XL. Misterios

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Las intenciones de Tommison al fin y al cabo resultaron exitosas, la chica logró conmover a los Johnson por la muerte de Billy y más aún implantó la culpa a Thomas por la pérdida del joven. Stefan Johnson sabía ya del embarazo de la rubia por cosas que llaman intuición femenina.

La primera noche que pasó a solas recordó lo hermoso que fue pasar tiempo con el único hombre que había amado, Davis. Regresando al pasado una vez más para revivir aquella noche en la que se entregó a su ex pareja, la mejor noche de su vida. Por más que analizaba la situación y realizaba sus cálculos, todo indicaba que el padre de su hijo era Billy y no Brad como ella hubiera querido, escarbaba en su memoria, pero seguía siendo inútil, los números nunca fallan y el verdadero progenitor del pequeño ya formado en su vientre era Blake.

Estaba entrando al segundo mes de gestación y su barriga todavía no se le había inflado y eso para ella era un alivio. Las puertas y las cortinas se cerraron para evitar el paso de la luz en las afueras y llamar la atención de los radioactivos mientras el cuerpo sin vida de Blake se encontraba un metro debajo de la superficie.

—Toma —dijo Stefan entregando una bandeja con un plato de arroz con leche y algo de frutas, junto a un vaso lleno de jugo de naranja—, llévaselos a Aimee.

— ¿Por qué lo hace? —preguntó Anna a secas, quien sea había recogido el cabello en una cola de caballo.

—Por el bebé —aclaró la señora Johnson con nerviosismo mirando a su alrededor.

Anna se dirigió a la habitación de Aimee notando a la chica mirándose al espejo gracias a la poca luz que aportaba la lámpara de mesa.

—Odio estar así —resopló—. No quiero al niño, te dije que quería abortarlo.

—Ya es tarde, ahora debes tenerlo.

— ¿Qué remedio me queda? La estúpida de Stefan lo descubrió muy pronto.

—Pues la estúpida de Stefan te manda esto —bufó la chica dejando caer la bandeja que provocó un ruido seco y molesto—. Has cambiado mucho Aimee, me cuesta reconocer quién eres.

—Bien sabes por qué soy así y cuál es mi objetivo —aclaró Tommison—: matar a los asesinos de mi familia, los Johnson.

—No estás segura de eso —replicó Anna intentando confundir a la chica, pero realmente Tommison sabía la veracidad de los hechos que ella vivió en sangre propia, la misma Aimee descubrió a Thomas y a Charles autores del incendio en aquella aldea—, quizá Billy te engañó.

—No fue Billy quien me dijo que Charles provocó el incendio —confesó Tommison—, yo misma lo descubrí. Cuando salí de esa cabaña observé que el fuego comenzaba a abrasar la madera, pero también logré reconocer a aquellos hombres que lo causaron: Charles y Thomas Johnson. No tengo duda. Intenté avisar a mi familia, pero fue demasiado tarde, el fuego había avanzado muy rápido y solo logré escuchar sus gritos de auxilio y de agonía —los ojos se le humedecieron—. ¿Te imaginas ver a tu familia quemarse, escuchando sus gritos de súplica sabiendo que no puedes hacer nada por ellos?

—No —respondió Anna encogida de hombros.

—Entonces no me juzgues.

—Pero Stefan no tiene la culpa —refutó enseguida intentando hacerla entrar en razón.

—¡Ni mi madre! —aulló Aimee cabreada acercándose con brusquedad a su amiga—. Ni mi madre tenía la culpa. ¡Ni mi hermanita! No me apiadaré de nadie. ¿Entendiste? ¡¡DE NADIE!! —Pronto colocó su dedo índice sobre la barbilla de la chica alzándole la cabeza para que se miraran fijamente.

Radioactivos III: Radiación.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora