VEINTINUEVE

2.8K 149 1
                                    



Capitulo 29


Veía pasar los arboles a medida que el vehículo avanzaba, íbamos en silencio, cada uno pensando en lo sucedido hace una horas, se que esto será solo el comienzo o el final de todas las tragedias de mi vida.

Miro hacia mas allá de los arboles a lo lejos el amanecer hace acto de presencia, a pesar de no haber dormido en la noche entera no tengo sueño, tal vez por que la adrenalina o el miedo todavía no se había ido de mi sistema.

Lanzo un suspiro, ganándome la mirada curiosa de mi padre y Alexandro.

— ¿Te sientes bien?—cuestiona el mayor de los dos hombres.

—Si... no es nada—respondo, asiente no mostrándose conforme con mi respuesta.

A mis 18 años podía decir que había pasado de todo, literal, mi vida no era la misma que de una joven normal, que se dedicaba a sus estudios, salía son sus amigas, tenia un novio o se enamoraba de un chico de su edad. Todo lo que me ha ocurrido desde hace algunos meses, me ha afectado tanto física como mentalmente. Pero la vida y el mundo esta compuesto por cosas buenas y malas y lamentablemente la mayoría de las persona en este mundo tiene que vivir de las cosas malas que los dañan física y emocionalmente, no solamente adultos, también niños, adolecente y jóvenes, me alegro de todos aquellos que viven una vida tranquila recibiendo las cosas buenas de la vida, y a las personas que les toca las cosas malas de la vida, solo me queda pedirle a Dios el que les de fuerzas. Pero también es nuestra decisión si queremos seguir en el mismo lugar sufriendo o levantarnos y luchar para tener un futuro y una vida mejor.

Yo me levantare cuantas veces sea necesario, por mi y por mi familia, por las personas que me rodean que son importantes para mi... No me dejare vencer.

Todo llega a su fin si ponemos un alto, el maltrato físico como verbal, ningún hombre ni mujer debe ser tratado como menos por su color de piel, por su posición económica, por como viste, por su personalidad o por pensar diferentes a los demás, todos somos diferentes y a la ves iguales, ningún ser humano es meno o mas que nadie.

Al ir por primera veces a primaria sufría de constantes burlas por parte de mis compañeros de aula, la razón era por que al llegar no sabia la mayoría de los temas, con 7 años había olvidado todo que antes me habían enseñado como leer o escribir, según los que en ese tiempo eran mis padres había sufrido un fuerte golpe que me hizo olvidar los primeros años de mi infancia, ahora se que eso es mentira. No se que hicieron para hacerme olvidar mi vida pasada y que ahora será mi futuro, el que ellos si supieran y yo no fue la razón de sus burlas; algunos hasta me llegaron a golpear, llegaba todos los días a mi casa llorando o solo me encerraba en mi habitación a llorar , siempre buscando la razón de que hacia mal para que me trataran así, hasta que comprendí que no hacia nada malo, nadie nace sabiendo y no hay una persona mas inteligente que otra, la diferencia es que hay personas que ponen mas empeño en aprender, mientras otro solo se dedican a aprender solo lo que creen necesario. A pesar de sus burlas me acercaba a los profesores cuando no entendía un tema, y me propuse una meta, el ser mejor por mí a pesar de que otros digan que no lo lograre.

Y lo logre, hasta ser la más destacada de la clase.

Me siento orgullosa de mi misma, por lo que había logrado y si Dios así me lo permite, lograre.

Todo lo malo que pasa en mi vida es una razón más para seguir adelante y no desistir, levantarme en cada caída y seré más fuerte para superar cada adversidad.

— ¿Hacia donde vamos?—despego la mirada de la ventana dirigiéndola hacia donde mi padre.

Había pasado algunas horas desde que partimos lejos del hospital, íbamos al aeropuerto según habían dicho en un principio pero no el lugar en concreto al que nos dirigíamos.

—Vamos a Italia—dice Alexandro mirándome fijamente, en todo el camino no había despegado su mirada de mi haciendo me sentir incomoda.

Desvió mi mirada nerviosa.

— ¿Italia?—murmuro sorprendida, nunca pensé que saldríamos del país.

—Y mis hermanos, ¿donde están? Los dejaremos aquí —digo rápido, estoy preocupada por ellos, pero no creo que mi padre los dejaría en este país cuando nosotros nos encontramos en otro.

—Ya están en Italia, tuve que venir a buscarte para que no te pasara nada, eras la prioridad de ese agente y no iba permitir que te hicieran daño—dice mi padre con una mirada calidad hacia mí.

Suspiro de alivio al saber que mis hermanos están seguros, el saber que tengo un padre que se preocupa por mi ,que daría todo por que estuviera segura hace que quiera llorar.

Desvió la mirada nuevamente a la ventana al sentir como mis ojos se humedecen.

—y mi madre... y mi hermano, ¿como están?—logro articular sin despegar la mirada aun mirando el paisaje atreves de la ventana.

—Hace una hora me llamo preocupada para saber si estábamos bien.

—Desde que supe de su existencia quería conocerlos—confieso.

Mi padre se acerca y me abraza, me acorruco en sus brazos. Necesitaba esto un abrazo de mi padre.

—Nosotros también...te extrañamos.

Almas De Hierro © (En Edicion)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora