En la zona de alienación, a más de ciento cincuenta kilómetros al norte de la capital Kiev se cernía la noche sobre el Refugio y el rocío nocturno empañaba los cristales de la infraestructura. El viento soplaba con ímpetu, anunciando la llegada de una fuerte tormenta por el poniente. Jarkov Gray, quien vigilaba en la azotea del primer edificio del Refugio, le dio una calada al cigarro y después echó una última mirada a los cielos y a los árboles que se azotaban entre sí con ferocidad antes de bajar para dar una última inspección y dejar al turno de la noche hacer su trabajo.
En ese mismo instante, todas las luces se tornaron rojas y comenzaron a titilar. Las sirenas sonaban con una insistencia atronadora, avisando la evacuación lo más pronto posible. La electricidad amenazaba con irse y por una milésima de segundo el Refugio se quedó a oscuras. Jarkov lanzó un bufido y continuó a paso acelerado. Se detuvo por un momento cuando la bocina tronó, encrespándolo, dando un aviso:
— ¡ATENCIÓN! ¡ATENCIÓN! Todo el personal de apoyo deberá resguardarse en el búnker. El personal nivel 1 deberá reportarse en su puesto —y así se repetía por cinco minutos, tiempo estimado de duración de la evacuación—. ¡ATENCIÓN! ¡ATENCIÓN! Todo el personal de apoyo deberá resguardarse en el búnker. El personal nivel 1 deberá reportarse en su puesto.
De inmediato los Jinetes tomaron varias armas que descansaban en uno de sus armarios y salieron para cubrir los cuatro puntos cardinales del Refugio: Jarkov la entrada principal, el norte; Jenna la entrada lateral derecha, el poniente; Demyan la parte trasera donde las bodegas, el sur y; Nicholas las vallas metálicas del lateral izquierdo, el oriente; Taras se quedó dentro, en el salón vigilando el centro de control.
En el interior del refugio los casi cien habitantes se trasladaban al búnker indicado, con prisas y entre pánico, pero lo más serenos posibles. Se les veía confusos, desorientados y nerviosos.
— ¡Nelly por aquí! —clamó Irina desde la entrada de la habitación a la cual iban todos.
Nelly miró a su amiga llevada por la marea de gente que se arremolinaba en el estrecho pasillo. Asustada por la incertidumbre de la situación, se dirigió inmediatamente hacia ella. Luego surgió un grito. Las caras palidecieron súbitamente al escucharlo, se achataron y todos se detuvieron prestando atención. Súbitamente, una serie de disparos retumbaron por los pasillos causando un griterío de pánico en la gente y, a su vez, provocando que la estampida echara a correr despavorida donde pudiera sin importar los caídos. Las detonaciones no cesaban e iban acompañadas de un par de gruñidos que ponían los pelos de punta. La voz de Demyan Zockaws resaltaba de entre todas, dando órdenes a lo desconocido. « ¡Por aquí! ¡Por allá! ¡Dos cubran el derecho y dos el izquierdo! ¡Fuego! ¡Alto! ¡Cuidado por la lateral!».
El desconocido grito se prolongaba incesante, en competencia con la alarma de evacuación, con los disparos y con las órdenes del Jinete. Parecía imposible que unos pulmones humanos alojaran aire suficiente para sustentar semejante alarido. Irina y Nelly continuaron eludiendo personas cuando de pronto el grito cesó bruscamente. No fue perdiendo volumen, simplemente se cortó en seco. Luego se produjo un silencio total. La alarma enmudeció repentinamente. Fue entonces cuando Irina tomó la mano de Nelly y jaló de ella para que ambas entraran a una habitación, cerró la puerta enseguida y se lanzó al suelo para liberar el miedo. Afuera sonó otro grito, aunque éste ahogado y un tanto alejado. Dentro de aquel cuarto se hallaban otras tres personas, dos mujeres y un hombre. Todos con caras de terror, pálidas y acalorados por lo nervios. Alertas e indefensos a la vez. Resguardados en cada rincón. Nadie mencionó una palabra, solo intercambiaron miradas trémulas.
Justo en aquel momento, súbitamente, un mutante irrumpió en la habitación a través de la ventana, le acompañó, nanosegundos más tarde, el estridente tintineo de vidrios rotos que rebotaron al suelo y se esparcieron por todo el enlosado piso. Otro nanosegundo después, las cinco personas lanzaron un grito colectivo de horror. Conmocionados por aquella bestia frente a ellos. Este nuevo radioactivo de más de dos metros de altura, tenía la parte superior de la cabeza más grande que como Nelly los había visto antes. Tenía una capa de dermis muy rojiza notándose las arterias hinchadas y moradas, todo su cuerpo invadido de forúnculos y moteada de llegas escamosas; sus extremidades contenían más músculos y aquellas esferas rojas con las cuales realizaba una mirada fulminante era lo que intimidaba a cada personaje.
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Radioactivos III: Radiación.
Mystery / ThrillerLa era radioactiva se extiende y los sobrevivientes deben resistir a la Pripyat postapocalíptica enfrentándose a cualquier adversidad y a los radioactivos que han ido ganando terreno, se han fortalecido y han formado un ejército con el fin de proteg...