Salí de la piscina del hotel riendo, dejando a Natalie y a Tom "jugando". Corrí hasta la toalla, enrrollándome con ella para secarme lo antes posible. No es que hiciera frío pero cuando el viento soplaba lograba ponerme la carne de gallina.
Así caminé hacia el jacuzzi que se encontraba a un par de pasos de las hamacas. Allí seguía Armie, con los codos apoyados en el bordillo y las caras gafas de sol ocultando sus ojos azules.
Sonreí algo sonrrojada, recordando cómo ambos habíamos acudido a la habitación del otro en mitad de la noche.
Natalie había ganado, había conseguido que Armie se enamorara de mí en esas extrañas pero fabulosas vacaciones... aunque según ella y Tom, el rubio había querido ser más que mi amigo mucho antes de que se les ocurriera planear el viaje a Hawaii.
—Aloha, extraño —reí mientras me sentaba en la orilla del jacuzzi e introducía mis piernas en la tibia agua, asegurándome de que no mojaba la toalla.
Armie sonrió y se quitó las gafas, mostrándome su perfecta dentadura blanca para después girarse sobre su cuerpo de modo que quedó entre mis piernas.
Traté de no reir como una histérica.
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Era tan jodidamente guapo que parecía imposible.
Y brillaba.
Brillaba como el mismísimo sol. Quería llegar a ser actor y yo apostaba mi cabeza a que lo sería. Era, simplemente, el hombre más bello del mundo.
—¿Qué tal estás, Baby? —preguntó con dobles intenciones, haciéndome ruborizar con violencia.
—Muy bien —respondí sin embargo.
Armie me había tratado con tanta dulzura y generosidad que sólo me había dolido un poco al principio. Todo lo contrario que Natalie, quien perdió la virginidad en una noche de parranda y desenfreno, algo de lo que siempre se arrepentiría.
Pero yo no.
Lo de anoche había sido increíble y especial.
Armie me besó la piel a la altura de mis rodillas, propagando escalofríos por todo mi cuerpo.
—¿No se lo has dicho a Natalie? —arqueó una ceja.
—Creo que lo sabe —reí pues mi amiga me conocía demasiado bien como para no reconocer a la "nueva yo"—. ¿Y tú a Tom? —le devolví la pregunta.
—Creo que está demasiado ocupado en otras cosas —bromeó, señalando cómo nuestros amigos se devoraban a besos sin ningún tipo de pudor.
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Los dos nos carcajeamos durante unos segundos. Para cuando me tranquilicé, Armie había empezado a acariciar y besar mis piernas, observándome con esos ojos tan preciosos.
—Eres tan bonita —susurró, frotando sus labios contra mis muslos, haciéndome estremecer de tal manera que todos los pelos de mi cuerpo se erizaron.
Armie rió entre dientes y después salió del jacuzzi para sentarse a mi lado, ofreciéndome una espectacular vista de su pecho y abdomen. Ambos bien trabajados y tonificados.
Su piel bronceada brillaba a la luz del sol mientras que las finas gotas de agua resbalaban desde sus clavículas hasta los pliegues de su bañador negro.
Lo miré con cariño, queriendo que él supiera que para mí era mucho más que una simple noche en Hawaii, que quería llevar eso hasta casa y hacerlo crecer.
Armie me devolvió el gesto con la misma intensidad, alzando una de sus manos para apartar algunas mechas de cabello de mi rostro.
—¿Puedo? —pregunté algo indecisa cuando apenas me incliné hacia él.
El rubio me regaló una medio sonrisa resplandeciente.
—No hace falta que me preguntes... hazlo —habló antes de que yo lo besara.
Sus cálidos labios enseguida envolvieron los míos, haciéndome recordar lo experimentado que él estaba en comparación conmigo... sin embargo eso era algo que no me preocupaba.
Armie no era mala persona, mucho menos un mal hombre.
Confiaba en él.
Sabía que no me engañaría, que me dejaría claro que esto sólo era un lío tonto para pasar el rato si es que así era.
Pero no, todo lo que él había hecho había sido darme señales de que de verdad le importaba. Así que no me molestaba su trayectoria como mujeriego. A Natalie también le gustaba la marcha pero llevaba con Tom más de seis meses y sin ninguna infidelidad de por medio.
Me pegué al cuerpo del rubio, quien a su vez me abrazó con caballerosidad, sin toquetear o pasarse con la lengua. Tan sólo me besaba tal y como yo lo deseaba... y era perfecto.
Nos separamos unos centímetros para mirarnos a los ojos, diciéndonos el uno al otro lo felices que estábamos de encontrarnos en esa situación, una situación que nunca creí posible porque él era demasiado bueno para mí. O eso creía.
—Preciosa —susurró contra mis labios, acariciándome el mojado vello cabelludo con las yemas de sus dedos—, eres preciosa, Baby —apenas reiteró, sonriendo como un ángel a pocos centímetros de mi propia boca.
Yo le acaricié el rostro, parándome en sus mejillas para que él se acomodara en ellas. Suspiró con livieza y cerró los ojos como si estuviera en medio de un sueño.
Besuqueé las comisuras de sus labios, pensando en cuanto quería que nuestra relación durara... que durara para siempre.
—Armie... —lo llamé, haciéndole separar los párpados, que me mostraron sus increíbles ojos oceánicos, radiantes y llenos de luz—. Te quiero —susurré, deseando poder decirle esas palabras durante mucho, mucho, mucho tiempo.
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Hola a mis lectores!
Aquí os dejo un One Shot que tenía a la mitad desde hacía milenios. Armie Hammer es 😌❤
