Antonio

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-¿No tienes calor papá?-Negó con la cabeza con una sonrisa de oreja a oreja. El sol ya se imponía en lo alto del cielo azul, despejado,sin ninguna nube para obstaculizar su avasallante calor. A pesar de todo esto Graciela jugaba incansable con todo lo que ellos en tan pocas horas habían comprado para ella. Después de la escena con una María de Lourdes reclamando mi ausencia y ahora mi presencia, me fui directo al comedor y con papá llevábamos dos horas hablando de las cosas que hacía está coqueta niña, también le hablé de Isabel, lo hice con el mayor de los cariños y la admiración, la extrañaba, a todo Betel lo extrañaba y podía apostar que a papá le encantaría estar allá. Claro que esta casa, estas tierras no se comparaban en tamaño u opulencia con Betel, pero alá había un romance, un brilloo envejecido en cada hoja que provocaba no salir.

No recuerdo nunca haber salido a este jardín y quedarme mirando el día hasta que oscureciera, en cambio, sentada en las escaleras de nuestra casa se iba la tarde y me sorprendía la tarde sin otra cosa que hacer que no fuese comer o ver a los perros juguetear.

Papá me escuchaba con atención y reía cuando le contaba que Ensuan era un hombre de barba que hablaba con sus animales como si fueran personas.

Vanda iba y venía con agua de limón y galletas para todos. También me escuchaba y simpatizaba con mis narraciones. La niña estaba encantada con ella, como imaginé mamá no apareció en toda la mañana, quise pensar que era lo mejor pero en el fondo me dolía que no le interesara conocer a su nieta, estar así con ella que Ensuan notara lo indiferente que le éramos.

-Debo reconocer que al principio, hubo una vez que dudé que fueras feliz allá Yvonne.-Admitió papá, había caminado por el jardín, ahora mismo estaba sentado en una silla.Se lo comenté a Fernando, me hablaste y parecías triste no sé.

-Puede ser papá.-Decidií contarle, igual pertenecía al pasado.-Mi llegada a Betel no fue bien recibida por todos, para Ensuan y sus allegados si pero para sus vecinos no fue igual.

-No entiendo.

-Ensuan había tenido una novia con la que en el pasado pensé que podía casarse, ya había terminado esa relación pero ella no se resignaba a perderlo. Entre el padre de ella y otros afectuosa la relación que tuvieron de jóvenes consideraron que yo no debía estar allá y mucho menos estar casada ya con Ensuan, así que me secuestraron.

-¿Te secuestraron?-Papá se enderezó y Vaanda se volteó a verme.

-Sí, fue cuestión de unas horas aunque no dejó de ser horrible, ya antes habían tratado de sabotear nuestro matrimonio y hasta quemar Betel, tras no tener resultado me escondieron en una casucha dentro de la misma hacienda.

-¿Ya estabas embarazada?-papá estaba preocupado como si fuese el ahora.

-Por supuesto y eso me tenía más asustada, pero eso ya pasó papá.

-¿Y qué hacía tu esposo?

-Buscarme, todo betel me buscaba y pues ellos fueron atrapados, la novia de Ensuan murió en el enfrentamiento y otros vecinos implicados también en el secuestro.

-Bien dice tu madre que siguen siendo salvajes ¿por qué no nos dijiste nada?

-Porque para entonces no estaba seguro si todo se calmaría y después cada cosa fue reemplazada por el amor que nos tenemos todos.

-Estuviste a punto de morir Yvonne y perder a tu hija.

Ambos vimos a Graciela, jugaba entretenida con los juguetes a su alrededor.

-Estuve a punto de perder la felicidad papá.-Le dije mirando a la niña.-morir no sólo significaba eso si no perderme todo lo que he vivido durante estos dos años, el amor y la compañía de mi esposo, de todo lo que le gusta, de lo que desea para el resto de su vida, perder eso...hubiese sido imperdonable, mucho m{as si la empujaron la envidia y los celos.

Más allá de BetelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora