Tae Min sonrió cuando vio a Min Ho caminar hacia la cocina para buscar un poco de hielo para colocarlo sobre el golpe, y si no estuviese interpretando el papel de niño bueno y arrepentido, habría estado sonriendo desde el momento en que Choi lo llevó a la oficina para tomar su auto, y luego fueron a su apartamento, porque no pensó que fuera a hacerlo.
Ese día no planeó encontrarse con Min Ho, sino que pensó en salir con Hyuk Jae como le había prometido que lo haría, ya que el chico no demoró en contactarlo, pero Choi había aparecido en la misma cafetería y él no dudó en buscar una forma de acercarse, y al parecer había funcionada bastante bien.
Hizo una mueca en el momento que Min Ho regresó con una bolsa llena de hielo y la colocó sobre su mejilla, eso había dolido mucho más de lo que pensó que lo haría, y no había mentido al decir que su madre estaría disgustada con que él llegara golpeado, ya que siempre decía que era una mala influencia para sus hermanos.
—Gracias —murmuró Tae Min.
El ceño de Min Ho se frunció, estaba molesto y ni siquiera él estaba seguro de la razón, había querido intervenir en el problema de Tae Min ya que lo conocía, pero no planeó llevarlo a su apartamento, quizás debió de haber entrado otra vez a la cafetería y pedir que le vendieran hielo, no lo sabía, también sonaba bien pedirle a Chae Young los acompañara, sin embargo, esas posibilidades ya no eran importantes si estaba ahí con el adolescente.
Desvió su mirada a la mesa de centro en su sala de estar para no ver como Tae Min se acomodaba en el sofá, haciendo algunos mohines mientras acomodaba la bolsa con hielo para que no se cayera, incluso lo escuchó suspirar, y al regresar su mirada a él, lo vio con sus ojos cerrados, el adolescente parecía relajado, y una de sus rodillas llamó su atención ya que estaba tocándose con la suya, recordándole que esa semana había estado en sus pensamientos.
—¿Qué le dirás a tu mamá? —inquirió Min Ho.
Tae Min abrió sus ojos y vio a Choi, hubiera preferido que le dejara pensar qué era lo mejor hacer en ese momento y no en su madre, después de todo, ya podía escucharla regañarlo por llegar siendo una mala influencia para sus hermanos, pero una oportunidad de estar tan cerca de Min Ho, sin que éste se colocara a la defensiva, no iba a pasar siempre.
—No lo sé —suspiró —igual va a enojarse con cualquier cosa que le diga.
—¿No crees que es mejor decirle la verdad? —Tae Min levantó sus cejas —que esa cita no salió bien y ese chico te golpeó por error.
Tae Min hizo una mueca, no le gustaba esa idea, pero tal vez era lo mejor, o no dar una explicación, quizás esa noche se saltaría la cena, y al siguiente día el desayuno, así no tendría que decirle lo que sucedió a su madre, eso parecía un buen plan a su parecer.
—Min Ho —tomó la bolsa de hielo para que no cayera y se incorporó en el sofá —usted no conoce a mi mamá.
—Na Ra me parece una persona lo suficiente inteligente para entender lo que pasó.
—Sí, pero ella parece sólo ver mis errores desde que le dije que era gay y no lo quiere aceptar.
Min Ho lo miró sin creer que Na Ra no viera bien que su hijo fuera gay, y Tae Min por segundos preció querer esconderse de él, como cuando era niño y parecía temerle, sin embargo, sus ojos verdes parecieron tomar un brillo travieso, y el chico bajó la bolsa de hielo hasta dejarla a un lado.
—Incluso me critica por mi manera de vestirme —bajó su mirada e hizo un mohín —creo que ella quiere a Min Ki y Jung Woo más porque el padre de ellos sí está a su lado.
No planeó decirle a Min Ho algo que realmente pensaba, pero ya había intentado seducirlo, incluso se mostró desnudo en su presencia y no funcionó, quizás podría llegar desde ese lado más sentimental, porque al parecer todas las personas que conocían a su mamá sabían que ella había sido madre soltera hasta que él tuvo siete años, luego se casó con Yun Ho y de ese matrimonio nacieron sus hermanos.
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Encanto letal
FanfictionTaemin sabía que con sólo mover sus pestañas, y dar una pequeña sonrisa que demostrara inocencia y cierta travesura en sus ojos, podría tener a cualquier hombre a sus pies, él había aprendido que podía sacar provecho a su belleza, y no quedarse en e...