Una caverna. Me sentía ahí, a oscuras y sin cerillos. Con madera mojada, piedras lisas,mucho calor, sofocante calor, mis orejas estaban calientes, eso podía sentirlo en la caverna. Estaba solo, con las piernas entumecidas,entonces sentí frío, angustia y mucha pena por los hombres de las cavernas. Esos que corrían buscando abrigo, refugio, techo, y sólo encontraban la soledad en sitios tan inhóspitos, tan oscuros, tan solitarios, tan húmedos que pasaban del calor al frío, tan tenebrosos como la soledad eterna, sin pareja, sin la protección del abrazo, con enemigos afuera esperando sólo que saliera para devorarlo o simplemente matarlo y dejarlo ahí, desaparecerlo sin dejar rastro de él sobre la tierra, en la historia, en la vida.
Si sentía mis orejas mis orejas tan calientes sentía entonces el fuego que ella había encendido, esa luz cálida que me había hecho tan feliz, tan diferente. De modo que desde mi interior luché, luché con lo adormecido de mi mente, con la poca energía y voluntad que este le enviaba a mis extremidades.
–¡Ensuan! –Una voz, una voz desde afuera, tal vez el hombre de las cavernas si tenía aliados afuera y habían venido por él. –¡Ensuan, Ensuan respóndeme, ¿qué te pasó!?
Era Vanda y me obligaba a girar, tenía fuerza, pudo con mi torso y me puso boca arriba.
–Abre los ojos Ensuan, –Dio un fuerte golpe en mi mejilla, parecía estar segura de que yo no estaba muerto porque me frotaba el pecho y la cara, loco estarían mis ojos si no se abrían y la enfocaban, perfectamente clara gracias a sus bofetadas. – ¿me escuchas, me ves?
¿Cuánto tiempo paséen el suelo?
–Yvonne...¿dónde está Yvonne? –Apenas pude incorporarme con la cabeza mareada.
–No lo sé, ¿qué te pasó? ¿Dónde dejaste a Yvonne?
Vanda estaba desesperada y preocupada, si parecía una aliada.
–Él se la llevó por ahí–Señalé la vía.
– ¿El?
–José, su ex esposo,tengo que ir por ella. –Logré levantarme aunque con inseguridad y apoyándome en ella.
–No, no Ensuan ,primero tenemos que saber por qué llora Graciela...–Ella miró ala nada. –ya no llora.
Me soltó y corrió a interior de la casa. La seguí pero antes miré por donde Yvonne se alejara, tenía ganas de ir hacia allá pero mi hija lloraba aquí cerca y por esa razón seguí a Vanda escaleras arriba. Todo estaba en silencio, un silencio misterioso como siempre desde que llegué aesa casa, ni un perro ladraba nunca, más cuando llegamos a la entrada del cuarto mi suegro sostenía a la pequeña Graciela que hipaba, nos miró de manera extraña, reclamando algo tal parecía.
–¡Papi! –La pequeña Graciela estiró los brazos y corrí hacia ella para tomarla pero mi suegro la retiró protector.
–¿Dónde está mi hija? –No quise ser grosero y arrebatársela sólo lo miré aún en estado de recuperación.
–Permítame a mihija–Fue lo que respondí y él aflojó el cuerpo, miró a Vanda y de nuevo a mí.
–¿Por qué estaba aquí sola mi nieta? –Para nada hizo gesto de entregármela, y Graciela aún mantenía los brazos extendidos y realizaba ligeros pucheros. –¿Dónde está mi hija?¿Dónde estabas tú Ensuan?
–Yo en el salón tomándome una adulterada copa de vino que me dejó inocente no se cuanto rato e Yvonne afuera con su ex esposo.
–¿Con José?–Retrocedió la cabeza–José partió solo, nosotros lo despedimos y tu subiste aquí con mi hija y mi nieta–Agudizó la vista–El ya no pudo irse con él pero tu seguramente la abordaste con tus celos y tus reclamos y tus protestas.
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Más allá de Betel
RomanceYvonne y Ensuan deciden visitar Madeira tras enterarse de la enfermedad del padre de ésta, enfrentando los retos familiares que ya una vez la alejaron de allá.