Desperté de golpe. Graciela seguía rendida en su asiento, era un ángel. Ensuan también, su brazo derecho no sé cómo llegó y se apoyó en mi hombro derecho, estaba de lado y algo incómodo pero debió pensar que estaba en la cama.
A pesar de que me moví no despertó y eso me dio oportunidad de mirarlo, tenía una semana siendo muy extraño, accesible pero distante, hace rato cuando me dijo lo que le molestaba casi quedo muda, no era mentira pero admitirlo dolía. Recordé mi niñez, mamá llevándonos a los tres a clases, mamá asistiendo a nuestros actos, luego Fernando trabajando con papá y llevándonos a María y a mí a diversas actividades, más que todo a mí. Solía llegar conmigo, nunca condujo, papá siempre la envió con chofer y a medida que la empresa crecía el auto también.
Llegaba conmigo pero luego se olvidaba de mí y charlaba con sus amistades, competían sobre sus creaciones y partíamos, siempre quise ser parte de eso así que me esmeré en aprender y junto con un grupo me destaqué, Vanda practicaba conmigo y pulía mis errores, su familia pertenecía a los grupos de señoras que han perdido la vista tejiendo y bordando, pero el tacto y el arte seguían intactos, inclusive con ella practicaba el español pues había viajado a España cuando niña y vivió allá. Con el hijo del socio de papá practiqué francés y ella me acompañaba también, siempre muy discreta y tranquila. A pesar de que si era buena en muchas cosas no pertenecía al grupo de preferidas de mamá, María de Lourdes tenía más cosas en común con ella y Fernando no se preocupaba por encajar en nada que no fuese la empresa y hablar conmigo sobre las mismas cosas de ésta, pensaba en estos momentos que no vivió romances largos ni enamoramientos apasionados. Abrió los ojos y los clavó en los míos, era tan atractivo, Graciela tenía su sonrisa y un gesto de sus ojos, también el largo de sus piernas y la forma de sus rodillas.
-¿No dormiste? –Me preguntó con la voz ronca, estiró las piernas, los asientos eran cómodos pero él era alto.
-Sí dormí varias horas-Me apresuré a tomarle la mano antes de que la quitara-¿tu descansaste?
-La verdad si-Se zafó y con ambas manos se arregló la cara y el cabello-¿falta mucho?
-Algo creo-Yo también me acomodé y volví a mirar a Graciela- Llegaremos a buena hora del día allá.
-Qué bueno, este viaje deja el cuerpo de a palos-Se levantó de golpe y se estiró, lo vi, lo miré y lo admiré, se empeñó en vestir muy formal, camisa beige de buena caída dentro de un pantalón marrón oscuro unos zapatos cómodos de piel. Le advertí que para esta época la isla era calurosa pero no me escuchó y ahora que lo observaba estirar los brazos me pregunté ¿qué impresión daría a mi familia? –Iré al baño ¿quieres ir luego tu? –Cuando me lo pregunto descubrió que yo lo observaba-¿qué? –arrugó la nariz preguntando.
-Estas muy guapo-Confesé sonriéndole-pensaba en ti llegando allá.
-¿A la casa de tus padres? -Asentí-¿con calor y con camisa larga? –Volví a asentir pero esta vez reí-¿qué tu cuñado vea mi cara de no llames a cada rato?
-Sí-Tuve que reír muy fuerte. Antonio era una fijación para él como lo fue para mí en el pasado Ayarit.
-Yo también quiero verlo Yvonne.
Se alejó al baño mientras mis ojos se iban pegados a su espalda y su trasero.
Pisar tierra causó un cosquilleó en mi estómago, papá ya estaba en casa bajo cuidado, así que iría allá directamente, Fernando me dijo que vendría por mí lo que me permitiría introducir a mi familia con la persona más neutral y quien además era mi jefe todavía, y el mismo tipo de jefe.
Graciela ya había comido, su pañal cambiado y su carita limpiado, la ropa no estaba nada arrugada. Vestía un conjunto de algodón rosa claro que le daba curvas más provocativas a su gordurita. Ensuan le colocó un par de ganchitos brillantes de lado en su cabello rubio ondulado y la cargó nuevamente para bajar del avión. Respiré profundo y acomodé mi cabello.
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Más allá de Betel
Roman d'amourYvonne y Ensuan deciden visitar Madeira tras enterarse de la enfermedad del padre de ésta, enfrentando los retos familiares que ya una vez la alejaron de allá.