6. La directa

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Bajé las escaleras colocándome el pelo y la camiseta que se me había subido con los rebotes que pegaba. Escuché voces desde la cocina y me giré, viendo a mi abuelo y a mi madre charlando tranquilamente.

—¿Que tal esta mama?— preguntó mi madre batiendo algo.

Moví mis pies hasta la cocina y me senté en el taburete.

—Bien, estará en casa. La llamaré para que sepa que estoy en vuestra casa— informó y mamá asintió .

—Si, está bien, llámala ahora si quieres— contestó ella.

El abuelo marcó un número y pegó el teléfono a su oído. Algo me hizo captar la atención, el timbre. Alguien estaba llamando. Miré a mi madre indecisa y ella me hizo una señal para que abriese, a lo que yo gruñí y fui a regañadientes. Abrí despacio y me quedé helada cuando vi el panorama que tenía delante de mis narices.

—¡Hola!— gritó la señora Natalia con sus dos hijos a su izquierda y su marido a la derecha.

—Am...— dije desconcertada posando mi mirada sobre Alejandro, él me miró fijamente desde arriba y yo volteé mi cabeza hacia la cocina, —¡Mamá, son los vecinos!— chille y ella enseguida vino corriendo.

—¡Natalia!— dijo mi madre con alegría y yo abrí los ojos.

¿Desde cuando se conocen?

—¡Monica! ¿Que tal? ¿Aún sigues queriendo que te enseñe a hacer cupcakes?— preguntó y mi madre abrió los ojos, emocionada como una niña pequeña.

—¡Claro que si! ¡Pasa!— abrí la boca mientras Alejandro me miraba divertido, con las manos en sus bolsillos apoyado en el marco de la puerta.

—¿Desde cuando os conocéis?— cuestioné desconcertada y mi madre se giró hacia mi.

—Desde hace semanas, cuando se presentaron. Les invité a entrar y tuvimos una charla demasiado divertida y larga— informó mi madre y yo asentí con lentitud. Aún no podía creérmelo.

—¡Traigo los moldes!— chilló Natalia con el mismo entusiasmo que mi madre y su marido sonrió mirándola.

—¡Genial! Vayamos a la cocina, echaré a mi padre para que no nos moleste. Se puede ir al sofá a ver la tele o si quieres le invitamos a que nos vea cocinar, tal vez quiera aprender— bromeó mi madre y carcajeo junto con ella.

Qué raro es esto.

—¡Te estoy escuchando!— gritó la voz aguda de mi abuelo desde las escaleras y todos rieron.

—Nos vamos a la cocina— anuncio mi madre y desaparecieron.

—Pasad, no os quedéis ahí— dije a él señor Navarro y a sus dos hijos.

Marcos entró y me sobó los hombros, —Siento que tengas que soportar esto, pero para eso estamos aquí— rió con fuerza y puse cara apenada.

—Ay por dios— negué.

El se dispuso ir al sofá y Fran hizo lo mismo después de abrazarme. Pero me olvide de algo. Estaba a solas con Alejandro.

Nerviosa, giré sobre mis talones y empecé a caminar hacia el salón, intentando huir de él. Pero también me olvide de algo, el no me dejaría escapar tan fácilmente, por eso, su mano envolvió mi brazo y tiró de mi.

Enseguida me puse nerviosa y él se acercó a mi, —Hola— susurró agarrándome de las caderas.

Me tensé instantáneamente y miré a mi alrededor, —Suéltame— dije y junté mis manos tan pequeñas con las suyas, tratando de separarlo de mi.

Recuérdame por siempre *EDITANDO*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora