Capitulo 21

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CAPITULO 21

ATENEA

Al día siguiente me despertó un aroma floral. Abrí los ojos sorprendida.

Una rosa roja estaba al lado de mi cama.

La tome con cuidado y aspire su aroma. Era tan delicado y fuerte. La rosa era hermosa.

¿Quién la habrá dejado aquí?

Busco debajo de la cama, debajo de la almohada para ver si dejaron una nota o algo parecido. O quizás yo la traje y se me olvido ponerla en un florero. O quizás alguien se metió por la ventana…

Me levante rápidamente y la cerré.

Mi respiración se calmo y observe la rosa con delicadeza mientras la ponía en un jarrón de mi habitación.

Salí a hurtadillas de mi recamara y salí de la casa. Tenía que conseguirle ropa nueva a Kristen y Kay si es que no tenían deseos de morir en las próximas horas.

No sabía a ciencia exacta porque estaba haciendo esto. Kay tenía razón, ellos eran apenas unos conocidos para mí. Ayer arriesgue mi propia vida en salvarlos y una vez mas lo estoy haciendo. También estoy arriesgando la vida de Grace, pero ¿Por qué lo hago? Y ¿Por qué no me detengo?

Fácil, porque no me puedo quitar a Kay de la cabeza.

Es más que solo atracción física, incluso podría serlo. Kay es…demasiado guapo. Es la encarnación de la masculinidad. Con sus rasgos finos y rectos, pómulos altos y ojos color azul cielo, que escudriñan en tu interior. Su mandíbula fuerte y cuadrada y sus músculos marcados en todo su torso.

Si es la clase de chico que causa esa impresión en las mujeres.

Sin embargo, aunque sea así de guapo, eso no me importa demasiado.

El actúa como un idiota un minuto y al siguiente actúa como si le importara. ¿Por qué demonios le importaría yo? ¡Ni siquiera nos conocemos! Bueno me refiero a que, yo si lo conozco a él, por supuesto que sí, pero él no me conoce. Es la primera vez que me ve, ¿Por qué actúa como si no lo fuera?

Porque quizás no lo es. Murmuro una voz queda en mi cabeza.

Sigo caminando con las manos crispadas en puños. No debo ceder ante él, no debo.

No debo.

Finalmente pude llegar a la casa de la costurera que vive más cerca de la casa. Es una señora mayor, retirada de la guerra y que se mantiene confeccionando uniformes. Ronda los 70 u 80 años, pero cose bien y el precio generalmente es bueno.

Paso por la puerta de su humilde casa y la encuentro a ella, sentada en una mecedora viendo televisión.

-Hola querida- me saluda levantando la mano.

-Buenos días señora May- la saludo con una sonrisa.

Ella se levanta pesadamente de su silla.

-¿En qué puedo ayudarte?

-Necesito dos uniformes para cadete. Uno de hombre y otro de mujer.

-Por supuesto- murmura mientras se desplaza hasta un viejo armario, polvoriento. Lo abre y ve los uniformes.

-¿De qué medida?

Me muerdo el labio, olvide preguntarles y si regreso se hará tarde y no podre regresar.

-Pues…la mujer es pequeña, use un uniforme una talla mayor que la mía y la del muchacho, bueno…la talla más grande que tenga- supuse, porque Kay es muy alto.

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