EPÍLOGO | Fase Dos

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7:00 pm ~ MAR 1/12/2037 ~ G.E.O. Nivel -10. Zona Restringida.

Marcus Collins caminaba hacia la salida de la oscura habitación de máxima seguridad. Se le notaba algo apurado, tenía asuntos muy importantes de los que debía encargarse cuanto antes. La Fase Dos ya estaba por iniciar, y él no podía tardar ni un segundo más. Finalmente, llegó a la gran puerta y entonces, comenzó a introducir las primeras cuatro contraseñas que formaban parte del gran sistema de seguridad de aquella zona: la primera contraseña eran simples dígitos numéricos, la segunda estaba formada por caracteres comunes del alfabeto, la tercera era una mezcla de caracteres especiales, la cuarta era un patrón, similar a los de los smartphones, pero bastante más complicado. Luego de introducir todas esas contraseñas, Marcus debía pasar por un escáner de retina, en el cual se comprobaba la identidad de la persona que intentaba atravesar aquella puerta. Por último, Collins tenía que poner su mano diestra en el segundo escáner, el cual leyó cada una de sus huellas dactilares. Incluso si le llegaban a cortar la mano completa, no podrían abrir la puerta, ya que el escáner era tan avanzado, que podría detectar la necrosis en el tejido.

Segundos después, luego de pasar por todo ese protocolo de seguridad, Marcus había salido de aquella habitación que escondía muchos secretos detrás de sus blanquecinas paredes, esa habitación de la cual prácticamente nadie conocía su contenido.

Esa habitación a la que nadie tiene acceso, a excepción de tres personas, incluyéndolo.

Collins caminaba lo más rápido que podía hacia el ascensor que lo llevaría al lugar al que debía ir. Cuando llegó al ascensor, presionó un botón que tenía el número «-3» grabado en él. El ascensor comenzó a ascender, pero se detuvo antes de llegar a su destino. Alguien entró en el ascensor antes de que las puertas se cerrasen nuevamente. Las puertas volvieron a cerrarse y el ascensor siguió su camino. El sujeto que entró, observó su reloj y luego comenzó a hablar.

—Estamos un minuto retrasados, eso sí que es algo bastante extraño... —dijo él— ¿No lo crees?

—Si los protocolos de seguridad no tardasen tanto, entonces podría llegar más temprano —respondió Collins.

—Bueno, qué más da. Ya casi llegamos —dijo.

El ascensor de detuvo y ambos salieron. Caminaron juntos hacia una habitación con puertas automáticas de cristal y todos comienzan a recibirlos con admiración y respeto.

—Señor Collins, joven Graham, estábamos esperando por ustedes para empezar. Ya está todo listo —dijo un sujeto con barba que llevaba puesta una bata blanca de laboratorio.

—Perfecto. Procedan entonces... —dijo Marcus.

En la habitación había unas especies de camillas metálicas que estaban dispuestas horizontalmente. Alrededor de las camillas había un montón de instrumentos puntiagudos y jeringas con líquidos extraños de distintos colores. De momento, sólo había dos camillas ocupadas, en ellas estaban los Gemelos White, quienes tenían las manos y las piernas atadas a la camilla.

Un sujeto con bata blanca se acercó a un panel de control que estaba cerca de las camillas, desde allí se controlaban todos los instrumentos metálicos y punzantes que rodeaban aquellas camillas que parecían instrumentos de tortura medievales. Unas jeringas con líquidos azules fueron acercándose paulatinamente hacia los brazos de los individuos que estaban en las camillas, hasta que eventualmente, las agujas comenzaron a atravesar la piel de cada uno de ellos.

El líquido azulado recorría sus torrentes sanguíneos, mientras ellos trataban de contener el dolor que les ocasionaba aquella sustancia. Entonces, una segunda jeringa se acercó a ellos, esta sería inyectada en el cuello y tenía un líquido similar.

El mismo procedimiento ocurrió, sólo que cuando la segunda sustancia comenzó a adentrarse en ellos, ambos comenzaron a gritar de dolor, no podían aguantar más. Los alaridos se escucharían en todo el edificio, de no ser por el avanzado sistema de aislamiento de sonido que poseía dicha habitación, lo que ocasionaba que afuera de esa habitación, no se escuchase ni el más mínimo indicio de ruido.

Una última jeringa fue inyectada, en toda la columna vertebral. Ésta contenía un líquido oscuro. Sus gritos se intensificaron a medida que el dolor hacía lo mismo, mientras el tercer líquido invadía el sistema circulatorio de los Gemelos White.

Luego, ambos recibieron una anestesia administrada por sus vías respiratorias, gracias a las mascarillas que ambos tenían puestas. Los Gemelos White quedaron inconscientes, pero sus constantes vitales estaban en perfecto estado, lo que sólo podía significar una cosa, y no se trataba de nada bueno.

—Pueden proceder con el resto de los sujetos... —dijo Collins.

—Entendido, señor.

—John, quedas a cargo... —Collins puso una mano sobre el hombro del joven Graham— Tengo una reunión que debo atender.

Marcus salió de la habitación en dirección hacia el Salón Negro. Una habitación que se encontraba dentro de la Zona Restringida.

Collins nuevamente tomó el ascensor, y llegó hacia último nivel. Nuevamente tuvo que activar todos los protocolos de seguridad, algo que ciertamente lo fastidiaba de vez en cuando.

Collins avanzó por los solitarios pasillos de la Zona Restringida, encontrándose con algunos soldados de camino. Luego de un par de minutos, finalmente se encontraba ante las puertas del Salón Negro.

La habitación hacía honor a su nombre, ya que la única fuente de luz, provenía de las puertas que ahora se encontraban abiertas.

Marcus dijo unas palabras en ruso, y se encendió una consola holográfica en medio de la habitación. Él avanzó hacia ella, y luego de presionar algunos botones, dos personas aparecieron en la habitación.

Un hombre rubio de estatura y contextura similar a la de Marcus fue el primero en llegar. Estaba vestido con un elegante traje de color azul rey, con algunos detalles en blanco que contrastaban perfectamente con el azul, al igual que su elegante calzado blanco, que hacía juego con la corbata del mismo color que adornaba su cuello. El hombre llevaba puestas sus gafas, dejando a la vista sus ojos que eran lo que más resaltaba en su pálido rostro, su ojo izquierdo era verde y el otro era de color azul, tenía heterocromía. En su mirada se podía denotar una expresión seria al ver a Marcus.

La segunda persona en llegar parecía muy calmada, era una mujer que debía medir un metro setenta y seis, siendo ocho centímetros más baja que el otro recién llegado. Su larga cabellera pelirroja le llegaba hasta la zona media de su espalda, su delicado y blanquecino cutis estaba ligeramente maquillado. Su ropa se amoldaba a su hermosa figura, llevaba un pantalón de cuero de color negro, que contrastaban con sus tacones de color borgoña con detalles plateados, al igual que su blusa de tipo cuello de tortuga, encima de la cual llevaba una chaqueta de color negra que quedaba perfecta con el resto de su vestimenta.

—Bueno, ya estamos todos aquí... —dijo ella como quien no quiere la cosa.

—Así es —dijo el otro sujeto.

—Antes de que me informen de como va todo... —Marcus hizo una pausa— Les tengo buenas noticias.

Ambos lo miraban expectantes.

—Todo salió a la perfección, la Fase Dos fue un éxito.

—Me alegra escuchar eso... —dijo el sujeto, sonriendo ligeramente.

—Entonces podemos proceder con... —la mujer comenzó a hablar, pero Marcus habló antes de que ella terminase.

—Sí, ya podemos iniciar con eso.

Tal como Collins lo había dicho, el inicio de la Fase Dos había sido un completo éxito. El Experimento 407b y su contraparte, el Experimento 407a no eran más que El Inicio de todo.

Experiment 407bDonde viven las historias. Descúbrelo ahora