EXTRA UNO

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Snape revolvió la poción con suavidad, en el movimiento indicado y con la atención en la Amorternia que se encontraba preparando justo en ese instante, apoyó la mano izquierda en la mesa mientras que continuaba atento en los ingredientes

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Snape revolvió la poción con suavidad, en el movimiento indicado y con la atención en la Amorternia que se encontraba preparando justo en ese instante, apoyó la mano izquierda en la mesa mientras que continuaba atento en los ingredientes. De pronto sintió su cintura ser aprisionada por su chica. 

No se sobresaltó, pero vaya que se sorprendió. Entonces, ella recargó su cabeza de la espalda de él para inspirar su aroma con libertad. 

Se quedaron así por un rato. Él continuaba trabajando en la infusión a la par que Cordelia le dedicaba pequeños besos por todo su cuello, haciéndole perder de vez en cuando la concentración. Entonces echó la cabeza hacia atrás y dejó el cucharon intacto.

Esa muchacha, su esposa, iba a terminar enloqueciéndole. 

Varias corrientes eléctricas le recorrieron el cuerpo con cada beso en su cuello y con cada caricia en su abdomen, suspiró con sutileza, después de ello, su esposa dejó escapar una débil risita antes de volver a besarle la mejilla, poniéndose de puntillas.

— Extrañé cada sensación de tenerte cerca. —saludó sin dejar de acariciarle.

— Cordelia. —dijo él con la mirada fija en la poción.

— Deja eso y ven a la cama. —susurró deslizando sus manos por dentro de la túnica.

Snape no respondió. Seguía concentrado en desenvolverse sin equivocaciones. Resultó en que Cordelia esbozara un pequeño puchero, soltando su cintura y rodeando la mesa mientras peinaba sus escarlatas cabellos hacia atrás. Estaba seduciéndolo.

— ¿Podrías dejar eso y venir conmigo, cariño?

Él miró a duras penas ese comportamiento agresivo; iba a volverlo loco. Reconoció entonces su camisa blanca de botones cubriendo su posible desnudez. Le quedaba tan grande que cubría delicadamente sus pálidos muslos. Lockhart jugó sucio desabotonándose la prenda.

Consciente de que Severus prestaba genuina atención a sus movimientos, echó la camisa al suelo mostrándose cubierta por ropa interior. Hermosa como de costumbre. 

Snape conocía cada rincón de su cuerpo a la perfección. Ella era preciosa y nunca podría ponerlo en duda. Dejó de mirarla cuando sintió un escalofrío recorrer su anatomía: ambos posiblemente estaban bajo efectos de la poción. Olía a tierra mojada impregnada con vainilla, un aroma tan fuerte que embelesaría a cualquiera.

— ¿Qué diablos estás haciendo? —masculló entre dientes.

La vislumbró subirse a la mesa con las piernas cruzadas; parecía que lo estaba desnudando con la mirada rebosante de lujuria. Unos llamativos ojos ardiendo en un bonito infierno. Cordelia conocía cómo hacerle perder el control de sus emociones volviéndolo sumiso a sus deseos. Equivocándose desde un principio Snape siguió mirándola.

— Yo no estoy haciendo nada. –respondió.

Había falsa inocencia en su tono de voz. Severus tuvo que distraerse echándole un pequeño ingrediente más a la poción, intentando mantenerse tranquilo inclusive cuando estaba perdiendo totalmente la cabeza. 

— Creo que la Amorternia realmente te está alterando los sentidos, cariño, deberías descansar un poco. —Cordelia era tan maliciosa y astuta como una serpiente, pero tan insensata como un león. No había cambiado ni un poco en todos esos año—. Yo la terminaré si gustas.

Ella tenía razón, él estaba totalmente fuera de sus sentidos. 

Pagaría por hacerse pasar por lista. En un parpadear había rodeado la mesa y ahora besaba apasionadamente sus labios, importándole muy poco ser brusco con ella. Necesitaba sentirse dominante después de haber caído derechito en su trampa. Cordelia sabía a fresas, sus escarlatas cabellos olían a gardenias y su piel emanaba un delicioso aroma a vainilla. 

— ¿Acaso tienes ganas de vengarte un poco?

Cordelia le acarició el rostro a su amado, mientras que lo miraba a los ojos y era invadida por él. Pequeños gemidos escapaban de sus rojos labios. Sonidos que sin duda eran adictivos a opinión del hombre que se encargaba de brindarle placer. 

Todavía les sorprendía cómo sus cuerpos podían unirse de una forma tan magistral, cómo sus dedos enviaban corrientes eléctricas por sus extremidades, el cómo sus belfos estaban hechos el uno para el otro. 

Adicción: esa era la palabra que los describía. 

Fervor por ambas partes. 

Snape la estaba tomando con brusquedad, pero la de cabellos escarlatas sabía que debajo de toda esa fachada de chico indiferente, se encontraba un hombre que le amaba con tanta locura como ella le amaba a él.

Entonces, de un momento a otro, él le acarició las mejillas con demasiada dulzura.

— No lo repetiré de nuevo, así que escucha bien.

Se hizo silencio entre ambos. 

— Te amo. —dictó sin dejar de mirarla.

La pelirroja sintió mariposas en el estómago. Miró al hombre como si él fuera la octava maravilla del mundo, pues nunca se había sentido tan amada como en ese momento. Finalmente estaba escuchando las palabras que siempre quiso oír por parte de Severus. 

Su esposo le acarició el rostro, a sabiendas de la impresión que causó en su esposa. Besó sus labios con lentitud, un ósculo lento que fue parado a los pocos segundos por Cordelia, quien le miró con esparcimiento.

— No te escuché bien, Severus, ¿qué fue lo que dijiste? —lo retó ella, divertida, en un intento de no hacer notable su asombro por dichas palabras.

Su esposo no desvió la mirada.

De hecho, le besó los labios momentáneamente.

— Dije que te amo, insensata. —repitió con dulzura.

— Creí que no lo ibas a repetir. —se asombró por segunda vez.

— Tú lo vales. —terminó la conversación, uniendo sus belfos nuevamente un ósculo.


AFTER ALL
THIS TIME?

ALWAYS

The Queen & The Prince | Severus SnapeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora