Se Acabaron Las Dudas

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Remi saltaba de tejado en tejado a una velocidad pasmosa. Si Gabriel le había akumatizado, probablemente estaba pensando en algún tipo de juego macabro en el que se aprovecharía del chico para conseguir sus deseos, y eso era jugar muy sucio, pues con toda la historia que habían vivido con él, consideraba que debía haberse abstenido de tomar esa elección. Al no haberlo hecho, dejaba claras muchas cosas a ojos de Nathalie. O más bien, aún más claras. Duusu apareció a su lado mientras miraba por la ventana.
-Algo no está bien... -comentó la pequeña- Ese campeón está fuera de control.
-¿Fuera de control? -preguntó preocupada la mujer, recordando el día en que casi logran dar con Lepidóptero a través de uno de sus akumatizados.
-No noto que tenga esa conexión con Nooroo que les ata a él, ahora mismo está actuando por voluntad propia. Y eso puede ser muy peligroso...
Nathalie notó que un mal presentimiento inundaba su cuerpo, y sin esperar más, le dijo las palabras a su kwami para que la transformara. Debía comprobar que se equivocaba y que Gabriel estaba bien.
Corrió en dirección a la mansión Agreste, esperando no encontrar ningún problema al llegar. Pero sus esperanzas se vieron frustradas cuando divisó a Remi llegando a las inmediaciones.
-Gabrieeeel... -canturreaba mientras se acercaba y examinaba la casa para intentar encontrar por dónde entrar.
Enseguida, Lepidóptero apareció en el tejado y trató de hablar con él cara a cara, pero éste sólo negaba con la cabeza y le ignoraba, buscando al diseñador a través de los cristales. Mayura se colocó a su lado, enfrentando al akumatizado.
-¿Qué ha pasado? -preguntó con extrañeza y enfado en la voz.
-Es... Una larga historia. Ha escapado a mi control.
-Irónicamente, por sus ganas de querer matarte, ¿no?
Él la miró perspicaz.
-¿Qué le has hecho?
Ella se dio cuenta de la intención que llevaba su pregunta y se tensó.
-Le he dejado las cosas claras, nada más. Has sido tú quien le ha dado esos poderes...
-No sabía que se trataba de él hasta que aceptó el Akuma -dijo encogiendose de hombros-. Después, fue todo muy rápido.
-Tienes que volver a recuperar su control.
-No sé cómo hacerlo...
En ese momento, los héroes de París aparecieron a su lado sin saber del todo contra quién enfocarse.
-¡Lepidóptero! ¡Mayura!
Ladybug los miraba atónita mientras preparaba su yoyo para cualquier ataque o defensa que hiciera falta.
-Ésto no es cosa mía, niñata -contestó el villano enervado.
-¿Ah, no? ¿Entonces quién ha akumatizado a este pobre hombre?
El susodicho volvió a llamar a voces a Gabriel, y a Cat Noir se le puso el vello de punta al oírlo.
-¿Por qué busca al señor Agreste? -preguntó temblando.
Remi se giró hacia el chaval con odio en la mirada y le contestó con la voz cargada de ira.
-Por su culpa he perdido lo que más quería en el mundo...
-¡Eso es mentira! -gritó Mayura ofuscada. Todos la miraron extrañados.
-Tú qué sabrás... -cuchicheó el akumatizado, poniendo voz al pensamiento de los héroes.
Nathalie chasqueó la lengua mientras negaba con la cabeza.
-Lepidóptero, ¿dónde está el Akuma?
Él dudó un poco en contestar.
-En su teléfono móvil. Lo guarda en la mochila que lleva a la espalda.
-Bien -dijo dirigiéndose a los chicos -, ya sabéis lo que tenéis que hacer. Yo le entretendré.
-Será muy difícil que se acerquen, emite ondas de control mental desde ese punto -añadió Gabriel preocupado por lo que su compañera acababa de decir.
-Procura que no les afecte, diles cómo evitarlo.
Él hizo un gesto de descontento y alzó la voz mientras los señalaba.
-¿Que haga qué? No pienso colaborar con ellos.
Mayura se colocó delante de él y le miró con intensidad mientras colocaba un dedo acusador sobre su pecho.
-Protégelos, cueste lo que cueste. Y no te atrevas a llevarme la contraria.
Ladybug y Cat Noir se miraron incrédulos. ¿Qué había pasado con el malvado Lepidóptero y su fiel ayudante? La mujer se dio la vuelta para saltar lejos de ellos, en dirección hacia el chico demonizado, mientras ellos miraron a su anterior enemigo, preguntando silenciosamente el procedimiento a seguir.
-Joder -dijo entonces con un gesto de derrota-. Bien, os contaré su punto débil.
Mayura se colocó a varios metros de Remi y empezó a llamar su atención como pudo.
-¡D'Etoile! -el nombrado se giró a verla- Creo que tu amigo no está en casa. ¿Quieres venir a jugar conmigo?
Al escuchar el tono sensual y juguetón con el que había hablado, Gabriel se giró hacia ella con el ceño fruncido.
-¡Mayura!
Ella rió por la reacción del hombre de su vida.
-Tranquilo, cariño solo estamos jugando -y sacando una pluma de su abanico continuó-. Sabes que soy toda tuya... Vuela, bonita Amok...
La pequeña plumita voló hasta Lepidóptero y se introdujo en su bastón, creando un sentimonstruo con forma de enorme pavo real que utilizaba sus plumas como látigos para intentar capturar a su enemigo, o defenderse de sus posibles ataques. Ladybug cogió del brazo a su compañero y le hizo un gesto para que se movieran, tenían un Akuma que liberar. Mientras tanto, el causante de todo el alboroto intentaba volver a recuperar el control de su campeón rebelde, sin conseguir más que dolores de cabeza y algún que otro ataque para quitárselo de encima.
Harto de tanto baile por parte de sus enemigos, Remi se lanzó contra la mansión en un poderoso ataque que destrozó parte de la entrada principal. Los héroes se preocuparon por si los destrozos llegaban a afectar al diseñador, que para ellos, seguía allí dentro, indefenso. Mayura se colocó delante de él, cerrandole el paso y distrayéndole para que a Ladybug le diera tiempo de sacar su Lucky Charm y utilizarlo para arrebatarle la mochila a su enemigo, quien en ese momento forcejeaba mentalmente con un Lepidóptero que le tenia bien sujeta la conciencia, aunque seguía sin poder controlarle. Cuando se vio desprovisto de su bien más preciado en ese momento, lanzó una patada hacia la mujer que le bloqueaba el paso y la tiró al suelo lejos de la pelea. Gabriel tembló al ver el rebote de su cuerpo contra la acera, y mientras Cat Noir destrozaba la bolsa con un cataclysm corrió a recuperarla. Los chavales se encargaron de terminar la tarea, mientras Lepidóptero cargaba con su compañera inconsciente.
-Ladybug, ¿una ayudita?
La chica aún miraba extrañada a la pareja de villanos con los que acababan de colaborar, sin saber qué esperar de ellos.
-Cat, ¿te importa llevar al señor D'Etoile a su casa?
-Claro que no, milady. En un momento estoy de vuelta.
Y mirando alternativamente a uno y a la otra, sujetó a Remi y le cargó en dirección a su apartamento.
-¡Prodigiosa Ladybug!
Pero tras la magia de las mariquitas, Mayura no despertó. Lepidóptero seguía teniéndola en brazos mientras la acariciaba con dulzura.
-Despierta, venga. Tú puedes, eres fuerte y estoy seguro de que ésto no ha sido nada -Marinette se sentía sobrecogida por la intensidad de las palabras que salían del corazón de aquel desalmado hombre que tantos malos ratos les había hecho pasar. No sabía que podía tener tantos sentimientos dentro de ese frío pecho-. Venga, cielo. Tenemos que terminar con todo ésto de una vez.
La chica se tensó al oír eso. ¿Tendría que enfrentarse a sus enemigos en cuanto ella despertara? Si era así, no tenía muy claro que quisiera que lo hiciera. Se acercó con precaución a la pareja, que ahora parecía totalmente inofensiva, y buscó las constantes de la mujer. Eran débiles y erráticas, y tenía claro que eso afectaba a su compañero de una forma muy personal. Ella colocó una mano sobre la del hombre y se sintió en la necesidad de consolarle.
-Se pondrá bien, no te preocupes.
Él la miró tratando de absorber un poco de esa esperanza que tenía la chica, y dibujó una leve sonrisa en su estricto rostro.
-Yo... -comenzó a hablar- Quería evitar llegar a ésto. Cuando akumaticé al desgraciado ese, mi intención era atraer vuestra atención para hablar con vosotros. Os voy a devolver mi prodigio.
La muchacha se quedó en shock. ¿Podría fiarse de la palabra de aquel hombre que tanto mal había hecho? En estos momentos se le veía totalmente diferente, una persona dolida, cabal, sincera. Cat Noir aterrizó tras ella de un salto. No habría esperado encontrar semejante escena al llegar de nuevo, y se acercó protector a su pareja.
-¿Qué pasa aquí?
Lepidóptero se puso en pie, cargando a Mayura de paso, y con un gesto de cabeza les dijo que le acompañaran. Los chicos le siguieron hasta la parte trasera de la mansión, donde le vieron entrar con toda la naturalidad del mundo. Marinette sintió un escalofrío recorrer su espina dorsal y un extraño presentimiento se alojó en su pecho. Miró a su chico, que caminaba extrañado detrás del villano hacia el primer sofá que encontró, donde depositó a la mujer que llevaba en brazos. Acarició sus rostro con dulzura y pesar, y sin apartar los ojos de él, comenzó a hablar.
-Pretendía acercarme a vosotros para ofreceros un trato. Mi prodigio, a cambio de inmunidad. No volveríais a buscarme nunca y me dejaríais vivir en paz en mi vida civil -los chavales se miraron cómplices-. Se suponía que no sabríais mi identidad, que todo quedaría olvidado y que todos viviríamos felices. Pero... He tardado demasiado. Ella...
Ladybug se acercó hasta él y le puso una mano en el hombro.
-Cuidaremos de ella. Aún no es tarde, queda esperanza. El maestro sabrá qué hacer por ella.
-El maestro... -comentó Lepidóptero girandose hacia ella- ¿El guardián de los prodigios?
Ella asintió.
-La llevaremos con él, no te preocupes. Pero ahora necesito que me devuelvas a Nooroo.
El momento había llegado. La mano estirada de la catarina esperaba cerca de su cara, en una petición silenciosa de la joya. Le dio un suave beso en los labios a Mayura y se puso de pie con decisión.
-Antes de continuar -dijo-, quiero que sepáis que ella no tiene la culpa de nada. El causante de todo he sido yo, y si alguien tiene que llevarse las culpas, soy yo. Ella es inocente.
-Tranquilo -intervino Cat, cada vez más nervioso-. Lo tendremos en cuenta.
Y sin esperar más, recitó las palabras para deshacer su transformación. Los héroes se quedaron paralizados al ver ante ellos la figura de Gabriel Agreste bajo las mariposas blancas. Ladybug corrió entonces hasta la mujer inconsciente, enormemente preocupada.
-¿Nathalie? Oh, no...
Gabriel frunció el ceño.
-¿Cómo sabes...?
Ella volvió a tender la mano para recibir el prodigio de su enemigo, y una vez lo tuvo en sus manos y el kwami desapareció, se giró hacia su chico. Estaba blanco como la pared. Le tomó la mano y le hizo que la mirara, perdiéndose en sus pupilas durante un momento.
-Eh, cielo. Vamos, bien está lo que bien acaba. No pienses en eso ahora. Estoy segura de que tenía una buena explicación.
-¿Buena explicación? -bramó con furia- ¿Qué explicación puede ser lo bastante buena como para excusar ésto? ¿Cuál era tu plan, Agreste?
El diseñador negó con la cabeza antes de contestar.
-Quería... Traer de vuelta a mi esposa.
Adrien se quedó helado. Jamás se habría esperado eso, y en ese momento no supo cómo sentirse. Por un lado, la idea de volver a ver a su madre le llamó la atención de repente, pero por otro lado no podía evitar sentirse traicionado por su padre. Apretó los puños conteniendo sus sentimientos, y Ladybug se dio cuenta de ello.
-Eh, eh... Tranquilo, gatito. Sabes que eso es inviable. Habría que sacrificar algo de igual valor. ¿Estás dispuesto?
Le giró la cara para que la mirara directamente y se diera cuenta de que probablemente tendría que decidir entre su madre y ella en caso de utilizar esa opción. Tenía razón, era demasiado arriesgado. Volvió a mirar a Gabriel, que no entendía el sentido de la conversación entre los héroes, y escupió con desdén.
-¿Y eso en qué lugar deja a Nathalie entonces?
-¿Cómo dices? -preguntó empezando a asustarse. Varias ideas se estaban forjando en su cabeza.
-La quieres, es lo mejor que te ha pasado desde hace años, y ella haría cualquier cosa por ti -la miró con cariño y lástima, y se acercó a ella para coger su mano con fuerza y darle un beso en los nudillos-. Siempre lo ha hecho. Plagg, garras dentro.
Marinette pudo ver la expresión de horror en la cara de Gabriel al ver que la persona que se descubría bajo el traje del gato negro era su propio hijo.
-No... -murmuró sobrecogido.
-Gabriel -intentó llamar su atención Ladybug para calmarle.
-No puede ser...
La chica volvió a nombrarle mientras se acercaba a él con las manos hacia delante en gesto tranquilizador. En ese momento, el diseñador se volvió hacia ella de golpe, mirándola acusatoriamente. Cerró los ojos y soltó el aire que estaba conteniendo.
-Tikki, puntos dentro.
Al ver aparecer ante él a la chiquilla a la que adoraba, un intenso dolor de cabeza le atacó haciendo que callera de rodillas al suelo. Marinette se puso a su altura y le sujetó del brazo para sujetarlo y darle su apoyo. Él se retorció sollozando de rabia, con lágrimas amargas en los ojos. Qué idiota había sido... Se lo había jugado todo sin saberlo. Todo. Colocó ambas manos en sus sienes y apretó hasta que el dolor que se inflingía él mismo fue mayor que el que la culpa le hacía sentir. En ese momento, un brillo azul iluminó la habitación, y todos pudieron contemplar cómo Duusu salía despedida del prodigio, inconsciente de nuevo. Adrien la cogió entre sus manos y la acarició la cabecita con cuidado. Después le quitó el broche del pecho a Nathalie, haciendo al kwami desaparecer en el momento, y guardándolo a buen recaudo en su bolsillo. Pasó el dorso de los dedos por el rostro sudoroso y blanquecino de la mujer y se volvió hacia su padre con la ira corriéndole por las venas.
-¿Estás contento?
-Hijo, yo...
-Marinette, voy a llevar a Nathalie a casa del maestro. Te dejo el resto a ti.
Ella asintió y se volvió hacia su suegro para ayudarle a levantarse y acompañarle hasta su despacho. Les esperaba una larga conversación.

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