Capítulo 6

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Peeta

Llegamos a estacionamiento.  Lorenzo y Katniss estaban muy misteriosos, principalmente el chiquito que debes en cuando paraba sus saltitos y volteaba a ver a su mamá. Algo muy grande estaban ocultando y le era muy difícil al pequeño guardar el secreto.

—¿Me van a decir qué es eso tan importante que tienen para contar? —pregunté, encendiendo el auto.

—Peet —llamó Lolo desde los asientos de atrás—. Todavía no salimos de tu trabajo.

No podía esperar para saber la noticia, sentía que el camino se me era más largo de lo normal. Katniss tenía un gran sonrisa plasmada en su rostro y Lorenzo, pues en su mirada se reflejaba la felicidad.
Apagué el motor del auto cuando entramos al garaje del edificio donde vivíamos, tomé la mano de mi esposa y la de mi hijastro para ir a los ascensores.

—¿Qué es esto? — pregunté sorprendido, cuando abrí la puerta del departamento, se encontraba la mesa puesta ordenada con un par de velas listas para ser prendidas.

—Lo preparamos con mami, para ti.

—Me encanta —dije con sinceridad—, me gusta y mucho pero hoy no es mi cumpleaños.

Katniss se acercó y beso mi mejilla.

—Lo sabemos —se rio—. Me alegra mucho saber que te ha encantado y espero que la noticia que tengo que darte también pero ahora debo irme a terminar la comida.

Katniss se encaminó hasta la cocina, dejando a solas en el medio del salón con su hijo que tenía la vista fija en mí desde que llegamos.

—¿Puedes jugar conmigo mientras mamá termina la cena?

—Claro, campeón —respondí—, pero antes déjame ir al baño y te veo en tu habitación.

Lorenzo asintió, luego salió corriendo hasta su alcoba. Pasé por la cocina, Katniss estaba muy concentrada en lo que hacía mientras tarareaba una canción, madre e hijos estaban actuando raro y no sabía si sentirme asustado o no. Al salir del baño, Lolo ya me estaba esperando con unos autos de carrera en cada mano.

—Yo seré el rojo y tú puedes ser el azul, ¿Te parece? —habló, mientras me entregaba el auto que me correspondía.

Jugamos un buen rato, debes en cuando dejaba que Lorenzo ganara la carrera pero no quería que se diera cuenta de lo que hacía por lo que solamente pude ganarle dos veces. Minutos después, Katniss nos estaba llamando, la comida ya estaba hecha. Ya sentados al rededor de la mesa, decidí que ya era momento de acabar con la espera.

—Creo que ya es momento de saber lo qué pasa —rompí el silencio—, ¿Van a decirlo o no?

Katniss y Lorenzo se miraron con complicidad, el niño de cabellos cobrizos soltó una pequeña risita ingenua.

—Cuando estemos comiendo el postre.

Su respuesta me hizo quejar pero a Katniss no le importó y siguió comiendo como si nada hubiese sucedido hace minutos atrás.

—¡Ay, Kat! —vocifere—. No puedes decirme eso, estoy desde que salimos de la oficina pensando en lo que me pueden estar ocultando y ya no puedes seguir haciéndome sufrir.

—Mami, no seas mala con Peet y dile —a pesar de tener cinco años, Lorenzo sabía lo injusta que estaba siendo su madre para conmigo.

—Tú tendrías que estar de mi lado. —le acusó.

La conversación murió en ese momento. Ya estaba rendido, no podría sacarle palabra alguna a mi esposa. Fue Lorenzo quien sacó el nuevo tema de conversación. El pequeño hablaba de una nueva niña que había ingresado a su salita.

—No he dicho la mejor parte —decía muy emocionado—, ¡Le gusta Toy Story!

—Eso es genial, es una gran película. —acote sonriendo.

—Y eso no es todo..., ella es muy linda —prosiguió para luego meterse bocados de comida uno tras otro al darse cuenta de lo que había confesado.

—Me parece que te gusta esa niña.

Al escuchar lo que su madre había comentado, el más grande de los hermanos Odair estaba más rojo que un tómate, miró a su madre que estaba a nada de soltar una sonora carcajada.

—Eso no es cierto y ya hablamos del tema.

Ayudamos a recoger la mesa, Lolo y yo lavamos los trastes utilizados en la cena. Katniss apareció con el postre, el cual era flan casero. La castaña era una experta haciendo flan era muy rico y mi madre siempre le pedía que le enseñará pero por más que siguiera los pasos de su nuera, no le salía de la misma forma. Se la notaba algo intranquila, no dejaba de moverse de su silla. Tomé su mano para tranquilizarla, ella me sonrió.

—Peeta —me llamó—, tengo algo que decirte.

-Dime, amor. Soy todo oídos.

Quería sonar tranquilo pero la curiosidad me estaba matando y cada vez estaba más nervioso.

—Bueno, la verdad es que lo habíamos hablado antes y creo que se dio el momento para... —ella dejó de hablar, miró a Lolo que sonreía de oreja a oreja y le asentía con la cabeza de forma afirmativa, luego volvió a verme-, estoy embarazada.

Perder Tu Amor ||Everlark|| [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora