CAPÍTULO SIETE.
REVELACIONES DEL BAILE
Ignoró olímpicamente a Amelia durante todo el día, tratándola como si no existiera. Estaba tan furiosa que podría asesinarla si perdía el control. Nunca antes había sentido tanta repulsión centrada en una bruja sangre limpia.
Marcaban las ocho de la noche cuando se dirigió lentamente hacia el despacho del profesor Snape. Iba retrasada por haberse entretenido por los corredores. No quería acelerar el paso adelantando su condena. Una vez estuvo ahí no se molestó en tocar; dentro, siempre taciturno, él se hallaba otorgando últimos ingredientes a una poción.
— ¿Irás a la fiesta de navidad del Club de las Eminencias?
— Siéntate. —ordenó Snape—. Ya has llegado demasiado tarde.
— Lo siento; estaba ocupada. —Lockhart se echó el cabello hacia atrás y tomó asiento—. ¿Será lo mismo de siempre? Ya sabes, poner la mente en blanco para que no puedas indagar en ella y todo eso. Cuenta hasta tres, porque realmente no creo estar lista para...
— ¡Legeremens! —exclamó Severus, apuntándola con la varita sin previo aviso.
— ¡SEVERUS! —chilló Cordelia por la sorpresa.
Su mente voló en miles de fragmentos, en todos los colores habidos y por haber a la velocidad de la luz. Intentó reprimir con todas sus fuerzas las ansias de dejar divagar sus pensamientos, pero no pudo. Aunque a decir verdad, no le molestó en lo absoluto.
Snape entró en su mente con libertad.
Tenía unos trece años en el recuerdo.
Sus ojos estaban apagados y ese semblante nostálgico preocuparía inclusive a sus enemigos. Unas enormes ojeras debajo de su mirar. Estaba de pie frente a una camilla blanca en donde lucía un confundido Gilderoy Lockhart, mirando a los lados sin tener idea de dónde demonios se encontraba.
— Lo siento, pero no puedo reconocerte. —Gilderoy dijo, casi triste y confundido—. ¿Eras alguien muy importante en mi vida? No recuerdo absolutamente nada. Estoy casi seguro de que en mi vida te había visto. Lo siento, niña.
Ahora tenía quince años, con los mechones rojos envueltos en una trenza y una mueca de dolor en su pálido rostro. Después gritó de dolor; no supo si en el pasado o futuro.
Voldemort sonrió satisfecho cuando soltó su brazo y le miró con suspicacia. La asquerosa Marca Tenebrosa adornaba su pálida piel cual bonito tatuaje muggle, ocasionando una mirada de agradecimiento y temor por parte de Cordelia.
— Serás mi espía en Hogwarts, mi querida Cordelia. —dictó el mago tenebroso—. Si cumples correctamente con el trato, entonces no dudaré en devolverle todos los recuerdos a tu padre, vivirán contentos bajo mi utopía. Siendo parte de mis filas.
— Estoy más que honrada por ello, mi señor.
Los dolorosos y amargos recuerdos se desvanecieron de forma repentina. Cordelia, ahogada entre sus lágrimas, estuvo regresando a la realidad sintiendo el llanto cortando su garganta. Observó al profesor Snape con rencor, con odio, por haberle recordado esos momentos tan oscuros de su existencia.
Snape parecía molesto, seguramente porque después de tantas lecciones de Oclumancia, clases muy largas, ella no había logrado disipar el ataque. Pero a Cordelia ahora le valía una completa mierda. Lo único que quería hacer era salir de allí. La Marca Tenebrosa le ardió en el brazo, haciéndole recordatorio de que se encontraba en su piel.
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The Queen & The Prince | Severus Snape
FanfictionCordelia Lockhart creyó que podría salvar su alma ofreciéndose al Señor Tenebroso. En su sexto año se le encomendó la peligrosa misión de cuidar y vigilar a Draco Malfoy. Ha perdido; ha amado. Severus Snape nunca admitiría que estaba enamorado de e...