17. El gol

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Después de que Tessa maldiga varias veces a el conductor de un coche por haberle quitado el sitio y coger las bebidas para el partido, nos disponemos a sentarnos en la segunda fila, ahí tendremos una buena vista sobre la cancha.

Primero se sienta Alexander, después Fran, seguido de Tessa y por último Luis, que queda justo a mi lado. No quiero ser maleducada o que Luis piense que no quiero sentarme con él, pero hubiese preferido estar al lado de mi mejor amiga.

Hay dos bandas, nosotros estamos en el equipo de Ewan y Alejandro. El césped del campo luce muy verde y bien podado. El cielo esta color gris, esta nublado, no hay sol pero si hace mucho calor. Agradezco que haya viento de por medio.

Alguien se sienta a mi lado. Giro la cabeza cuando veo una camiseta negra con un número en su espalda. Esa camiseta es la del equipo de Alejandro.

—Hola, Rachel— la voz de Ewan me recuerda tanto a la de Alejandro que me tenso. Le hago una señal con la cabeza y él sigue hablando, —¿Te gusta el fútbol?

—Si.

—Me alegro.

Niego y suspiro, —¿Que quieres?

Me observa y se queda unos segundos sin responderme, —¿Yo?— chasquea su lengua, —Nada.

Paso de él y me pongo a mirar donde deberían de estar los jugadores. Todo el suelo es césped y si alguien se cae, supongo que será mucho mejor que el cemento o la arena.

—Okay— digo terminando la conversación pero él parece no entenderlo.

—¿Te gusta jugar, Rachel?— susurra y los pelos se me erizan. Veo por el rabillo del ojo como acerca su cara a la mía. Tessa nos mira en silencio junto con Fran, Alexander y Luis.

—¿Que?

—Sabes de la lista que todos hablan, ¿no?

—¿La lista de con las que acostarse?

—Exactamente— asiente, —Existe.

—Que bien— digo sin la menor importancia.

—¿No quieres saber quién está en ella y cuánto hemos apostado?— murmura. Esto se está poniendo muy feo, no me gusta por donde va esta conversación.

—No.

—Que pena, pensé que querías ver cuánto costabas.

La boca se me cae al suelo y mis cejas se arrugan inmediatamente, —¿Perdón?

Asiente muy bruscamente y se encoge de hombros, —Si, pensaba que querías ver cuánto había apostado Navarro por ti.

—No te entiendo— claro que le entiendo.

—Sabes muy bien a lo que me refiero Rachel, piensa un poco— y con eso, se levanta y me deja ahí plantada, con mil millones de preguntas merodeando por mi cabeza.

—No le hagas caso, es muy raro— susurra Luis pegado a mi cara y le hago una señal demostrándole que me da igual, pero en realidad no es así.

No le presto la mas mínima atención, el sigue hablando pero estoy concentrada en buscar a mi objetivo. Mis ojos danzan por todos los jugadores en el campo, no están todos, faltan algunos. El  uniforme del equipo de Alejandro es negro completamente, mientras que el del otro equipo es rojo. Las manos me sudan y siento como un escalofrío me recorre la espina dorsal.

Numero 17

¿Donde estas, Alejandro?

Como si quisiera responderme, Alejandro sale con un equipo de su grupo, caminando con esa confianza que le caracteriza. El va el primero de todos, siendo el centro de atención de todo el mundo. Mi corazón da un vuelco mientras le veo caminar al centro del campo. Los shorts de su uniforme se tallan perfectamente a sus piernas atléticas, marcando su perfecto culo y la camiseta le queda apretada, mostrando esos brazos que me han tomado con fuerza. En su brazo derecho lleva puesta la banda de capitan.

Recuérdame por siempre *EDITANDO*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora