CAPÍTULO CINCO

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CAPÍTULO CINCO.
QUIDDITCH Y SUS DESASTRES


Maldijo el día en el que se le ocurrió asistir a las pruebas de Quidditch. Maldijo que fue Draco quien la convenció.

Se levantó de las cómodas gradas a regañadientes bajo la atenta de los espectadores del dichoso partido. En dichos momentos, realmente quería desaparecer sin que nadie lo notase. ¿Por qué demonios Harper tuvo que ser golpeado por una jodida Bludger? ¿Acaso Crabbe no sabía hacer bien un trabajo tan sencillo como golpear una maldita pelota? Madame Hooch, sin ánimos, estaba gritando instrucciones. La profesora le sonrió con orgullo para después tenderle una de las escobas de vuelo.

Cordelia cogió dicho objeto con los ojos en blanco.

— ¿Insinúa que debo ir al campo justo ahora?

— ¡Claro que sí! Ahora mismo. —exclamó Rolanda, como si fuese lo más indiscutible del mundo—. Eres la tercera buscadora sustituta del equipo de Slytherin, así que ve a cambiarte por el uniforme velozmente, sin rechistar.

Cordelia la miró como si estuviese loca, muy horrorizada. Llovía a cántaros y sostenía la escoba con repulsión.

— ¡Rápido, muchacha! ¿Acaso estás esperando una fotografía? ¡Muévete, muévete!

— ¡Vale, ya lo he comprendido!

Salió del campo con un ligero trote hacia los vestidores.

Por lo menos, lo único que debía hacer era buscar la escurridiza Snitch dorada para ganar el partido, porque si no atrapaba la estúpida pelotita, ya podía hacerse idea de que el equipo iba a ponerla bajo tierra. Se recogió los pelirrojos cabellos en una coleta alta y regresó al estadio.

No se molestó en apresurar el paso. En cuanto Urquhart le miró, se le acercó con vehemencia y segundos después la pescó del brazo con brusquedad, enfurecida.

Tampoco prestó ni la más mínima atención al plan, pero debería hacerlo, para ganar el partido. Cordelia trabajaba fácil: volar, atrapar la Snitch y ganar. Sin tantos planes. Debía ser más astuta y veloz que Harry Potter.

Cuando escuchó el molesto pito que daba inicio a la continuación del juego, montaron sus escobas en cuestión de segundos y se elevaron por los cielos con prontitud, con la lluvia torrencial impactándoles sin remordimiento alguno. Cordelia no tenía idea de cuántas veces había suspirado en tan solo diez minutos. Sabía que no importaban todas las anotaciones que marcaran a través de los aros.

Snape casi se ahogó con el agua que bebía cuando reconoció aquellos cabellos rojos revolotear en el viento con libertad, hasta ese momento era la mayor tontería que había cometido la muchacha en su vida. Se veía delicada y frágil, vestida con las grotescas túnicas del equipo se veía totalmente fuera de lugar, aunque no podía negar que dominaba perfectamente el arte de la escoba. Slytherin no ganaría el partido.

En medio de un torbellino lleno de emociones, los dos buscadores se deslizaron con velocidad a través de las potentes gotas de lluvia, con la atención fija encima de la Snitch dorada, como si fuesen dos cazadores en busca de su presa.

Cordelia se humedeció el labio cuando una Bludger le pasó por junto y fue rápidamente golpeada por Crabbe, quien sonrió con egocentrismo cuando la desvió sin esfuerzo.

La pelirroja tenía puesta su entera y atención sobre la escurridiza Snitch, pero también a su alrededor, no siendo tan inculta como para no saber que debía proteger su cuerpo a toda costa. Evitaba terminar en la enfermería. Forzó la vista cuando la niebla se hizo presente en el estadio por consecuencia de la torrencial lluvia. Suspiró agotada por el ambiente.

The Queen & The Prince | Severus SnapeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora