Entró de un golpe y permaneció contra la puerta. Yo ya terminaba de arreglarme para bajar, Vanda había venido por Graciela hacía veinte minutos y la niña encantada se fue, tenían mucha afinidad.
–¿Y bien? –No dejé de verla, había vestido una braga de algodón color turquesa corta y sus piernas, unos de sus buenos atributos parecían estacas moldeadas y bronceadas, además que sus mejillas esa mañana lucían coloradas y algo más rellenitas, quizás el clima de Europa le sentaba muy bien a mi esposa. –¿qué quería tu mamá?
–¿Mi...mamá?
Traía una expresión de desconcierto o más bien de incredulidad.
–Sí, tu madre vino a tocar la puerta bien temprano ¿qué quería Yvonne?
–Pedirme que nos fuésemos.
Soltó de una vez y fue hasta la cama para sentarse.
–Tu madre...¿quiere que volvamos a casa? ¿y eso?
–Dice que ya vi a papá, que perjudicamos la salud de María, que en cierta forma es la vida social de María y la de ella misma lo sé, pero no nos quiere aquí.
–Vámonos entonces–Me detuve cerca de la cama–No somos bienvenidos aquí.
–Yo vine por papá y él todavía no está listo para vernos partir. –Afirmó muy segura–lo que quería mi madre y...
–¿Y? ¿Alguien más quiere que nos vayamos?
–María de Lourdes también me pidió que saliéramos de aquí–Se levantó y caminó por el cuarto–¿puedes creer que me esperaba afuera para asegurarse que mi respuesta era que sí nos regresaríamos?
–No la conozco Yvonne, apenas la he visto un par de veces y no ha sido para nada agradable, no puedo saber cómo debería reaccionar tu hermana. –Detuvo su marcha por el cuarto y me miró, ella me conocía, sabía que no me importaba para nada lo que esas personas quisieran o pensaran, yo a veces quería hacerle creer que si me importaba pero ella llevaba tiempo en Betel y esas personas no se comunicaron con ella. –Lo que si es que si ellas necesitan este espacio deberíamos dárselo.
–¡Por supuesto que no! –Zapateó–Esta es mi casa también.
–Esta no es tu casa ya Yvonne.
–Sí lo es de María también mía. Y no voy a caer en sus amenazas.
–¿Amenazas? –La tomé por el brazo desnudo y la obligué a verme.
–Amenazas estúpidas Ensuan, se puso furiosa cuando le aseguré que aquí nos quedábamos el tiempo que quisiéramos.
–Me parece que una amenaza por parte de alguien en el estado de tu hermana no es nada pasajero Yvonne ¿o acaso no te parece salida de cabales? Yo como tu pensaría bien en la idea de irnos.
–¡No! –Se zafó de mi agarré con fuerza–Tu claro que también eso es lo que quieres.
–No voy a negártelo.
–¿Por qué Ensuan? ¿acaso no te interesa lo feliz que me hace poder haber venido contigo y Graciela aquí? –De no interesarme no estaría aquí–Quise parecer lo más creíble posible, ella y todo lo que la hiciera feliz me importaba, todo de ella me gustaba, inclusive habían cosas de este viaje que también me agradaban, pero la opción de volver a casa era una tremenda oportunidad.
–No quiero ni pensar en que tengo que regresar por un acto cobarde, por sentir miedo hacia mamá como siempre y ahora por mi hermana...y tu.
–¿Yo? Yo no he tenido nada que ver, fue tu madre. –Parecía tener llamas en los ojos ahora color café. –Y de ese recibimiento ya sabias, por eso los nervios en la llegada, por eso bajaste hoy nerviosa, no confías en tu madre.
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Más allá de Betel
Lãng mạnYvonne y Ensuan deciden visitar Madeira tras enterarse de la enfermedad del padre de ésta, enfrentando los retos familiares que ya una vez la alejaron de allá.