Cap.8- Visita

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Habían pasado unos días desde que me lastimé el tobillo durante el caos en la U.A., y aunque el dolor había disminuido, no me dejaban regresar a clases hasta que estuviera completamente curada.

Lo que no esperaba en lo absoluto era que Bakugō viniera a visitarme. Sabía que desde que me había lastimado, algo entre nosotros estaba cambiando, pero no imaginé hasta qué punto.

—¡Ka-Kacchan?! —escuché la voz nerviosa de Izuku desde el pasillo. Me incorporé un poco en la cama, intrigada por la razón de la visita de Katsuki. Me acerqué a la puerta, tratando de escuchar mejor.

—Vengo a ver a Ami, Deku —respondió Bakugō con su típico tono molesto. Aunque no podía verlo, era fácil imaginar la expresión de fastidio en su rostro.

—Espera aquí —dijo Izuku, y pude escuchar sus pasos acercándose a mi puerta. Rápidamente me recosté de nuevo en la cama, tomando un libro al azar y abriéndolo, intentando parecer despreocupada. Tocaron suavemente la puerta.

—Pasa —dije, y vi a Izuku asomarse con algo de incomodidad.

—Está aquí Kacchan... —dijo, su voz bajando como si quisiera evitar una confrontación.

Rodé los ojos, cerrando el libro con suavidad.

—Voy en un momento —comencé a levantarme, pero entonces vi a Bakugō asomarse detrás de Izuku, empujándolo a un lado como si nada.

—¿A dónde crees que vas? —preguntó, con el ceño fruncido y los brazos cruzados.

—A la sala, tal vez... —respondí, levantando una ceja.

—Tu pie no ha mejorado —dijo con determinación mientras avanzaba hacia mí—. Así que te quedarás donde estás, y yo me sentaré aquí. —Se sentó en la silla de mi escritorio, cruzando los brazos como si estuviera completamente a cargo.

Izuku, que había estado observando la escena, comenzó a sudar frío bajo la intensa mirada de Katsuki.

—No lo mires así —le dije a Bakugō, lanzándole una almohada, que él atrapó fácilmente con una mano. Giré hacia Izuku, dándole una sonrisa tranquilizadora—. Estoy bien con este idiota, ve tranquilo, Nii-san.

Izuku asintió nerviosamente y se fue cerrando la puerta detrás de él. Apenas se fue, sentí el ambiente más tenso de lo habitual, como si entre Bakugō y yo quedara un peso que ninguno de los dos estaba dispuesto a enfrentar todavía.

—¿Cómo está tu pie? —preguntó, su tono más suave que antes mientras se acercaba a mi cama y comenzaba a quitar la venda de mi tobillo.

—Está mejor —respondí, observando cómo examinaba mi pie con cuidado. Su rostro, aunque usualmente lleno de rabia, parecía más concentrado—. Ya no duele tanto, y puedo apoyarlo.

Bakugō soltó un leve gruñido y volvió a colocar mi pie en la cama con suavidad.

—Hasta que no estés completamente curada, no deberías estar levantándote —dijo con seriedad, pero sin el habitual tono mandón.

—Lo que tú digas, doctor Bakugō —respondí con una sonrisa sarcástica—. ¿Viniste solo para ver cómo estaba mi pie o tienes alguna otra razón? —bromeé, agitando ligeramente mi pie frente a su cara.

Él lo tomó con suavidad, empujándolo de vuelta a la cama, pero esta vez me miró fijamente, su ceño fruncido más intenso de lo habitual.

—¿Sabes qué? Fruncir tanto el ceño te va a dar arrugas, Bakatsuki —dije, sonriendo mientras lo provocaba. Era algo habitual entre nosotros, pero esta vez se sentía diferente, como si hubiera algo más debajo de la superficie.

I'll protect you // Boku no Hero academia // (Bakugō y Tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora