Capítulo 8

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Rosalie POV

Llegué al trabajo con tiempo de sobra para poder hablar un poco con Geo, quien no deja de contarme sobre el nuevo chico al que había conocido en esa fiesta de la otra noche, esta chica se parece un poco a mi hermana...le encanta la fiesta, sin embargo se controla un poco más y es capaz de pasar un fin de semana en casa viendo películas.

-Es todo un bizcocho- dice emocionada.

-Ya lo creo, tienes buenos gustos- ella asiente enérgicamente y en eso sus ojos se abren un poco más aunque rápidamente pone una cara de profesionalismo.

-¿Qué...

-Buenos días- dice otra voz a mis espaldas, miro a Geo y ella desvía su mirada hacia los papeles que tiene enfrente.

-Buenos días- murmuramos las dos al unísono y Alex por fin entra en mi campo de visión, trae dos vasos que intuyo son de café por ese delicioso aroma que sale por la diminuta rendija que tiene la tapa. Alex me sonríe y me pasa uno de los vasos.

-Que tengan lindo día- murmura antes de dar media vuelta y marcharse. Geo me mira y luego mira el vaso de café, un signo de interrogación se encuentra dibujado en su cara, aunque también puedo notar la emoción que eso le ha provocado.

-Te trajo café- susurra emocionada.

-Quizá había una oferta de dos por uno- respondo sin darle demasiada importancia.

-Alex Aldrich nunca le trae café a nadie, ni a Sebastian.

-Paranoica- replico tomando el vaso y huyendo de su mirada.- Me voy a trabajar antes de que hagas más planes raros con esa cabecita tuya, nos vemos en el almuerzo.

Mi amiga sonríe pícaramente y yo no puedo evitar sonreírle de regreso, ella está loca y yo...yo tengo un café americano, el cual es mi favorito.

Cuando llegué a mi escritorio Rick ya se encontraba a un lado en el suyo. Nuestros ojos conectaron y él sonrió de manera lobuna, y la razón de esa sonrisa de seguro eran las rosas que se encontraban sobre mi escritorio.

-Tu bombón las trajo hace unos minutos- me informó y yo gruñí por lo bajo cuando escuché cómo llamó a Sebastian.

-Geo te dijo el apodo, ¿cierto?- asiente.- No es mi bombón, es mi jefe.

-Pues llevo 2 años trabajando aquí y el jefe nunca me ha dejado rosas en mi escritorio- replica sin dejar de sonreír.

-Será porque eres hombre.

-No, es porque no soy una chica linda llamada Rosalie- se encoje de hombros y vuelve la vista hacia la computadora.- ¿Me ayudas con esto? Llevo intentando hacer las cuentas desde ayer pero joder, no me salen, no sé qué me está pasando.

-Claro, dame eso.

*****

Al abrir la puerta de mi departamento no pude evitar la cara de asombro.

-Hola.

-¿Qué haces aquí?- ahora él tenía la misma cara de asombro que yo.

-Uh, pasaba por aquí y pensé en que quizá aún no habías cenado y pues por esta calle venden unas pizzas muy ricas así que decidí traerte una- sonríe mientras eleva la caja de pizza hacia mí. En su cuerpo se nota la tensión y el nerviosismo que traía al venir aquí sin previo aviso.

-Gracias, pero pasa por favor- su suspiro no me pasa desapercibido.- La cocina está a la derecha.

Alex entra en mi cocina y yo voy tras él, mi cocina aún se mira un poco vacía ya que he preferido comprar cosas para la sala y para mi habitación que para la cocina, sólo tengo lo indispensable: refrigerador chico, estufa, mesa con cuatro sillas y un zinc.

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