30. La conversación

3.4K 162 7
                                    

Calma, respira.

Tu solo piensa que todo irá bien...

Trago con dificultad jugando con mis manos. Me encuentro de pie frente al balcón de mi cuarto. Las cortinas ocultando el interior de mi habitación. No puede verme.

Se que está ahí.

Tomo una fuerte bocanada de aire y abro las cortinas de par en par para luego proseguir a salir al exterior, el frío dándome la bienvenida. Froto mis brazos con mis manos y lamo mis labios.

Tengo que hablar con él.

No puedo evitar quedarme sin aire al verlo. Aún sigo sin acostumbrarme a su belleza, jamás lo he hecho. Tiene una manta color negro en sus hombros. Su camiseta es negra y sus pantalones deportivos grises. Lleva sus manos metidas en los bolsillos de su chándal.

En el momento en el que carraspeo y sus ojos co-nectan con los míos, mi mundo se viene abajo, intento no ponerme roja ni mostrar nerviosismo. Muevo mis pies sin quitar contacto.

—¿Podemos hablar?

El gira su cuerpo completamente hacia mi y se queda mirándome desde la distancia con tranquilidad. Me siento ahora mismo como Rapunzel desde las alturas viendo a su principe azul.

—Claro— responde. Por un momento su tono de voz me asusta bastante, esa sequedad y frialdad como todas esas veces me pone los pelos de punta.

—Tenía que pensar y...

—Tomar una decisión— termina por mi y yo asiento abrazándome y empezando a coger frio.

—Yo...— en serio no se que decir, su actitud me deja en blancas.

—Se que tenías que aclararte y recapacitar— mueve sus hombros y yo paso mis dedos por mi frente.

—¿Qué...?

—¿Qué que he pensando?

Asiento y el suspira y comienza a andar hacia mi ventana. Me quedo paralizada sin saber que hacer o decir. Alejandro esta viniendo hacia mi, está subiendo mi puta escalera, está a punto de decirme su decisión.

No estoy preparada. Ay dios, no.

Cuando le tengo justo enfrente, doy un par de pasos pequeños hacia atrás, dejándole pasar. El da un salto y entra en mi habitación sin quitarme la mirada de encima.

—Esto es lo que quiero.

Abro los ojos de par en par cuando se acerca peligrosamente a mi. Su mano se posa bruscamente en mi cuello y tira de mi para acercarme a él. Sus labios chocan con los míos. Su otra mano libre la conduce hacia mi cadera, pegándome más contra él.

Sus labios se sienten suaves contra los míos. Dios, le he echado tanto de menos, pero es que tanto...

Cuando nos separamos no podemos evitar que nuestros ojos conecten. Alejandro acaricia mi rostro con su pulgar sonriendo. Alzo la cabeza para poder mirarle directamente a los ojos y sonrío.

—He sido una tonta— susurro y el niega.

—Hiciste lo que tenías que hacer, me esperaba inclu-so que me dejarás— se encoge de hombros y yo suel-to una pequeña carcajada.

—Nop— niego sin poder evitar sonreír.

Desliza sus dedos entre mi cabello, descendiendo hasta mi cuello. Un necesitado gemido brota de lo más profundo de mi garganta. El gruñido de la suya es mucho más que fiero.

—Te quiero— susurra y de repente, siento como mis piernas flaquean. Sin embargo, me recupero parpa-deando varias veces.

Temblando, le acaricio el pelo y susurro sonriendo como tonta, —Te quiero.

Recuérdame por siempre *EDITANDO*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora