Le quedaba bien el nombre de casa grande a la antigua residencia de mi esposa. Ella aún la llamaba "casa" y con razón. Mi cuñado con gran habilidad en el volante giró y penetramos por un camino de naranjales altos bien podados, en cuyos pies las piedras unicolores le daban elegancia, hacían una especie de cerca natural.
-Son las naranjas más dulces de la región-Acotó con humildad pero lleno de orgullo, acomodé a Graciela para que viera por la ventana como el sol de esa tarde hacía un verde precioso en las hojas, al final del camino había una encrucijada con redoma y de frente la casa. El camino era de piedra fija, gris y redonda, la redoma tenía variedad de flores, la casa era alta, con un ático, pintada de rosa claro. Mi cuñado, el cual pintaba muy bien con sus grandes ojos azules y cabellos dorados, siguió de largo y después de rodear la entrada llegamos a un claro grande donde había más gente, gente que notablemente ponía nerviosa a Yvonne y yo no iba a permitir que la hicieran sentir mal sabiendo lo capaz que era, la dulzura con que envolvió nuestro hogar.
Había una pequeña carpa blanca con dos mesas y bocadillos sobre ella.
-Dame a la niña Ensuan-Me pidió estirando los brazos por el lado izquierdo.
-Yo la llevo Yvonne-Le tomé la mano y volví a estrecharla para que supiera que la apoyaba, veníamos por la gravedad de su padre y encontramos esto.
-En realidad yo levaré a mi sobrina-Mi cuñado apagó, sacó la llave y extendió los brazos hacia atrás-ven preciosa con tu tío-Graciela se fue con el sin pensarlo-ustedes tendrán que abrazar y besar, dame a mi este gusto-Besó la mejilla de la bebé y bajó, nosotros nos quedamos dentro.
-Ensuan te juro que no sabía nada, seguro a mamá no le quedó más remedio-No me lo dijo mirándome, hablaba con el vidrio.
-Bajemos ya Yvonne-Lo hice primero y fui por ella, Fernando ya estaba junto a nosotros, con Graciela extendiéndonos la mano para que la siguiéramos, las personas estaban a unos veinte metros, pero se dieron cuenta que habíamos llegado. Cuando bajó son su jean desteñido y su blusa sencilla color coral, sólo pensé en mi buena decisión, si era cierto que hacía calor pero nos esperaba un recibimiento. Aceptó mi mano y entrelazó los dedos.
-¡Bienvenidos oficialmente a casa! –Fernando comenzó a caminar hacia la carpa y lo seguimos. Si bien el trayecto y los alrededores de la casa habían sido hermosos, este espacio lo era un poco más. Varias mujeres se acercaron a nosotros, pero entre ellas un joven alto, cabello negro las pasó y llegó primero.
-¡Bienvenida Yvonne! –La abrazó con familiaridad, era de su tamaño, ojos oscuros y tez blanca. Le besó la mejilla, ambas y después me miró-Ensuan bienvenido a Madeira, soy Antonio. –No hacía falta que lo dijera, lo adiviné-¡Oh ella es Graciela! –Fue hasta Fernando y le extendió los brazos pero la niña los esquivó y eso le sacó una risa-vamos adelante-volvió y nos abrazó por los hombros, bueno a mí solo que alcanzaba-estoy feliz de verlos.
En ese momento y tras la ola de besos, abrazos y presentaciones Yvonne estaba relajada y feliz, abrazaba con libertad y se alegraba de estar entre ellos.
-Yvonne-Le hablaron desde un lado, cuando sus amigas la habían rodeado para hacerle miradas pícaras sobre mí.
-Mamá-Me voltee como ella de inmediato.
-Bienvenida a casa-Le sonrió y la abrazó, no veía la cara de Yvonne pero sé que ahora si estaba nerviosa. Los ojos de mi suegra si se fijaron en mí y no la evité. Eran grandes, azules oscuros, maquillados, yo completé mi mirada con una medio sonrisa y ella seguramente se preguntó ¿de dónde me sacó Yvonne? Pues sus amigas no paraban de mirarme y sonreír tontamente, ¿estaban solteras todavía?
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Más allá de Betel
RomanceYvonne y Ensuan deciden visitar Madeira tras enterarse de la enfermedad del padre de ésta, enfrentando los retos familiares que ya una vez la alejaron de allá.