CAPÍTULO DOS.
UN PADRE SIN RECUERDOS
Cordelia subió al elevador del hospital con pasos lentos, como si evitase apresurarse. No quería enfrentarse a esa escena de nuevo. Inspiró profundo antes de oprimir el cuarto botón y las puertas se cerraron silenciosamente.
Estaba a dos días de iniciar su sexto año en el colegio Hogwarts. Por lo tanto, utilizaría esas cuarenta y ocho horas restantes de vacaciones para completar algunos asuntos.
Abandonó el elevador manteniéndose inexpresiva; pero cualquiera podría avistar su inusual palidez. Se dirigió a la última puerta blanca del pasillo y entró sin ganas. La sanadora le suministraba a un carismático Gilderoy Lockhart una de las pociones que debía ingerir y el hombre, quien parecía más niño que hombre, bosquejó la más graciosa mueca de asco.
Posiblemente, debido al amargo sabor que se escurrió por su garganta. Como siempre, el rizado cabello rubio cubría su frente y detonaba un carácter infantil en todo momento. A ojos de Cordelia, su padre parecía un niño inocente de cualquier atrocidad que pudiese presentarse en el mundo.
Entonces, todavía molesto por haber bebido algo tan feo, la observó con una chispa en su mirada color miel. Definitivamente esa soledad se esfumó por completo.
— ¡Hola, pelirroja!
Cordelia carraspeó, incómoda. Un par de veces al mes se atrevía a poner un pie en el dichoso hospital para visitar a su enfermo padre, sin expresión ni tampoco ganas de enfrentarse a una maligna realidad. Le provocaba inestabilidad emocional estar ahí, aunque jamás podría abandonarlo.
Por alguna razón, apreciar su inocente sonrisa tan conocida dibujándose en aquel rostro le provocaba regocijo. Después de todo, siempre dio su vida por ella. Caminó elegantemente, quizá ahogando lágrimas, hacia a la cama y le lanzó un paquete de chocolates en las manos sin decir nada.
Él sonrió gustoso por el gesto. Desenvolvió el dulce para segundos después llevarlo a su boca.
— ¡Es divertido volver a verte, pelirroja! —exclamó él con emoción—. ¿Podemos jugar ajedrez de nuevo? ¡Estoy seguro de que esta vez podré vencerte!
— Sabes que no puedo desistir de venir.
La pelirroja le sonrió como pudo, aunque parecía más una mueca cargada de aflicción que otra cosa.
Después asintió con la cabeza.
Mirándola con ternura, la sanadora de tez morena, quien lo había atendido desde el primer momento, se alegró de verla nuevamente en dicha habitación. Extendió la pequeña mesa blanca anexada a la camilla y encima colocó el tablero de ajedrez junto con las piezas. Se retiró poco después.
Cordelia jugaba el rojo, Gilderoy jugaba al verde. Durante esos cuatro años había sido así.
El hombre ni siquiera recordaba que ella era su hija primogénita y única heredera de su matrimonio con una bruja de sangre pura. Los sanadores le habían dicho que revelarle una información tan importante podría empeorar su inestabilidad mental. No obstante, ella difería en aquella decisión; pues, ya pasados cuatro años, su padre jamás recibiría cura para aquel hechizo que atormentaba sus sentires.
¿Qué podría ser peor que vivir sin su padre?
Tenía dos bóvedas a disposición para cancelar cuotas del hospital. Usaba con libertad el perteneciente dinero a Lockhart, además de recibir inevitablemente ingresos de su multimillonaria familia materna, los Rowle.
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The Queen & The Prince | Severus Snape
FanfictionCordelia Lockhart creyó que podría salvar su alma ofreciéndose al Señor Tenebroso. En su sexto año se le encomendó la peligrosa misión de cuidar y vigilar a Draco Malfoy. Ha perdido; ha amado. Severus Snape nunca admitiría que estaba enamorado de e...