Capítulo 14:

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—Su cabello luce horrible.—

—Da asco, ¿cierto? ¿Por qué usa ese tipo de ropa si su cuerpo no es delgado?—

—No quiero ni verla.—

—¿A ustedes qué carajos les importa?— intervino la chica en medio de la plática de sus amigas, interrumpiendo.

Las contrarias la miraron un tanto sorprendidas, no era que ella se expresara de esa manera. Al menos frente a ellas.

—No es que nos importe mucho, sólo...lo lamentamos por ella.— dijo una de ellas.

—Al hablar de ella le estás tomando importancia al asunto, sobre todo por lo que estás diciendo. ¿Tanto trabajo te cuesta quedarte callada?—

—¿Tú por qué la defiendes? ¿Te sientes identificada, acaso?— dijo una segunda voz.

—Las últimas semanas han estado hablando mierda de las personas a sus espaldas sin razón. No creí que llegaran a ser tan estúpidas como para ni siquiera tener una vida propia en la cual ocuparse.—

—¡Wahh!— se puso de pie la primera chica que habló—. ¿Qué modales te han dado? Somos mayores, no puedes hablarnos así. ¿O qué nunca te lo enseñaron?—

—¿Exiges respeto? Gánatelo. El respeto se gana.— Sunhee se levantó de la banca, tomando su mochila y se fue.

Nada ha cambiado. Dicen que el tiempo lo cura todo, pero se comienza a creer que es falso. Lo comienza a creer Sunhee al notar como todo sigue igual, o incluso, peor. La manera radical en la que las personas cambian, puede ser algo positivo, algo llamativo; sin embargo, como existe lo bueno, existe lo malo. Hay un lado contrario en el que ya no llama la atención de forma positiva y ya no es algo que te cause euforia. Se vuelve todo lo contrario cuando la gente cambia para mal, de manera errónea, con negatividad. Pareciera que la persona fuera completamente distinta al inicio, a tal punto de no llegar a reconocerla. Y en parte, en quererla lejos.
Unas semanas le bastaron a las amigas de Sunhee para cambiar y ser personas diferentes. No sabe con exactitud el tiempo, pero sabe que no fue tanto.

¿Qué fue lo que las hizo cambiar?

¿Qué fue lo que causó tanto cambio y cómo?

La chica no lo sabía. Nadie lo hacía.

Sunhee creía que era cuestión de tiempo o reflexión. Pero al parecer aquel momento nunca llegó para ellas. Continuaban criticando a cualquiera que se les atravesara en frente y seguían con la idea de que los demás eran inferiores.

Era desesperante para ella ver en lo que sus más preciadas amigas se habían combertido. Pero se agradecía a sí misma por haberse alejado y no haber terminado con el cerebro lavado como ellas.
Estaba sola, pues no encajaba con nadie más de ahí. Simplemente no lograba sentirse como lo hacía con ellas; y para ser sincera, las extrañaba. Extrañaba a sus amigas con las que reía a todo momento, con las que compartía recuerdos lindos y malos, con las que podía contar como fuese y las que la escuchaban. Extrañaba su compañía, pero la compañía de las antiguas ellas. No estas que habían cambiado.

Nuevamente, no le quedaba otra opción más que hundirse en su teléfono en la hora del almuerzo mientras comía, evitando esas miradas raras que ellas mismas le lanzaban desde hace ya mucho. Claro que Sunhee les restaba importancia, pero en cierto punto era irritante e incómodo, pero aún así, no significaba que se dejaría pisotear.

—Hola.— escuchó una voz masculina al frente suyo.

Alzó la mirada con pesadez, no queriendo hablar por el momento.

Strawberries & Cigarettes; pjmDonde viven las historias. Descúbrelo ahora