Capítulo 26

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Katniss

Un bosque. El lugar en dónde había aparecido era un bosque, muy parecido a qué iba de niña con mi padre. El instinto, ese que me decía que ya había estado ahí una vez, me invitó a caminar entre los árboles, para terminar en el lago que solía nadar.

No se podían contar las veces que Haymitch me había traído, cuando fui creciendo dejé de venir con él y empecé a traer a a Finnick. Pensar en él me hace querer llorar, no tenerlo era insoportable. Me encantaría decirle que esta es la primera noche de Rufina en casa, por el momento no ha llorado pero extraña la presencia de sus padres.

Una sombra se proyecta a lo lejos, parecía ser una persona merodeando el sector. Ahora que lo pienso, estoy sola. Sin Peeta, ni los niños y mi vientre desapareció. Ya no estoy embarazada y eso me asusta. No quiero perderlo.

Presa del pánico, comienzo a respirar de forma desesperada. Estoy teniendo una pesadilla y no sé cómo despertar.

La sombra oscura se mantiene quieta, y eso me está dejando en un estado de impaciencia.

—¿Quién eres? —pregunté casi en un grito.

—Tranquila, no te haré daño.

Vi como se acercaba con pasos lentos, venía caminando hasta mí. En el momento que se hizo visible y pude identificarlo mi corazón dejó de latir.

Finnick.

—¿Eres tú, realmente? —no pude evitar preguntar cuando estuvo a unos pasos.

Finnick me mostró una sonrisa, era perfecta como siempre. —Sí, soy yo.

Sin dudarlo, me lancé a sus brazos. Nos abrazamos tan fuerte que podía jurar que no parecía un sueño. Estaba con él, podía abrazarlo, acariciarlo, verlo y hacer más cosas que en su momento no se me permitió hacer... como despedirme.

—No te das una idea de lo feliz que estoy por tenerte conmigo.

—Lo sé, también lo estoy —acarició mi cabello, todavía permanecimos abrazados—. No llores, por favor.

No me había percatado de eso, seguramente él lo supo porque estaba dejando gotas saladas en su camisa blanca. Nos alejamos, solo un poco. Limpié mis lágrimas, y lo seguí. No dijo nada, y eso estaba bien.

Se sentó en la roca que estaba enfrente del lago, se hizo a un lado para dejarme lugar.

—No puedo creer que estés aquí conmigo.

—Debes creer, estoy aquí junto a ti porque tengo algo para decirte.

Lo miré incrédula.

—Sé en lo que piensas —me miró—. Te conozco perfectamente.

Odiaba eso de él, tenía esa capacidad de conocerme como Finnick había dicho: «perfectamente».

—Sigo pensando que lees mi mente.

Mi comentario le hizo gracia, era algo que le decía constantemente.

—Kat —una de sus manos fue a mi mejilla, acariciándola con suavidad, mientras que la otra, colocó un mechón de cabello castaño detrás de mi oreja—, quiero que seas feliz, que ya no sigas atormentando tu corazón con lo malo.

Quería demostrarle a Peeta y a los niños que era fuerte, mintiendo, diciendo que estaba bien. Sí, era feliz, porque ellos me daban eso que me hacía falta pero algo faltaba para completar mi felicidad a un 100%. Los recuerdos de ese día volvían a mí, no quise contarle a nadie, no quería preocupar a mi esposo, a mis padres, amigos, a todos. Hace unas horas, cuando estaba en la habitación de Rufina, pude sentirme plena, saber que ellos estarían para mí como lo estaría para ellos.

Perder Tu Amor ||Everlark|| [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora