Capítulo 8:

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—"Los infinitos granos de arena y el fuerte viento constante. Como siempre, veo un desierto. Quería el mar, bebí de todos ustedes; pero mi boca se seca incluso más que antes...¿Es éste lugar? ¿He llegado al océano? ¿O es sólo un desierto azul?"...— Jin paró un momento de leer, admirando la hoja de papel con el asombroso trabajo en ella—"Donde hay esperanza, siempre hay dificultades"...— leyó el coro, sintiéndose mal por su amigo. Paró de hacerlo para mirarlo en el sillón y dejar la hoja sobre la mesa— No lo entiendo...eres increíble en ésto. Están desperdiciando un gran talento.—

—Tres canciones. Sólo tres canciones he logrado vender en éstos últimos meses— bufó, recargando sus codos en cada una de sus piernas. Frustrado, cubrió su rostro.—. Es inútil. Si sólo estuviera Yoongi aquí, yo...— paró al instante de mencionar al mayor, miró a Jin con arrepentimiento. Jin se limitó a mirar hacia otro lado, evadiendo su mirada—. Dios...lo siento, lo olvidé...—

—Está bien.—

—Hyung, debes dejar de culparte...No fue tu culpa. Nada de lo que pasó fue tu culpa.—

—Hablábamos sobre tu música.—

—Pasó hace ya varios años— dijo sin evadir el tema—. No me gusta verte así cada vez que es mencionado...¿Podemos hablar sobre las terapias? ¿Cómo vas con ellas?—

—Sabes que no me gusta hablar sobre ese tema.—

—Hay que afrontarlo Jin. Es la triste realidad, a mí también me dolió aceptarla, pero era la única opción. No puedes vivir con la culpa para siempre. Por favor...sabes que te apoyo y siempre estaré para ti, aún...—

—Tú música.— lanzó una mirada un tanto dura, queriendo evadir el tema.

Namjoon suspiró rendido. Sabía lo que esa mirada quería decir, no podía retomar el tema, Jin estaba incómodo. Odiaba que se sintiera de esa manera, razón por la que no continuó. Se mantuvo mirando una esquina de la sala, perdido.

—No sé qué haré.— dijo el castaño de Namjoon.

Su amigo fue a sentarse con él, a un lado, pero mirando al frente donde estaba la hoja de papel con la canción.

—Veré en qué más puedo ayudarte. Buscaré lugares, personas...— lo interrumpió Nam.

—Nada sirve. ¡Nada ha servido! No quiero sólo vender las canciones, quiero ser yo quien las cante— dijo saliendo de su trance, se paró del sofá—. ¿Qué es lo que falta?—

—Namjoon, no te falta nada. Tu música es asombrosa, tu voz y rap son igual de geniales. Yo tampoco entiendo qué es lo que pasa, pero estoy seguro de que habrá una compañía que te contratará. Sólo...hay que darle tiempo al tiempo.—

—Pues el jodido tiempo viene gateando.— se apartó de la sala y fue a la cocina.

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Carajo, pensó el pelinegro.

Soltó la pluma en el escritorio con notable enojo. Talló sus ojos al mismo tiempo que recargaba su espalda en su asiento. Escuchó el toque de la puerta.

—Pase.—

Un Hoseok con ropa cómoda y holgada llegó a su campo de visión una vez que la puerta se abrió. Éste esbozó una sonrisa al ver a Kook.

—Me voy a entrenar para la competencia, pedí permiso y me dejaron salir— borró su sonrisa al ver la expresión de su amigo—. Hey, hermano. ¿Estás bien?, te ves apagado.—

El chico lo decía por las pronunciadas ojeras del menor y la palidez que llevaba consigo desde que llegó a la compañía .

Jungkook negó. Su cabeza daba vueltas y las naúseas no lo dejaban tranquilo un segundo. Resultado de estar embriagado ayer.

Strawberries & Cigarettes; pjmDonde viven las historias. Descúbrelo ahora