CUARENTA

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 No tengo que ser una genia para saber lo que quizo dejarme dicho con aquellas palabras.

Lo habian traicionado.

No es nesesario que sea reciente para que lo que haya sucedido le siga afectando,yo mas que nadie estoy conciente de ello.

han pasado meses desde que me entere de la verdad. y aun asi me sigue afectando como si hubiese sido hace poco.

pero aprendere a vivir con mi pasado.

—no puedes vivir con miedo a un error ocurrido en el pasado

—no hables por hablar—contesta bruscamente.

—¡no hablo por hablar!—me levanto del sillon—he pasado mucha mas cosas que tù—me acerco a él y lo apunto con mi dedo—a cambio de ti me traicionaron las personas que creia mi familia,pero lo mas peor es que por muchos años vivi con personas que se hacian pasar por mis padres, con el unico proposito de obtener poder atravez de mi y de mis hermanos.

—Y que tengo que ver yo—interrumpe indiferente

Me rio.

—Sabes que, vete al diablo.

...

No había podido dormir

Toda la noche me la pase pensado en lo ocurrido. No me arrepiento de la forma de cómo le hable.

Se lo merecía.

¿Cómo quiere superar lo que le paso, si deja que aun le afecte?

No lo sé, el superar no quiere decir que te sentaras en una silla tranquilito y que te olvidaras de todo por arte de magia. Ja, si fuera así de fácil.

Al fin decido el levantarme de la cama, me había quedado absorta en mis pensamientos mirando el blanco techo de la habitación.

Aparto las abanas de mi cuerpo y me incorporo. Me estiro antes de bajarme de la cama.

Me estremezco en el momento que mis pies hacen contacto con el frio suelo.

Cierro los ojos un momento, me está cobrando factura el no haber dormido, estoy más dormida que despierta.

El sonido de alguien tocando la puerta me asusta.

―pase―digo entre medio de un bostezo.

Una señora asoma su cabeza, tal vez para asegurarse el que este vestida.

―señorita, hay dos hombres que la buscan.

Me alarmo, pero trato de no demostrarlo.

― ¿han dicho sus nombres?―me levanto de la cama y me acerco a ella.

―No señorita, solo el que la conocían― se da la vuelta para irse― ha, y el que usted sabia que irían hacia donde usted estuviera―añade antes de irse.

El sonido de la puerta siendo cerrada me hace reaccionar.

Entro rápido al baño hago mi rutina normal de aseo.

Abro las puertas del closet. Vestidos elegantes, largos y cortos y otros demasiados cortos. Elijo unos pantalones negros y una de seda blanca con un escote en V.

Me cambio lo más rápido que puedo, al estar lista saco la pistola de debajo de la cama. La guarde hay por seguridad.

Salgo de la habitación y camino los mismos pasillos que recuerdo me dirigen hacia la sala principal.

Al llegar a la orilla de la escaleras, observo cómo cerca de la puerta de salida dos hombres de espaldas conversan con el padre de Michael.

Bajo en silencio las escaleras.

Al estar cercas de ellos, las voces de los hombres me parecen conocidas. ¿Quiénes serán?

Ubico mi mano cerca de donde tengo el arma.

―Buenos días―mi saludo los alerto de mi presencia

Cuando los dos hombres se dan la vuelta me quedo prácticamente paralizada.

―Papa

Me abalanzo a los brazos de mi padre.

Resulta que los dos hombres que me buscaban, era nada más y nada menos. Que Alexandro y mi padre.

Los fuertes brazos de mi padre me rodean y me abrazan fuerte, hasta el punto de que me falta el aire.

―papa, no puedo respirar―hablo con dificultad.

―perdón hija―dice soltándome, pone sus manos en mis hombros―te extrañe y también estaba muy preocupado por ti.

―yo también te extrañe papa.

Mi mirada se desvía hasta Alexandro quien se mantuvo al margen de lo que pasaba.

Lentamente me acerco a él, esperando algún gesto que me detenga a acercarme a él.

―Hola―susurro.

―Hola.

Lo abrazo, tarda algunos segundos en rencionar, pero no tarda en envolverme en sus brazos. Hasta ahora me doy cuenta de lo reconfortante que estar en los brazos de Alexandro para mí.

Suelto un leve suspiro al sentir como deja un suave beso en mi frente.

Un carraspeo hace que nos separemos levemente, al parecer Alexandro no tiene ninguna intensión de soltarme.

―Siento, interrumpir a la pareja―se escusan burlonamente.

―Michael―lo reprende su padre, a lo que él se encoje de hombros.

―Que grandes estas muchacho―dice mi padre acercándose a él para darle un abrazo.

―los conoces―le pregunto un poco asombrada, me posiciono al lado de Alexandro, quien rápidamente pone su brazo alrededor de mi cintura.

―Sí, Alberto y yo somos amigos de la infancia―comienza a explicar mi padre―nuestros padres eran socios y muy buenos amigos.

Si mi abuelo y el padre del señor Alberto eran socios, entonces la familia de Michael tiene algo que ver con la mafia.

―Al parecer mi destino es conocer solo a mafiosos―susurro para mí misma, pero al parecer Alexandro me escucho por que se comenzó a reír.

―tal vez, también te cases con un mafioso―susurra sugerente en mi oído Alexandro.

Al mirarlo de reojo esta con una media sonrisa.

―tal...

―Amanda, podemos hablar un momento―pide Michael.

―está bien.

―A solas―dice mirando directamente hacia Alexandro.

Siento como se tensa a mi lado, me acerca más a él.

―solo será un momento―lo tranquilizo.

―si se pasa, me llamas. Iré de una vez―murmura― ¿Si?

―si― no termino de decir esto cuando me da un casto beso en la boca, me quedo en shock.

―Amanda―me vuelve a llamar Michael.

Lo único que se me ocurre hacer es asentir, sigo a Michael hacia donde se dirige.

¿Qué es lo que quera decirme tan urgentemente?.

Almas De Hierro © (En Edicion)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora