A Pesar De Todo...

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Los ojos se le cargaron de lágrimas al ver los cuarenta y cinco mensajes que había recibido mientras se duchaba. Quitando algunos correos y mensajes sin importancia, la mayoría eran llamadas perdidas y WhatsApps de Remi, desde el martes a la hora que salió de la reunión que tuvo con él, hasta esta mañana un poco antes de la hora de la comida.

Martes
12:25-Qué tal ha ido la entrevista de trabajo?
18:15-Hola cielo, acabo de llegar a casa.
18:15-Dónde estás?
19:12-Vas a venir a cenar?
22:43-Te pasa algo? Estás enfadada conmigo?
22:45-Te veré luego?

Miércoles
2:36-Cariño, estoy preocupado. Por favor, dime algo en cuanto leas ésto.
9:08-Me acabo de enterar de que estás en el hospital. Qué ha pasado? Estás bien?
9:09-Voy a verte enseguida.
10:17-Ese capullo de Agreste no me ha dejado entrar a verte.
10:17-Por favor, dime algo.
15:28-Dime, Nath. Tengo alguna posibilidad contigo?
18:20-Te echo de menos...
23:20-Necesito hablar contigo, dime al menos si estás bien.

Jueves
8:47-No sé qué hacer, necesito verte.
8:47-Voy a ir al hospital.
8:47-Me da igual lo que diga Gabriel.
10:35-Me han dicho que ya te han dado el alta, esta mañana.
10:35-Estas con él, no?
11:14-Contéstame, por favor. Prometo no enfadarme.
23:05-Buenas noches, mi amor.

Viernes
06:43-No he dormido nada esta noche.
06:43-No dejo de pensar que estás con él.
06:44-Te quiero, por favor, no me hagas ésto.
06:44-Contéstame.
12:21-Nath...

Bloqueó el móvil entre sus manos con la cara empapada y el corazón envuelto en arrepentimiento. Remi era un buen chico, no se merecía estar sufriendo de esa manera por culpa de sus dudas y de su masoquismo sentimental crónico. Lanzó el móvil hacia el otro lado de la cama y se abrazó a sí misma, hundiéndose en su propia culpa.
No podía hacerle eso, no a él. Siempre había estado ahí para ella, sin preguntar nada, sin pedirle excusas, sin obligaciones. La quería tal como era, la adoraba por quien era, y tenía pendiente responder a su petición de matrimonio aún. Total, Gabriel había dejado claro que no pensaba devolver los prodigios, por mucho que intentara convencerla de que se quedara a su lado. Se tomó un momento más para asimilar todo lo que habría estado pasando Remi en esos días, y no dejó pasar más tiempo antes de hacerle saber que estaba bien. Cogió de nuevo el móvil, abrió su conversación de WhatsApp y escribió:
Estoy bien. Cansada. Pensando. Te daré una respuesta lo antes posible. Necesito unos días más. Gracias, cielo.
Repasó el mensaje varias veces antes de enviarlo por fin, y con las mismas, volvió a apagar el móvil y lo guardó en el cajón de su mesilla. Abrió de nuevo el portátil y empezó a escribir en ese proyecto de novela que tenía entre manos, dejando que sus inexpertas palabras colocaran hechos, sentimientos y respuestas sobre la mesa, tratando de encajar en su atormentada mente para encontrar la solución a sus dudas.

-¿Por qué no te pones este vestido? -preguntaba Duusu emocionada.
-No puedo. Es demasiado parecido al de tu transformación. Los chicos sólo tendrían que mirarme una vez para saber que soy su enemiga.
-Pero no eres su enemiga. Simplemente... Habéis estado confundidos.
"Confundida llevo bastante tiempo..."
-No, no debo llevar nada de la colección de Mayura -mientras lo decía sacaba una preciosa chaqueta de hilo que de repente no pudo soltar, y unos pantalones azules a media pantorrilla demasiado bonitos para dejarlos de nuevo en el armario-. Bueno, puede que ésto no llame demasiado la atención...
La kwami no pudo evitar sonreír al ver el brillo en los ojos de su portadora. Era un brillo especial, un brillo que transmitía calidez y emoción, admiración, amor. Sabía que le gustaba esa colección, pero el hecho de saber que Gabriel la había diseñado por ella, inspirada en ella, era lo que realmente la hacía mirarla con esos ojos.
-Es una magnífica elección. Estarás preciosa.
N

Sin RemedioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora