Bajo el mar

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Coloqué el segundo zarcillo en mi oreja mirándome al espejo. Pegaditos y brillantes haciendo juego con el delgado collar plateado y la luminosidad de mi vestido de fiesta negro para embarazadas que desean irse de fiesta.

Pagamos cuatro habitaciones en un hotel de la ciudad para asistir a la boda de nuestro amigo Jasper. Mi embarazado estaba avanzado y a pesar deque me sentía muy bien, por las tardes solía dormir largas siestas.Comencé a tomar píldoras para la taquicardia y durante tres mesessufrí de terribles pesadillas. El niño se portaba muy bien dentro en mi panza, sin embargo, yo no era la misma desde que regresáramos de Madeira. Tomé la pintura roja para darle color a mis labios, era laesposa del padrino y debía destacar después de la novia.

Enla habitación contigua estaban mi madre e Isabel, ambas lucirían hermosas con sus atuendos esa noche. En el piso de abajo estaban Leo y Liborio estrenando por primera vez trajes de etiqueta y junto aellos mi hermano Fernando y mi ex secretaria Adriana.

Me alegró mucho verlos llegar juntos. No sabía. Fue una sorpresa.Nunca imaginé que Fernando se fijaría en una de las secretarias de Limongi y ella creo que tampoco, porque llegó apenada luciendo un hermoso y valioso anillo de compromiso. Fernando no había estado solo después de todo aquellos meses y Adriana solía ponerme al tanto sobre sus estados de depresión. Para él había sido más que difícil desde el principio, si quería que yo fuera pero al mismo tiempo me decía que no tenía porque sentirme con la responsabilidad de ir y cuando fui bueno paso lo que pasó.

Lo cierto es que no sólo se quedó sin sus padres, porque olvidarlo todo era casi imposible, olvidar todo desde el principio de hace treinta años era muy difícil. Esquivar los problemas que ocasionaron las acciones de ellos no fue tarea fácil. Enfrentar a María de Lourdes y sacar adelante a Limongi...nada fue fácil pero tenía a Adriana.

Mi nombre seguía siendo Teixeira, si embargo, me sentía extraña al llevarlo y que mis hijos lo llevaran siendo realmente una Lombardo,era lo que quería pero como decía Vanda no había que darle importancia a una pequeñez tan insignificante.

Fui hasta el centro de la habitación a buscar las sandalias que usaría.Las calcé sin dificultad, en cualquier momento alguien aparecería por mí y debía estar lista para irnos a la iglesia. Seguramente ya Ensuan y Graciela se habían cansado de recorrer el hotel y traían el fastidio de esperarme en sus rostros.

Las cosas entre nosotros marchaban mejor que nunca. El se había vuelto un tanto más comprensivo, en ocasiones creo que me tenía lástima por la familia que me gastaba. Hasta me aconsejó que aceptara las llamadas de papá y lo hice. Tuve que tragar varias veces cuando escuché su voz, lo quería mucho, tal vez él siempre estuvo del lado de Gracias en agradecimiento a que me criara sin hacer diferencias aparentes.

Escucharlo,seguirle una conversación me liberó. Ya llevaba meses de mi regreso y sabía lo triste que él se encontraba después que nos vinimos de regreso a Betel. Sabía que estaba arrepentido y como siempre,queriendo a Graciela como se que la quería y al pequeño Rafael que venía en camino, depositó ese famoso fideicomiso en mi cuenta. Gran parte de Limongi se encontraba ahora en mis arcas, tal vez no lo decía pero quería recompensar a Vanda por tantos años de silencio,o era para menos. Pude interrogarle posteriormente que llegáramos y ella nunca más tuvo nada que ver con él. Creo que nunca lo quiso,sólo fue algo así como un favor a un patrón que la necesitaba en ese momento y la recompensa pues ahora era yo. No un niño deseado,acomodado o esperado, yo, y por más que luchaba por liberarme deesos pensamientos casi no podía. Así que acepté el dinero y loemplee en agrandar nuestra casa, acomodar la de Isabel y construir otras cosas en las áreas libres de Betel. Pensamos en un pequeño negocio en el pueblo que comenzaríamos luego de que yo diera a luz ya partir de ahí las tres nos ocuparíamos.

Más allá de BetelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora