CAPÍTULO ONCE

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CAPÍTULO ONCE.
RECORDAR ES SINÓNIMO DE LLORAR


Al paso de una semana Cordelia logró recuperar las fuerzas para levantarse por sí sola de la cama y deambular por los corredores de la mansión Malfoy, acudiendo a las reuniones urgentes que se celebraban con la presencia del Señor Tenebroso.

Voldemort cumplió su promesa para con el linaje de la casa, dejando en libertad a Lucius de la prisión Azkaban por el éxito de la misión. Aunque el mago oscuro no perdía la oportunidad de humillar a la familia cada vez que podía.

No había visto a Snape desde que él se marchó esa mañana de su habitación, pues él ni siquiera estaba en la casa. Una fría, aunque hermosa cicatriz de color negro cubría gran parte de su cuello, casi rozando su yugular, por lo cual decidió cubrirla portando ropa de cuello alto.

Era cierto que era una herida casi mortal.

Entre la oscuridad de los corredores, se deslizó con pasos tranquilos. No podría contar las veces en las que se tumbó para admirar el cielo desde el jardín. Solía imaginarse cómo habría sobrevivido de haber tomado las decisiones correctas, dónde estaría ahora si nunca se hubiese unido a los mortífagos.

Habría conocido a Snape, pero probablemente sería invisible para él. Irónico. Porque ella continuaba siendo tan solo una pequeña gota de agua en la inmensa memoria del profesor.

No había visto a ningún Malfoy fuera de las reuniones de emergencia. Cordelia se encontraba más que preocupada por Draco. ¿Él estaría bien? Probablemente, sí. Entonces, apareció Snape mirándolo con ojos oscuros; luego, la detalló de pies a cabeza, apreciando su encantadora belleza.

— Ni yo entiendo cómo puedo ser tan sensible y fría al mismo tiempo. Pero —susurró—, ¿tú lo entiendes?

— Ni yo comprendo cómo puedes cometer esa insensatez, pero me lo esperaba de ti. Eres la hija de Lockhart después de todo. No deberías estar paseando por aquí.

Quiso girarse y correr hacia los brazos de Severus cuando escuchó su voz, pero se quedó de pie frente a la ventana como si no le importase absolutamente nada. El corazón le bombeaba con fuerza en el pecho e intentó mantener su mente en blanco, no quería otro accidente como el anterior, no permitiría que el profesor volviese a ver sus memorias.

Esa noche solo llevaba puesto un vestido victoriano de color verde esmeralda, que dejaba al descubierto su marcado cuello, pero que no poseía mangas largas.

Decir que todavía reposaba una marca un tanto rojiza en su nuca era poco, ya que hasta su pecho tenía una que otra señal de su aventura de días antes. Sí, se había acostado con Draco. De nuevo. E intentando pasar desapercibida, se colocó el cabello a ambos lados de los hombros.

— Vaya, Lockhart. Parece que le ha picado uno que otro mosquito, qué conveniente. Debería tener mayor sensatez para no crear malentendidos.

Cordelia le miró por encima del hombro, con recelo.

— Sinceramente no veo en qué le incumbe a usted, profesor Snape. Ahora si me disculpa, debo ir a perder mi tiempo con algo más interesante.

Sin previo aviso, Snape la tomó de los hombros y la empujó contra la pared con fuerza, sujetó a la muchacha por las muñecas y después la acorraló con su cuerpo. Ella se sentía contra la espada y la pared. Cordelia levantó el mentón de forma retadora, sin mostrar ni una sola expresión en su semblante, aunque por dentro estuviera sacudiéndose de miedo por acción del profesor.

The Queen & The Prince | Severus SnapeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora