Capítulo 27

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Katniss

El dolor volvió a surgir, no había querido comentarle nada a Peeta. Mis contracciones parecían haber llegado, las estuve controlando y sucedían cada 8 minutos. Rufina y Lorenzo jugaban en el living, mientras los vigilaba. Peet, hace rato que se encerró en su despacho, analizando unos papeles.

Las contracciones se hicieron más fuerte, y cada vez eran seguidas.

-Lolo -lo llamé, él dejó lo que estaba haciendo para prestarme atención-, ve a por Peeta.

Salió corriendo. Tomándome todo el tiempo necesario, me pare para estar con Rufina. Ella jugaba tranquila, sin percatarse de que su hermano ya no estaba con ella. Parecían eternos los segundos, cuando los vi llegar, se me alivió un poco el cuerpo. Lorenzo volvió a lo suyo y Peeta se acercó a mí.

-¿Estás bien, amor?

Negué. Me agarré de su camisa y entre susurros le pedí ayuda.

-No, ayúdame a ir al baño, quiero ducharme y luego informa a mis padres que los niños se quedarán con ellos.

Peeta no preguntó, y en ese momento se lo agradecí. El dolor era tan fuerte que me costaba hablar con normalidad. Me dejó en el baño de nuestra alcoba, ingresé a la ducha para calmar un poco las contracciones, parecía funcionar.

-Ya estamos listos -ingresó Peeta, a los minutos.

Yo también ya estaba preparada.

-Vamos -él me quitó el bolso que cargaba para llevarlo, era el bolso del bebé-, creo que quiere nacer.

-No le he dicho nada a Lorenzo, solamente que irían a lo de abuela Effie.

Los más pequeños ya estaban en el auto, cada uno en su lugar. Ver a Rufina en su silla, me hizo voltear a ver a mi esposo, la butaca del bebé no estaba colocada y no nos dejarían traerlo sin ella.

-Tranquila -dijo, abriendo la puerta para mí-, para cuando salgan ya estará instalada.

Comenzó a andar el coche, miraba por el espejo retrovisor, el asiento trasero, y no precisamente para ver a nuestros hijos.

-La silla podría ir en dónde se encuentra Lolo ahora, ¿no?

-Claro, elige en el lugar que más te gusta pero solo conduce hasta llegar porque estoy sintiendo como mi zona baja se parte en dos.

Peeta no abrió la boca en todo el camino, creo que lo asusté y ahora me sentía mal por eso. Ayudó a mis padres a bajar a los niños, mamá me dijo que todo estaría bien y que la vería más tarde. Cuando llegamos al hospital, Portia nos estaba esperando. Peeta le había mandado mensaje.

¿Este hombre no puede hacer nada mal?

Ahora me encuentro extremadamente molesta conmigo misma, hablarle de esa forma no era propio de mí.

Los chequeos habían demostrado que todo estaba bien.

-Bueno, parece que ya quiere salir -informó, haciendo una última ecografía-, necesitamos corroborar que todo se encuentra en orden para ver si vas a parto natural.

Su rostro se llenó de preocupación.

»La última vez que viniste, el bebé estaba correctamente situado y ahora no, tiene una mala posición. Se ha dado vuelta, y está de costado. Tendremos que aplicar una cesárea.

Otra vez volvía a ser presa del terror, pero no sentía ese miedo que había presenciado en el sueño. Era mucho más oscuro, como las sensaciones que tuve cuando Finnick estuvo internado. Lorenzo nació con parto natural, y ahora mi bebé estaba mal posicionado.

Sentí la mano de Peeta tomar la mía, dándole un ligero apretón. Él también estaba asustado, pero me demostraba tranquilidad. Los partos por cesárea tienen mal fama, no pensaba en lo mismo, me encontraba preocupada por el bebé.

-Los dejaré un minuto a solas.

-Todo estará bien, amor mío, te lo prometo. -Peeta me besó.

Portia volvió a ingresar, estaba lista para el momento, mi fuente se había roto hace poco.

-Peeta, necesito que la ayudes a sentarse -su mirada pasó a mí-, voy a pasarte la anestesia.

Sentí el pinchazo en la parte baja de mi espalda, el líquido frío se asemejaba a hormigas que caminaban por todas partes, a los segundos, ya no sentía nada.

-¿Es normal qué esté despierta?

-Sí, hasta puede hablarnos. -Portia se paró a mi lado, y preguntó-: ¿Sientes eso?

-¿Sentir qué?

-Te acaba de pellizcar.

Lo juro. No sentí nada.

***

Cerraba los ojos, las luces me molestaban un poco. Portia estaba detrás de una tela, otros residentes y enfermeros estaban con ella. Peeta, llevaba puesto ropa como la de ellos, acariciaba mi rostro, y de a ratos susurraba lo que yo no podía ver. Tampoco sé si quería saber, como sacaban mis tripas para sacar al bebé y luego volver a dejarlo en orden.

Su cara fue de asco y eso me hizo reír un poco.

-¿No te gusta lo que ves?

-No es divertido, Kat -su expresión me pareció chistosa, ya no podía parar de reír-. Te vi todos los órganos.

El llanto de un bebé, nos hizo callar. Mi pequeño había nacido.

Portia llamó a Peeta para cortar el cordón, mi bebé seguía llorando, su llanto era fuerte y molesto. Ya me imaginaba las caras de Lolo al escucharlo llorar todo el tiempo. Peeta volvió con él en brazos.

-Amor, ella es tu mami -Peeta se agachó un poco, quedando a mi altura.

Lo vi y me enamoré de ese pequeño ser. Su cabello era rubio y... Finnick tenía razón, se parecía a Peeta, pero sus ojos eran grises como los míos. Eso me hizo llorar, Peeta dejó al bebé sobre mi pecho, le dí un besito en su cabecita.

Eres hermoso.

-¿Cómo le pondremos?

-Finnick. -solté- Quiero que se llame Finnick.

Miré a Peeta, él estaba sonriendo, no hizo falta preguntar si le parecía bien el nombre porque conocía su respuesta.

-Bienvenido al mundo, Finnick Mellark.

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AAAAHHH, YA TENEMOS AL PEQUEÑO FINN.

¿Qué les parece que el bebé fuese nombrado así? ¿Se lo esperaban?

Puedo confirmar que a la historia le faltan tres capítulos para que esta maravillosa historia llegue a su fin *se va a llorar, como siempre*

Nos leemos pronto.

Besos 💋

Perder Tu Amor ||Everlark|| [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora