VEINTICUATRO

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CAPITULO 24

Cuando piensas que todo mejorara, que podrás tener un respiro de todo lo malo de la vida, siempre hay algo que rompe la esperanza de el comienzo de una vida mas tranquila, siempre he dado gracias a dios por lo bueno y por lo malo que pasa en mi vida, lo bueno que me trae felicidad y lo malo que me hace aprender  de mis errores o como me ha sucedido me hace ver quienes son realmente las personas que me rodean ; todo lo malo que nos pasa no siempre nos trae dolor si no un nuevo conocimiento y nos enseña lo que los momentos buenos no nos enseñara. Doy gracias por el tener una infancia y la mitad de mi adolescencia tranquila y feliz. Y espero que todo lo que esta pasando sea para hacerme madurar.

Siento que me falta el aire, los nervios hacen que no sea capaz de moverme de mi lugar, pero tomo valor, no puedo dejar que un niño muera; no estaría en paz si algo le sucediese por no tener el valor suficiente. Es a mi quien quiere. Ahora soy su objetivo y no pararan de matar a personas hasta que den a mí.

Tomo el pomo de la puerta y doy un largo suspiro antes de abrir.

—Estoy aquí.

Mi voz al decir estas palabras retumbo por todo el pasillo gracias al silencio que había.

Miro la escena que esta en el medio del corredor un hombre que me resultaba familiar tenia a un niño de unos ochos años agarrado mientras otro lo apuntaba con un arma y la que supongo es su madre llorando mientras dos mujeres mas la tienen sujeta de los brazos impidiendo que corra hacia su hijo.

—Amanda—murmura el hombre al reconocerme.

Lo había reconocido desde que salí al pasillo, como no reconocería a mi padrino.

—No pensé que serias capaz de hacer este tipo de cosas… que fueras igual a mi padre, pero que debía esperar, todas las personas que mas había querido resultaron ser algo absolutamente distinto.

Vi como su rostro se desencajaba a causa del dolor que le causaban mis palabras, era la luz de los ojos de mi padrino, como una hija para el; ya que no era capaz de tener hijos y me consideraba como una, pero mas dolor me causa el ver como la persona que era como un segundo padre para mi, resultaba ser una persona capaz de tratar de matar a un niño por encontrar a Alexandro.

soltó al niño el cual fue directamente hacia donde su madre, los sollozos de él y su madre me hicieron recordar a mi madre llorando  por  el secuestro de mis hermanos, baje la cabeza por un instante para después mirar hacia las cuatros personas a unos metros de distancia de mi , pero miraba fijamente a una en especial.

—Te atreverías a matarme—antes de  terminar de decir esto ya se encontraba negando frenéticamente la cabeza.

—Nunca lo haría…jamás-dijo con la voz entrecortada.

—No te creía capaz de algo así—susurro pero se que me escucho.

— ¡Salgan todos de aquí!—grito a todas las personas que se encontraba en el lugar, unos minutos después nos encontrábamos solos nosotros.

—Váyanse ustedes también—se dirigió hacia los agentes que se encontraban con el.

—pero jefe…

— ¡Es una orden!

Asintieron para después macharse.
Al estar completamente solos se me fue acercando hacia mí hasta que en segundos lo estuve enfrente de  un segundo a otro me tenia en vuelta en sus brazos.

—Mi niña.

Los sollozos de mi padrino hacían eco en las paredes blancas del lugar, no podía más y rompí en llanto devolviéndole el abrazo.

—si  hubiese sabido que eras tu nunca me atrevería a decir tales palabras, eres lo mas apreciado que tengo. Mi única hija aunque no seas de sangre... Tu padre me había dicho que la mujer de Ivanovic era la hija de unos mafiosos italianos que también estábamos buscando, que seria matar dos pájaros de un tiro…

— ¿En serio dijo eso? , el estaba enterado de que la mujer de Ivanovic era yo y no estoy aquí por voluntad propia, por culpa de él fue que me secuestraron a mi y mis hermanos. Se lo advirtieron pero no le importo y la última advertencia que Alexandro le dio era que si no desistía me llevaría y no como para tenerme como rehén si no como su pareja.

—pero él dijo…, me mintió, nos mintió a todos que ganaba el con el que matáramos a sus propios hijos.

—No se la razón, pero se que el los esta usando a todos ustedes como marionetas para conseguir un propósito. ¿Cual es? , no lo se, pero se que sea lo que sea que este tramando solo lo beneficiara a él, ya  ni lo conozco ese señor no es mi padre al menos no el conocía, no entiendo que lo hizo cambiar así—digo lo que pienso.

—Tu padre —suspira— el siempre fue así, contribuí su actitud al  deseo de que nuestro país estuviera libre de esas personas que solo se dedican a destruir a los demás, asesinan y distribuyen sustancias que están acabando tanto con adultos como jóvenes, nunca pensé que llegarías tan lejos. Hasta que comprendí que no es un deseo de ayudar si no ambición, sed de poder. A tal punto de que fue capaz de entregar a sus propios hijos y no sentir remordimiento.

—Lo sintiera si al menos fueran sus hijos— la voz de Alexandro  interrumpe en el lugar.

Almas De Hierro © (En Edicion)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora