O morto

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María de Lourdes ya casi no recordaba cómo era abrir la puerta de su apartamento. Lo cierto fue que pudo abrirlo y se quedó parada en la entrada mirando hacia el interior con el bolso, mediano colgando en el hombro. Cuando se decidió a entrar la rabia regresó para tomar fuerzas dentro d ella. Entró, tiró la puerta y soltó el bolso. Le parecía imposible que su padre le pidiera que regresara a su casa, aquí, en este lugar solitario, lleno de malos recuerdos. No tenía idea de cuándo fue la última vez estuvo en el interior de su apartamento pero todo seguía igual, tal cual, limpio y ordenado, decorado de manera moderna con colores entre violeta y blanco, 125 metros cuadrados de comodidad pero también de soledad, desde ahí adentro comenzó a sentir la soledad por parte de Antonio.

En mitad de esa sala sangró y perdió su primer bebé. Iba y veía de la casa de su madre y las compras, llegando llena de bolsas sintió la punzada en el vientre, el cuerpo defendiéndose de torció y la sangre bajó por su piernas en hilitos delgados pero continuos hasta los tobillos, ahí lo vio casi secarse, como si fuese un límite, como si la sangre se enterara que ahí terminaba la carne, el recorrido que debía hacer. Apenas llamó a Antonio estuvo ahí para ayudarla y llevarla al hospital donde recibió la triste noticia de que el bebé ya no existía, estaba muy pequeñito, indefenso, incapaz de defenderse ante la naturaleza...así que se fue.

Yvonne entonces anunciaba su embarazo y estaba segura que llegaría a feliz término porque donde iba: centro de bordado, clubes, restaurantes, todos hablaban de lo que ella había arriesgado y de lo que experimentaba en ese momento. Era mucho mejor no salir y no escuchar. Sus amigas comentaban entonces por las redes lo felices que estaban, una razón más para no felicitarla ella, ¿con qué ánimos? Fernando la presionaba en el trabajo, su madre la presionaba para concebir otro hijo y Antonio la olvidaba. Para cuando se enteró de que esperaba el segundo bebé Antonio ya se entregaba cada día más a las cosechas, hablaba todos los días con Yvonne y durante las horas que compartían juntos casi siempre ese era el tema de conversación, lo mucho que se entregaba Yvonne al negocio familiar a pesar de estar haciendo su propia vida muy lejos.

Ella y su madre siguieron su rutina social y sólo se detenía ante los compromisos que Fernando le imponía. El doctor no le dio razones para la primera perdida para él todo había estado bien, cosas que pasan, de manera que no tenía que llevar ninguna rutina especial ahora, ningún cuidado en particular.

La segunda vez estaba durmiendo. Había pasado un día reposado, fue a una heladería con su madre y luego a casa, vio revistas, nada estresante, inclusive colgó tres llamadas de Fernando a su móvil, esos trabajos aburrían y el sueldo asignado no era ni parecido al de Yvonne, tampoco la recompensa que esta se había llevado al casarse con aquel extraño que reía a su lado en las fotografías de las redes. Su salario junto con el de Antonio los hacía vivir cómodamente pero si no fuese por la ayuda de su madre pocos lujos podría darse.

Además quería hacerse de su propio círculo, no depender de las citas con las amigas de su madre, quería estar en lugares donde no sacaran a relucir la organización de Yvonne y tampoco aquella boda que no se dio.

La sangre al principio tibia se tornó fría y pegostosa, gritó y eso despertó a Antonio, después fueron al hospital, de nuevo había perdido al bebé.

No regresó a su apartamento esta vez. Tenía ojeras y estaba pálida. Antonio insistió en irse a su casa pero no quería estar ahí, pensaba que ese lugar le traería mucho dolor, debía salir de ahí, del dolor y en la casa grande estaba mejor atendida. Aunque lo dudó al principio la recuperación fue rápida y sólo se derrumbó de nuevo cuando nació esa niña. Los Fernandos enloquecieron, y no lo disimularon, ella volvió a pensar que donde fuera el tema de la capacidad de Yvonne para desarrollarse era sorprendente.

Obedeció a su madre. No vio las redes por un largo tiempo, salió del encierro y le exigió a Antonio que permaneciera por las noches en la casa grande. Para el desayuno el tema de la recién nacida era abrumador, veían videos y grababan audios, ella fingía, pero ahí nada podía hacer, sus hijos habían corrido con la sangre por sus piernas. La mirada de su madre además siempre estaba ahí para recordarle que ella si podía así que eso algo de fuerza le daba y como a ella le aburrían los largos elogios hacia Yvonne, sólo que ella si podía decirlo y muy alto, luego ambas se retiraban.

Más allá de BetelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora