas al piso de madera, por más de ocho clavos, alfileres estaban incrustados en su ingle, moverse era una tortura.

Por cada vez que lo tocó,  hasta dejar marcas.

Por haberlo alejado de su familia.

Por haberlo convertido en un monstruo sediento.

Por haber destruido, al único ser que amaría,  la única persona que le había importado lo suficiente, como para decir sin miedo que lo amaba, el único que estaba enamorado de él.

Chang podía ver su muerte venir,  lo peor de todo es que no se arrepentía de nada, había disfrutado lo que hizo, y lo volvería hacer, si tuviera la oportunidad.

Todo dolía,  hasta respirar, se lo merecía, pero estaba feliz de que Jungkook sea el dueño de su tortura, estaba enfermo lo sabía,  después de tanto tiempo se dio cuenta, el propósito de haberlo mantenido con vida, todo este tiempo solo era por una simple razón, Jungkook era su sucesor, había creado un monstruo y el aplaudía eso.

Había formado a alguien mil veces sin sentimientos,  y ahora que aquel rubio había muerto, porque el estaba firmemente convencido de ello.

Jungkook no tendría nada ni a nadie.

Como el lo había estado antes, cuando su propio padre  lo encerraba y lo violaba, estaba en un círculo vicioso de depredadores, la historia se había vuelto a repetir, una y otra vez, perdió a la persona que amo, y se enfermo de dolor, y su única manera de llenar ese vacío,  era de saciarse de la inocencia de otros.

Jungkook haría lo mismo, era perfecto para ello, estaba orgulloso de su creación, era sádico,  sólido,  sofisticado, su maniobrar en la tortura era perfecta, era el perfecto asesino.

Su boca sangraba, su nariz sangraba, su cuerpo dolía como el infierno, incluso le costaba hablar, un ojo estaba inflamado, y solo podía ver un poco del pelinegro que estaba sentado, mirándolo fijamente.

- ¡Hey! - dijo tratando de llamar su atención, Jungkook se había acercado y lo miraba con desprecio - se que serás el mejor.

- No soy como tú, ¡NUNCA SERÉ COMO TÚ, HIJO DE PUTA! - escupió en su cara.

Chang carcajeo, con muecas de dolor.

- Eres un monstruo, ese niño rubio debe de estar muerto y tú  estarás sólo,  serás como yo, es parte del proceso - Jungkook cerró sus ojos, y tapó sus oídos temblando,  NO, no Jimin nunca lo dejaría sólo,  el no puede morir, pensó

- ¡¡¡CÁLLATE!!! ¿Jimin no está muerto? - se preguntó el mismo.

- Ingenuo, nadie sobrevive a lo que le hicimos, a estas horas debe de estar muerto, ¡Muerto!.

Esa provocación fue suficiente, tomó la navaja de Chang y corto profundo su garganta, lo vio retorcerse y asfixiarse con su propia sangre, hasta morir, se convulsionó,  la sangre y la orina,  tenían un olor fétido, sintió asco, pero nada era suficiente, sacó gasolina de la camioneta de Chang y regó toda la cabaña, encendió un cerillo y todo se levantó en llamas.

Descansa en el infierno, ¡hijo de puta!, pensó el pelinegro, con las manos en un puño.

Camino en la oscuridad, llorando todo se había acabado, y¿ Si Jimin murió? El no podría soportarlo, su pulso era débil, cuando lo llevo al hospital, lo más probable es que el estuviera muerto, el estaba solo, ¡maldita sea!, estaba solo, abandonado.

Iba en la orilla de la carretera, cabizbajo, un nudo doloroso lo asfixiaba, iba dejando un rastro de barro, la calzada estaba húmeda por una pequeña llovizna que apenas y lo había mojado.

Se detuvo...

No tenía a donde ir, ni por quien luchar, no tenía  a nadie, miró el cuchillo, que no había utilizado, si Jiminie no estaba vivo, el tampoco tenía que estarlo, apuñaló su estómago, cayó de rodillas en el pavimento, su camisa gris se llenó de sangre igual que sus manos, su propia sangre, el dolor calmaba su ansiedad, sólo pensaba en estar cerca de Jimin, cerrar los ojos y volverlos a abrir, mientras lo volvía a  tener a su lado, cortó sus muñecas, con manos temblorosas, se sintió débil y cayó al pavimento, la sangre fluyó de sí,  abandonando sus venas, cerró sus ojos, con una imperceptible sonrisa, esperando que su alma abandonará su cuerpo y encontrará el alma de Jimin, encontrará donde lo encontrará.

Y todo se volvió oscuro....

Cuando Estuve En Tú LugarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora