Katniss
Lorenzo iba todas las mañanas con Finnick al jardín, estaba feliz de que su padre lo llevará. Hoy que era sábado, pasaría a buscarlo, era su fin de semana juntos y también, para que el lunes durmiera un rato más.
—Ya preparé mi uniforme, el pijama y más ropa para que juntos lo guardemos en la mochila que llevaré a lo de papá.
Tomó mi mano y juntos subimos a su habitación. Su ropa estaba desparramada arriba de la cama, me senté en una esquina y empecé a doblarla para que él pudiera guardarla.
—Perdón por el desorden, ni sabía que llevar y comencé a revolver todo.
Mi hijo había heredado eso de mí. No había duda de eso, yo hacía exactamente lo mismo cuando no sabía que ponerme. Sacaba todo lo que estaba en mi ropero y lo dejaba sobre la cama para luego terminar poniéndome lo primero que había escogido.
Poco a poco fuimos guardando todo y la cama volvió a quedar en perfectas condiciones.
—¿Peeta vendrá a quedar contigo? —preguntó el cobrizo.
Él no estaba enterada de que Peeta y yo estábamos distanciados. Oficialmente nos habíamos tomado un tiempo, bueno, casi lo obligué a tomarlo. Lo había corrido de la casa.
Le mentí a mi hijo diciéndole que Peeta se estaba quedando con Johanna para poder estar más cerca del trabajo con la excusa de que había surgido algo importante.
Solía decirle que su padrastro llamaba todas las noches, eso no era mentira. La llamada de Peeta llegaba cuando el reloj marcaba las 21:00, rechazaba las llamadas. Lorenzo preguntaba por él, quería hablarle y siempre le ponía una excusa, la última fue: «Peeta está llamando muy tarde y tú estás durmiendo a esa hora».
—Si —volví a mentirle.
Lorenzo no tenía que enterarse de la verdad si es que podíamos llegar a solucionarlo. Hasta el momento eso era un tanto imposible de mi parte, todavía me encontraba dolida.
Johanna o algunas de mis cuñadas llamaban al día, querían saber cómo me encontraba o si necesitaba algo. No era tonta, sabía que ellas le dirían a Peeta como me estaba yendo sin él. Y es que me las estaba arreglando de maravilla, ya habíamos estado un tiempo con Lorenzo (cuando él era bebé) solos y habíamos salido adelante, ahora era exactamente lo mismo.
—Qué bueno, mami —se agachó para recoger sus zapatillas—. Lo extraño mucho.
Yo también lo extraño.
Por más que en el día me sintiera bien sin su presencia, en la noche era diferente. Me acostaba y él no estaba a mi lado, la almohada estaba perdiendo su aroma con las lavadas. Lloraba hasta quedarme dormida. Algunas veces, Lorenzo se colaba a mi lado y quedábamos dormidos abrazados protegiendo mi vientre.
—Él también te extraña y se muere por verte.
Eso no era del todo mentira. Por más que hablara con Peeta, sabía del cariño que le tenía y del sufrimiento que estaría pasando de no poder verlo.
Recuerdo el día que Lorenzo le pregunto a Peeta si podía llamarlo papá. Fue emocionante para todos. Tenían una hermosa relación.
—¿Cuándo volverá a casa? —quiso saber. Se sentó a mi lado.
—No lo sé. Lo más probable es que sea cuando acabe el caso.
—Eso mismo me dijo él —soltó para luego poner sus manitas tapándose la boca.
—¿Qué dijiste?
—Lo siento mucho —dijo llorando—. Peeta fue a verme el miércoles a la mañana al jardín, le prometí a papá y a él que no te diría nada. No entendí muy bien, ellos nunca me prohíben decirte nada... Me dijeron que debía de seguir como si no lo hubiese visto.
No lo podía creer. Finnick estaba traicionado mi confianza, hablaría con él cuando viniera por nuestro hijo.
—No te preocupes, mi cielo —lo tomé en mis brazos y lo subí a mi regazo—. Entiendo que Peeta quiera verte, yo lo ví ayer un rato.
Otra mentira más. Mentiría mil veces para hacerlo sentir bien.
Cuando Lorenzo se calmó, bajamos a la sala a ver alguna película. Finnick no tardaría en venir.
Lolo se aburrió rápidamente de la película y se fue al patio a jugar con su perro. Ambos eran muy unidos y siempre hacían macanas juntos.
Los veía correr desde la ventana. Tomé mi celular para mandarle un mensaje a Annie, mi ex esposo debía de estará al volante.
Hola, Ann. ¿Ya vienen? Porque no quiero que andén tan tarde por la ruta. Hay una calle que la están arreglando y es peligrosa.
Pasaron unos breves segundos cuando su respuesta llegó a mi teléfono.
Hola, Kat. No te preocupes estamos al tanto de la calle. Ya estamos en camino.
Gracias, Annie. Los esperamos.
Llamé a Lorenzo para que viniera adentro, la lluvia estaba empezando a caer, parecía que se venía una tormenta fuerte.
Los minutos se hicieron horas y Finn todavía no llegaba, la lluvia no cesaba. Me estaba preocupando, ellos ya tendrían que estar acá por más que Finnick haya manejado despacio.
Volví a mandarle un mensaje a la pelirroja pero esta vez no recibí respuesta alguna.
—¿Ya viene papá? — me preguntó mi hijo que comía un alfajor.
—Me ha dicho Annie que se detuvieron hasta que la tormenta se detuviera un poco —dije y él me creyó.
Comencé a sentir una sensación extraña en mi pecho, como si algo malo estuviese pasando.
No me quedó de otra que mandarle un mensaje a Peeta, necesitaba saber que Finnick y su familia estaban bien. Tal vez yo no podía comunicarme (por alguna extraña razón) con ellos y los nervios me estaban matando.
Peeta, perdón por escribirte pero necesito que te comuniques con Finn. Le mandé un mensaje a Annie pero no lo respondió. Ellos ya debían de estar acá por Lolo. No quiero pensar en que les sucedió algo en el camino pero tengo miedo.
Tres minutos después (que para mí fueron eternos) recibí la respuesta de Peeta.
No te preocupes, cariño. Intentaré llamarlos y cuando sepa algo te aviso. Por favor, quédate tranquila. Cuida de nuestro hijo.
No le contesté. Marcaba una y otra vez el número de Annie pero me mandaba directamente al buzón de voz. Mi pulso se estaba acelerando cada vez más con el correr del tiempo. Necesitaba calmarme por el bien de mis hijos.
Lolo estaba mirando dibujitos, estaba ajeno a toda esta situación.
Mi celular comenzó a sonar. Rezaba por escuchar la voz de Annie o de Finnick.
—Hola —atendí la llamada sin ver quién era.
—Kat —era Peeta—. Necesito que estés sentada y serena.
—¿Qué está sucediendo, Peeta?
Lo escuché suspirar varias veces.
Sentí como si un balde de agua fría cayera sobre mí.
—Finnick y Annie... ellos tuvieron un accidente. Rufina iba con ellos en el auto. Están yendo al hospital en estos momentos.
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Perder Tu Amor ||Everlark|| [Terminada]
RomanceKatniss está casada actualmente con Peeta; ella tiene un hijo de cinco años con Finnick Odair, Lorenzo. Se lleva muy bien con el padre de su hijo... Su problema comienza cuando ella y Peeta quieren darle un hermano a Lorenzo pero ese bebé no llega y...