5. El espejo

4.1K 177 17
                                    

Alejandro se separó bruscamente de mí y le vi perderse entre la multitud de gente que me rodeaba.

¿Se ha ido?

Claro que se ha ido.

Suspiré recobrando el sentido y respirando con dificultad haciendo soniditos. La gente se acercó a mi y me ayudó a levantarme ya que mis piernas estaban debilitadas y aun seguía en shock.

Oí una ambulancia aproximarse hacia nosotros y me tensé enseguida.

No...

No...— susurré y agité la cabeza, —¡No, ambulancias no!— miré a los de mi alrededor que me sujetaban firmemente.

—Señorita, hace falta que la miren, acaba de tener un ataque— dijo un señor, su pelo blanco haciéndome saber que era mayor. Lo que más me sorprendió fue que tenía con él un maletín.

—No...— mi voz fue débil y mi visión nublada por las lagrimas. Noté un nudo en mi garganta impidiéndome hablar.

El señor mayor se acercó a mi y me estrechó entre sus brazos, intentando calmarme, —Tranquilícese, no la pasará nada— susurró. Su voz por extraño que fuese me reconfortó.

Alejandro apareció en mi campo de visión y me cogió en brazos, llevándome hacia la ambulancia, —No... ambulancia no... papá... no...— susurre y él me estrechó contra él.

—Todo estará bien— murmuró contra mi pelo y me dio un beso en el moflete. Ese gesto hizo que me calmase instantáneamente, Alejandro pareció darse cuenta del efecto que causó en mi porqué me regalo una sonrisa, —Ya ha pasado, ¿vale?— cogió mi cara entre sus manos y miró por un momento mis labios entreabiertos.

Asentí, tragando saliva, —Gracias...— susurré y le miré, —Si no hubiese sido por ti, estaría muerta— declaré. Él se quedó mirándome con ojos tristes.

Colocó un mechón de mi pelo tras mi oreja para después darme un beso en la frente, —De nada.

Nuestros ojos marrones conectaron por unos segundos en silencio hasta que apareció la chica de la ambulancia y me ayudó a sentarme en la camilla que había. Era rubia y llevaba una coleta hecha, a pesar de que su traje le tapaba el cuerpo completo se podía apreciar a simple vista que su cuerpo era bonito. Navarro se quedó mirándola y me lamí los labios nerviosa y a la vez celosa.

Me da igual.

—Mi madre...— susurré tratando de captar la mirada de la chica sobre mi porque le estaba lanzando miradas sensuales a Alejandro.

—Tu madre sabe lo que ha pasado, esta de camino— informó Alejandro mirando todavía a la rubia.

—Estas bien pero...— susurró la chica y yo me levanté para escapar de aquí lo antes posible.

—Estupendo, me largo— dije y salí de la ambulancia dejándolos solos.

No estoy celosa.

Me encontré con el hombre de pelo blanco y le sonreí, —Gracias— le dije y él me devolvió la sonrisa. Se veía aproximadamente de unos sesenta años.

—No hay de que.

Este señor se me hace familiar...

Serán alucinaciones mías.

—¿Donde está mi hija?— la voz de mi madre me hizo girar la cabeza y encontrármela esquivando a la multitud de la gente. Me vio y su mirada pasó de preocupación a tristeza. Vino corriendo hacia a mi y me estrujó entre sus brazos, —¿Estas bien?— preguntó empezando a llorar, —No me vuelvas a dar este susto, casi me da algo— se secó las lagrimas y me inspeccionó. Verla así me destrozaba, era como cuando mi pa...

Recuérdame por siempre *EDITANDO*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora