Capítulo 8

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La noche estaba siendo pesada para Luna, le costaba conciliar el sueño. Era estresante, daba vueltas y vueltas en la cama, pero no lograba caer en el sueño, sólo se encontraba en grado alfa, consiente de que estaba despierta, pero con letargo en el cuerpo. De pronto, sintió que caía en un estado de parálisis, no podía moverse, tampoco podía abrir los ojos, y Boom, fue como si su cabeza viajara a otro lugar, en el momento se vio en otro lado, en su casa, en su habitación, la de toda la vida. Estaba consiente que no era real, pero sentía que debía estar ahí, ese era su lugar. Sentía los cálidos rayos del sol tocándole la cara, se levantó y se dispuso a salir de la habitación. Evidentemente, era su casa, todo estaba en perfecto orden, decorado de forma extraña por la gran diferencia en gustos que tenían sus padres. Confundida bajó las escaleras, todo se escuchaba tan silencioso, demasiado. Pero fue al adentrarse en la cocina cuando les vio, eran ellos, eran sus padres. Una enorme sonrisa se dibujó en su rostro y corrió hacia ellos.

–¡Mamá! ¡Papá! -Les abrazó a ambos al mismo tiempo- Son ustedes.

–Princesa hermosa.  -Stephen le abrazó con mucha fuerza- Te nos adelantaste. – Le dio un beso en la frente- ¡Feliz Cumpleaños! -Ella sonreía, pero su parte consciente sabía que no era su cumpleaños-

–¿Cumpleaños? ¿Cómo?

–Mi amor ¿No me digas que Olvidaste tu propio cumpleaños? -Hablaba muy dulcemente Darcy. Luna estaba un poco confundida, batallaba entre su lado consciente y aquella fantasía que se sentía tan, pero tan bien.- Ay, es tan tierno. No importa, porque sabes que a nosotros, jamás se nos va a olvidar tu día especial.

–¿No?

–¡Jamás! – Stephen le tomó la mano- Ven con nosotros. – Le guío hacia la mesa, en donde un gran desayuno estaba servido- Todo para la homenajeada.

–Es tan bonito todo.

–Porque te lo mereces, esto y más. -Cada segundo que pasaba se sentía más confundida-
Era un sueño, sabía que era un sueño, pero cada vez se sentía más real. Estaba disfrutando de la compañía de sus padres, reía como hace mucho tiempo no lo hacia.

–Tenemos algo para ti. -Comentó Darcy mientras Stephen sacaba una pequeña caja.- Es significativo. Más que un regalo despampanante, lo que queríamos era que tuvieses una parte de nosotros, siempre a tu lado. -Esas palabras, fueron las mismas que su padre le había dicho cuando le habían dado su relicario. Automáticamente tocó su cuello y no sintió nada. Con una sonrisa nerviosa tomó la pequeña cajita y la abrió. Era justo el relicario ¿Cómo era posible?-

–Está hermoso. -Expresó emocionada-

–Ábrelo. – Le incito Darcy.  Luna lo tomó entre sus manos y lo abrió, dejando ver aquellas dos fotos- ¿Te gusta?

–Es precioso. Muchísimas gracias. -Decía viendo las fotos-

–Ven, permíteme. -Stephen lo tomó para colocárselo- Te queda hermoso.

–Esto es hermoso papá. – Le tomó la mano y luego tomó la de Darcy- Ha pasado tanto tiempo desde la última vez que estuvimos juntos, los tres. -Sus ojos se cristalizaron- Esto es tan perfecto.

–Entonces quédate. – Dijo Darcy haciendo que Luna frunciera el ceño-

–¿Quedarme? ¿Cómo? – La confusión era evidente en la cara de la joven-

–Sí, aquí con nosotros. Todos juntos, como debe ser. -Explicaba Stephen-

–Amaría quedarme, pero… - Se tocó la cabeza- No puedo.

–Claro que puedes. Allá afuera no puedes estar con nosotros. -Hablaba Darcy, pero aquí no hay ningún problema. Estaremos juntos y felices-

–Quiero ser feliz y estar con ustedes. Pero…. – Se puso de pie- Yo tengo que irme, tengo una misión, tengo que… -Estaba empezando a desesperarse, caminaba de un lado al otro- No, esto no es real. Ustedes no son reales. Nada de esto es real. -Gritó  cerrando los ojos. Cuando los abrió, todo estaba sombrío, con algunos destellos rojizos, justo como estaba todo cuando se fue. Sus padres ya no estaban. Si creía que la voz que escuchaba era aterradora, la que escucharía a continuación, no tenia punto de comparación.-

–Luna, Luna, Luna. Acabas de desaprovechar un gran oportunidad. -Lentamente una figura masculina se adentraba a la cocina. No podría decir que era un hombre, porque no lo era, solamente era figura masculina con la piel roja, su cabello despeinado también era rojo, sus orejas puntiagudas y una sonrisa perturbadora. Vestía con una larga capa roja, y en su mano, una copa de vino tinto-

–Que feo eres. – Esto le salió tan natural a Luna-

–Eso es un cumplido. -Movió la copa- Ay, me da tanta pena que no quieras quedarte aquí.

–Y a mi me da tanta pena lo que va a pasar contigo. -El ser sonrió- No veo qué te causa risa.

–Te quieres mostrar como alguien grande, como alguien maduro, y sólo eres una niña. Una niña con miedo. –Caminaba alrededor de ella- Y me da tanta ternura. Por eso, voy a ser condescendiente. – Se detuvo frente a ella- Quédate, vive tu vida feliz junto a mami y papi. – Le mostró una imagen de los tres muy sonrientes-  Y ya, no tendrías que sufrir por nada.

–Estás demente. -Negaba- No me importa lo que creas, no te vas a salir con la tuya.

–Owww, que linda. -Empezó a reírse, bebió todo el contenido de su copa- No sabes lo que acaba de hacer. Esto es inevitable. -Chasqueo sus dedos e hizo desaparecer la imagen que había detrás de él- Esto apenas comienza, y cuando acabe, no quedará ni un recuerdo de alguna sola versión de tus padres. -Miraba fijamente los ojos de Luna y rápidamente chasqueo haciendo que Luna despertara de golpe. Estaba ansiosa, respiraba forzadamente. Volteó hacia la ventana y apenas se veían unas rayos de luz. Se levantó con rapidez y salió de su habitación para ir hacia la puerta de Jor. Tocaba con insistencia.-

–¡Jor! Levántate ¡Jor! -Tocaba y tocaba, pero no obtenía respuesta- Voy a entrar. -Entró a la habitación. Lo encontró a él enrollado con su sábana y la almohada en la cabeza- Jor levántate.

–¡Luna! ¿Sabes qué hora es? – Le preguntó sin abrir los ojos-

–Es temprano, muy, muy temprano. Pero tienes que levantarte ¡Llámala! Tienes que llamarla para que venga, hay que contarle. Necesito contarle todo. -Jor asintió pero seguía sin abrir los ojos- ¡Vamos! – Le dio un fuerte empujón que le sacó de la cama-

–¡Ay Luna! – Se quejó mientras se levantaba- ¿De dónde sacaste tanta fuerza?

–¡Llámala! Ten – Le lanzó una camiseta para que se la pusiera- Vístete.

–No estoy desnudo. -Decía estrujándose los ojos- Tu estás en mi habitación.

–Vamos, es enserio. Llámala ya. – Estaba muy ansiosa. Jor se colocó la camiseta y le miró desconcertado-

–¿Puedes decirme qué es lo que te pasa?

–Luego te cuento… Tu llámala y luego hablamos. -Salió de la habitación para entrar al baño-

Jor negó y agarró su celular para marcar el número de su madre. Pero apenas marcó el primer número, todo su campo visual se volvió oscuro. Sintió que su cuerpo se volvió liviano y que caía lentamente. De pronto, una luz cegadora se apareció frente a él. No estaba ahora en su habitación, estaba en un enorme salón, parecía ser de entrenamiento. Miró a los lados confundido ¿Qué era eso? ¿En dónde estaba? Hasta que una voz le hizo voltear de un golpe.

–Llegas tarde.

–¿Papá? -Preguntó confundido. El hombre de largo cabello negro volteó hacia atrás y luego regresó hacia Jor-

–Sí, creo que sí lo soy. Llegas tarde. – Le lanzó un cuchillo que el joven detuvo en el aire- Vas mejorando.

–Sí ¿Qué hago aquí?

–¿Cómo que qué haces aquí? Tienes que entrenar. No todo está en la magia. Que sí, ayuda mucho, pero es necesario que sepas moverte ante un adversario.

–¿Qué me estás contando? Sabes que a mi esto no me hace falta. -Lanzó aquel cuchillo hacia una pared, dejándolo clavado- Soy prácticamente perfecto, en cualquier cosa. -Loki lanzó una carcajada ante las palabras de su hijo-

–No seas tan arrogante.

–Soy tu hijo, es algo que está en mi sangre. -Sonrió naturalmente, pero algo dentro de él sabía que no era real lo que estaba viendo. Antes de poder decir algo, un hombre bastante raro, usando un ridículamente escandaloso traje rojo, entró al salón, pasó por su lado viéndole amenazante. No dijo nada, sólo se acercó a Loki y le tomó fuertemente del cuello, para luego voltear nuevamente hacia Jor y decirle-

–Tic Tac. El tiempo se acaba. -Apretó el cuello de Loki y le dio un empujón a Jor que le hizo salir del golpe de aquella escena. Vio hacia los lados, estaba en su habitación con su celular en la mano ¿Qué había sido eso? ¿Qué significaba?

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