La alarma del móvil de Nathalie sonó a la hora acostumbrada, pero hoy, mientras lo apagaba, un ronco quejido sonaba tras ella en la cama.
-¿Quién en su sano juicio se levanta tan temprano?
Ella sonrió complacida por la broma.
-La asistente personal de un capullo engreido que pretende que todo se haga según sus designios.
Gabriel se abrazó a ella bajo las sábanas y acarició su piel desnuda mientras bostezaba.
-Tu jefe es un gilipollas. ¿Por qué no pasas hoy de él y te quedas en la cama conmigo?
Nathalie le dio un lento beso en los labios y se deshizo de su agarre.
-Venga, hoy tienes un día agetreado. Y esta tarde vendrá Marinette a pasar un rato con Adrien.
-¿Marinette? -volvió a bostezar- Estupendo, así podré hablar con ella de mi propuesta. Quiero tener el menor trato posible con D'Etoile, pero el contrato con su empresa me favorece demasiado como para obviarlo.
La mujer se tensó al oír ese apellido, y rezó porque no se le notara el temblor en la voz al volver a hablar.
-No hagas eso, Adrien sólo tiene una hora para estar con ella entre su clase de esgrima y la de piano. Dales intimidad.
El diseñador pensó un momento y acabó contestando derrotado.
-Está bien, me reuniré con ella cuando mi hijo empiece con su clase. Resérvame ese tiempo para hablar con la chica, y encárgate de que ambos lo sepan.
-De acuerdo. Voy a... -miró a todos lados un poco cortada- ¿Te importa que me dé una ducha en tu baño?
Gabriel se movió sobre la cama, arrastrándose hasta ella y empezando a besar su espalda desde abajo hasta su cuello, acompañando la subida con suaves caricias por los brazos.
-Estás en tu casa, puedes hacer lo que tú quieras.
¿Qué era esa sensación que tenía alojada al fondo del pecho y que iba creciendo con cada palabra de su jefe? ¿Podría ser... Victoria? ¿Poder? Se giró muy despacio para mirarle agasajar su espalda desde la altura, disfrutando de la imagen del perfecto Gabriel Agreste recién levantado, sin un pelo en su sitio y con los ojos aún hinchados por el sueño. Era adorable, esa visión la hacía amarle todavía más si era posible. Se inclinó buscando de nuevo sus labios, dejando esta vez que sus sentimientos fluyeran a través de sus lenguas, y cuando se separó le besó la punta de la nariz antes de levantarse de la cama y acercarse al aseo paseando su exquisita desnudez con orgullo y confianza por todo el cuarto. Le oyó gruñir por detrás de ella mientras entraba en la habitación contigua para darse una necesaria ducha.El día no se hizo tan extraño como pensaban que sería. Nathalie volvió a su rutina sin ningún tipo de problema; Adrien agradeció su compañía en el coche de camino al instituto, pues aunque fuera callada, no lo era tanto como su guardaespaldas; Gabriel se sentía inspirado y sólo deseaba dibujar y sacar todas esas ideas de su cabeza, pero durante toda la mañana le surgían necesidades que requerían de las atenciones de su asistente. Ella, muy profesionalmente, atendía todos sus pedidos de forma ágil y competente, llevándose algún que otro cachete en el trasero, o caricia por la espalda bajo la ropa.
A la hora de la comida, un animado Gabriel quiso compartir el momento con su hijo, y así ir abriendo camino hacia la reunión de esa tarde con su novia. Llevaba un rato sentado a la mesa cuando se cansó de esperar al chico y decidió subir a su cuarto a buscarle, pues Nathalie había decidido abandonarle a su suerte justo ahora. Según se acercaba a la habitación podía escuchar el piano sonando ininterrumpidamente. Vaya, parecía que su hijo se estaba aplicando más de lo que él pensaba. Orgulloso, puso una mano en el pomo de la puerta, dispuesto a entrar y sacarle de su ensimismamiento musical, cuando un gemido al otro lado le desconcertó. No entendía muy bien lo que había escuchado, así que pegó la oreja a la madera para tratar de averiguar algo. Más gemidos. Su hijo gemía dentro de su habitación mientras... ¿Tocaba el piano? eso era una solemne tontería, estaba seguro de que se estaba confundiendo en algo. Abrió la puerta decidido, y se encontró a Adrien tumbado en la cama bocarriba, sujetandose a las sábanas con fuerza mientras se retorcia bajo la boca de la señorita Dupain-Cheng, quien atendía entregadamente la endurecida entrepierna del muchacho.
-¡Hijo! -exclamó sin poder contenerse al ver la escena.
Los chicos levantaron la cabeza y fijaron la vista en el patriarca de la familia Agreste, sin poder creer lo que estaban viendo. Adrien agarró la colcha de la cama y la pasó por encima de la cabeza de su chica, tratando de taparla.
-¡Padre! ¿Q... Qué haces aquí?
-Yo... -tartamudeó el otro- Venía a buscarte para comer. ¿Cuándo...? -Miró a Marinette bajo las mantas y volvió la vista a su hijo. Al fin cerró los ojos y se dio la vuelta-. Te espero... Os espero en el comedor. Bajad cuando estéis listos.
Dicho ésto, cerró la puerta y se marchó escaleras abajo en dirección a algún hoyo oscuro en el que ahogar la imagen de su hijo mientras le estaban practicando una felación.
Cuando volvió a entrar en el comedor de la mansión Nathalie volvía estar allí de pie tras su asiento.
-¿Dónde estabas? - Le preguntó extrañada. Cuando había vuelto del baño y no le había visto casi se había preocupado y todo.
Él la miró con el gesto duro antes de contestar.
-Viendo cómo a mi hijo le atendían sexualmente.
La cara de la asistente debió ser un poema en ese momento.
-¿Qué?
Gabriel se encogió de hombros y caminó hacia su silla para esperar a que sirvieran la comida.
-Acabo de encontrar a la señorita Dupain-Cheng haciéndole un "trabajito" a Adrien en su cuarto. ¿Qué tenemos hoy de menú?
La tablet de Nathalie resbaló de sus manos y casi da contra el suelo por la impresión de lo que acababa de escuchar.
-Pero... ¿Cómo? ¿Cuándo? Es...
-No lo sé, y creo que cuanto menos sepa mejor. Les he invitado a ambos a comer.
-¿Que has hecho qué? - preguntó sorprendida la asistente.
-¿Qué querías que hiciera? - respondió él enérgicamente, y tras un momento de silencio empezó a soltar una risita que acabó en carcajadas que arrastraron a la mujer a reír con él- Menudo panorama, Nath... No sabía dónde meterme.
Ella soltó otra carcajada por el comentario de su jefe y se acercó a él para ponerle una mano en el hombro y darle un beso en la frente.
-Dejemos pasar el incidente y probablemente los chicos lo acaben olvidando.
Él diseñador suspiró y colocó una mano sobre la de su ayudante, apretandola en un gesto en el que buscaba recibir todo ese apoyo que ella intentaba darle.
-Va a ser difícil olvidar esa imagen.
Las risas volvieron a la pareja, y allí estaban aún cuando la puerta se abrió y por ella pasó un avergonzado Adrien delante de una tremendamente colorada Marinette. Nathalie se alejó de ellos, buscando colarse por la puerta que daba a la cocina.
-Iré a decir que traigan ya la comida.
Gabriel la miró inquisitivamente. Otra vez le iba a dejar solo ante el peligro, y esta vez ella estaba disfrutándolo. Lo supo en cuanto vio esa media sonrisa en sus labios mientras abandonaba la habitación.
-Ho... Hola, padre - comenzó el chico con un millón de dudas en la mente.
-Hola hijo, ¿qué tal la mañana?
-Bi... Bien, como siempre.
-Estupendo, no espero menos de ti. Señorita Dupain-Cheng, mi intención era tener una reunión con usted esta tarde, pero ya que está aquí podemos aprovechar la comida para ir adelantando algo.
-¿Al...go? - preguntó la chica aún muerta de vergüenza.
-Sobre la propuesta que le hice, de colaborar conmigo en un proyecto. Espero que siga en pie.
Ella sacudió la cabeza para volver a la normalidad, aunque no lo consiguió del todo.
-Eh, sí, por supuesto.
-Bien - el camarero entró con tres primeros platos que colocó delante de cada uno de los comensales-. Le explicaré el tema, si os parece bien.
Adrien suspiró.
-Padre, ¿hasta una inocente comida familiar la vas a transformar en trabajo? No sé si quiero que Marinette trabaje contigo...
-¿Comida familiar? - preguntó Gabriel desconcertado, sintiendo un creciente calor en su pecho. Algo que pudo distinguir como "ilusión".
-Cielo, - interrumpió la chica casi en un susurro- no me importa. Y a tu padre parece que le urge bastante. Ya tendremos más oportunidades, te lo prometo - el chico sonrió y tomó una de las manos de su recién estrenada novia para besarla con ternura, y después asentir con seguridad-. No se preocupe, señor Agreste. Pero por favor le volvería a pedir que me llamara Marinette, y si no es mucha molestia, que me tuteara.
La sensación de calidez que el diseñador sentía se iba incrementando por momentos. Podría acostumbrarse a ésto. Quería acostumbrarse a ésto.
-Bueno, creo que dadas las circunstancias, sería del todo factible que ambos nos tuteáramos, ¿no crees, Marinette?
Una palmada sonó tras la silla del anfitrión. Adrien se dio cuenta de que Nathalie, que había vuelto a su sitio de siempre, se había llevado una mano a la frente al escuchar a su padre decir eso. ¿Acaso ella sabría lo que acababa de pasar en la habitación del muchacho? La asistente levantó la vista haca ellos y se topó con la del chico, interrogante. En respuesta, sólo cerró los ojos y negó con la cabeza. Mierda, lo sabía. A esa mujer no se le escapaba ni una.
-Como... Como quieras, Gabriel - dijo de pronto Marinette en un hilo de voz.
-Bien, te explicaré mi propuesta. Acabo de cerrar un contrato con una empresa para vender con ellos una colección exclusiva de mi firma. Mi idea es que seas tú quien la presente. Si te parece bien, esta tarde podemos empezar a ver diseños y te encargarás de elegir los que más te parezca a ti que pueden funcionar. Por supuesto, te pagaré por el trabajo realizado, pero el tema económico lo negociarás con mi asistente más tarde. ¿Qué te parece? Te dejaré tener total libertad con respecto a las decisiones e incluso modificaciones de los diseños.
Marinette se echó a reír. Todos la miraron sorprendidos, esperando saber qué le había pasado de repente. Cuando se dio cuenta de la presión de las miradas del resto, se serenó un poco y trató de explicarse.
-Perdón, es que me parece tan... Irreal ésto, que no lo asimilo.
-¿Irreal? - preguntó el diseñador- ¿Por qué?
-Porque todo esto es demasiado bonito para ser cierto. Jamás pensé tener una oportunidad así.
-Bueno - contestó él de nuevo-, tienes mucho talento, me has impresionado varias veces ya. Y las negociaciones con el dueño de esta empresa quiero evitarlas a toda costa. Y a ser posible, evitarselas también a mi asistente - los chicos notaron el cambio de atmósfera de golpe, y un escalofrío les recorrió el cuerpo. Nathalie se había quedado en shock al oírlo -. Así que me parece una gran ocasión para darle una oportunidad a una jovencita prometedora.
Marinette miró a Adrien para que este le mostrara el gato encerrado de dicha proposición. Él se encogió de hombros sin saber qué decir tampoco.
-Acepta, amor. Es una gran oportunidad para ti. No debes perderla, lo harás genial. Estoy seguro.
Ella le sonrió y luego volvió la vista a su padre con decisión.
-De acuerdo, acepto.
-Estupendo, revisarás las bases de tu contrato en cuanto estés lista - se dio la vuelta para llamar a su asistente-. Nath, encárgate de todo, y tenlo preparado antes de nuestra reunión de esta tarde.
Al escuchar el apelativo por el que el Gabriel acababa de nombrar a su ayudante, los chavales se miraron cómplices un segundo. ¿Se empezaban a destapar? Por si acaso, ellos no quisieron inmiscuirse en el tema que empezaba a ser un secreto a voces en la casa. Sobre todo por las voces que se habían estado escuchando durante todo el día anterior salir del dormitorio principal.
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Sin Remedio
RomanceCuando Gabriel Agreste toca fondo, Nathalie está ahí para ayudarle. Una historia diferente, de una pareja sin remedio. Drama, lemon y algunas risas. La portada corre a cargo de la magnífica @Bacitakarla que me la ha hecho especialmente para esta his...