21. El rechazo

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Alejandro.

Lo primero que me extraña al despertarme es no sentir el calor del cuerpo de Rachel a mi derecha.

Aturdido, abro los ojos y miro hacia donde debería estar ella.

¿Qué?

Respiro hondamente y me coloco el pelo. Me siento sobre la cama y masajeo mi frente.

Tal vez esté en el baño.

Eso es lo que repito una y otra vez. Es imposible que ella haya huido. Normalmente, eso lo suelo hacer yo.

Echo un vistazo al baño y Rachel tampoco está ahí.

No, es imposible que te hayas ido.

Sin rendirme, bajo las escaleras a toda prisa. Me choco con un torso pequeño y miro hacia abajo. Es la mejor amiga de Rachel. No me hace preguntar para saber que esta haciendo aquí. A Fran se le notaba que le gusta Tessa y a ella igual.

—¿Donde está Rachel?— pregunto secamente y ella traga con dificultad.

—No lo se— huye de mi mirada y eso me hace arrugar mis cejas y poner cara asesina. Ella sabe donde está.

—¿Se ha ido?— pregunto mirando hacia los lados y juro haberla visto sonreír.

Se encoge de hombros, —No se de que me hablas pero yo no he visto a Rachel, y he estado aquí desde hace mucho.

No tiene que decirme desde qué hora ha estado en esta casa, sé perfectamente que se ha quedado a dormir. Por sus pelos y su camisa al revés lo puedo adivinar yo solo sin necesitar de su ayuda.

—Eso ya lo se— muevo mi nariz, —Donde esta Rachel— la ordeno que me lo diga y Fran aparece.

—No sabemos donde está, Alejandro— me mira sin pestañear mi hermano pequeño, —¿La has buscado? Tal vez esté en el baño del pasillo porque no quisiera despertarte.

Le miro cansado y subo las escaleras de dos en dos. De verdad ella no puede haberse ido.

Cuando entro a mi cuarto, una prenda me hace voltear los ojos hacia ella. Es mi camisa negra que tenía puesta Rachel.

Así que te has ido, Rachel.

Sigues robándome el papel, me lo has intercambiado. Muy lista, pero esto no se va a quedar así.

Me pongo la camisa y bajo las escaleras. Veo a mi hermano y a su... ¿novia? mirarme con diversión. Atravieso la puerta principal y voy hacia la casa de Rachel. Cuando la bordeo, veo las cortinas de su cuarto corridas a los lados, dejando ver un poco el interior de su cuarto. Subo las escaleras y salto adentro de su habitación. Ella se gira y cuando me ve da un rebote.

Se le cae el peine de las manos y me mira con ojos abiertos, —¿Que haces tu aquí?— su voz es amenazante y nerviosa.

—¿Crees que te ibas a ir sin avisarme y esto se iba a quedar así?— ladeo mi cabeza y empiezo a moverme lentamente hacia su dirección. Ella retrocede mirándome con ojos abiertos.

—No tengo porque decirte nada, no somos nada. Así que me puedo ir cuando me plazca— se encoge de hombros y yo me pongo serio acercándome mucho más a ella.

La acorralo contra la pared y pongo mis dos manos a los lados de su cabeza, —¿Si?— asiento y trago saliva, —¿De verdad quieres jugar a esto, huh?— susurro y ella me mira con ojos entrecerrados.

—No sé de que juego hablas— se hace la tonta y pone su mejilla izquierda cuando acerco mi boca a la suya. Cuando me vuelve a mirar, trata de ocultarme que esta nerviosa y excitada, reemplazándolo por falso odio y ego.

Recuérdame por siempre *EDITANDO*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora