Capitulo 17

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CAPITULO 17

KAY

¿Cómo demonios se le ocurre hacer eso a Atenea? ¿Qué acaso está loca? ¿O no me ha contado de sus impulsos suicidas?

Ella distrajo a una bestia de 2 metros para darme la oportunidad de buscar a Kristen.

Puede estar muerta.

Y se ha convertido en alguien a quien realmente admiro.

Me escabullo entre los arbustos una vez que el oso se ha ido. Confió en Atenea, ella puede hacerlo. Ella es veloz y ágil, podrá escapar. Suelo repetirme cosas cuando estoy muy nervioso, solo quiero que Atenea este bien.

Cuando la vea nose si abrazarla o gritarle por su estúpida decisión.

Aproximadamente después de 20 minutos puedo localizar a Kristen. Estaba sentada al lado de un gran árbol llorando como una niña pequeña.

Nunca me han gustado las chicas cobardes. Y al parecer Kristen es una de ellas.

-¡Kristen!- grito alzando los brazos.

Ella me ve y corre hacia mí, yo la atrapo y le doy un abrazo.

-¡Oh Kay! ¡Estaba tan asustada! Yo… 

-Calla, tenemos que buscar a alguien.

-¿Qué?- pregunta confundida.

-Luego te explico, solo…ayúdame a buscarla.

Kristen me ve confundida y me toma de la mano. Yo no le digo nada, pero si me doy cuenta. Quizás ella siga confundida, pero no me preocupa. En cuanto vea el pedazo de mierda que soy, se alejara de mí.

La guio por los arboles, alzo la vista. Está comenzando a asomarse el sol, tenemos cuando mucho unos 5 minutos. Me arriesgo y llamo a Atenea.

-¡Atenea!- grito.

Mi voz hace eco, pero no recibo respuesta.

Mi cuerpo se tensa esperando lo peor.

-¿Atenea?-pregunta Kristen.

-Es una amiga.

No me pregunta nada más y trato de seguir el rastro de ella.

Es imposible, Atenea se mueve con tal agilidad y rapidez que no deja rastro alguno de su presencia. Ella me recuerda a un ciervo. Posee la belleza e inocencia de uno, pero también la valentía y la agilidad de un ciervo adulto.

Me concentro en seguir el rastro del oso y es más sencillo. Dejo una seria de plantas aplastadas y sus huellas siguen en la tierra. Atenea debe estar cerca.

Muevo la cabeza de un lado a otro tratando de ver una mata de cabello claro pero no encuentro nada. Entonces escucho algo.

-¿Qué se oye?- pregunta Kristen asustada.

Es algo mecánico, como un sonido de aspas. No es en tierra, tampoco es el sonido de un árbol, es en el cielo.

Cielo…

El tiempo se acabo.

-¡Al suelo!- le ordeno a Kristen.

Ella se agacha y en cuclillas nos acercamos a un grupo de arbustos. 

Esto está mal, está muy mal. Los helicópteros llegaran a la playa e inspeccionaran toda el área. El bosque está muy cerca. No podremos salir. Necesito pensar en una idea, necesito salvarnos.

El sonido se intensifica y los helicópteros pasan encima de nosotros sin vernos. Por lo pronto. Entonces se me ocurre algo que probablemente nos salve el pellejo.

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