Mirar el amanecer después de todo era muy relajante, Davis observaba el astro solar soltando pequeños y débiles haces de luz sobre las copas de los pinos.
—A pesar de que estamos en una zona verdaderamente apocalíptica, la naturaleza continúa su rumbo rutinario como si nada estuviera pasando a su alrededor —mencionó Nelly detrás de él.
—Nunca había entendido el significado del amanecer —comentó Brad esbozando una leve sonrisa.
— ¿Qué significado aporta para ti?
—Un nuevo comienzo —explicó el joven—, sé que las personas no son para siempre y creo, que debo continuar por mí. Y te agradezco por hacérmelo notar.
—La muerte es una realidad contundente e ineludible —dijo la chica tras un suspiro—: todos tenemos que morir y moriremos algún día...
El estruendo de un disparo que sacudió el gélido aire de la mañana hizo despertar a Brad Davis, sobresaltado, del recuerdo vacuo que vagaba en su cabeza, esfumándolo en segundos y regresándolo a la realidad: un par de bestias se aproximaban a él y a sus compañeros con la velocidad de un velociraptor. La boca del arma soltó una nube de humo tras el disparo y la bala impactó directamente en lo que parecía ser el pectoral de aquella bestia. Arthur Kross, el autor del disparo, se mantuvo inerte con el brazo en posición de disparo durante unos segundos, embelesado por el heroico acto surrealista que sucedió, con la respiración entrecortada y los nervios de punta mientras en el fondo del bosque rojo se dispersaba el eco de su tiro. Bernardo Davis le dio una palmada en el hombro derecho y asintió con la mirada cuando el joven le miró a los ojos. Apartó sus mechones castaños. Luego, Arthur se relajó y aguardó otro momento en la espera de sus demás compañeros. Miró atrás por arriba del hombro: Brad Davis miraba el horizonte boscoso con los ojos como platos. No sabía si estaba asustado o divagando en su mente. Torció el labio, todavía nervioso.
Tuvieron suerte en huir de Pripyat y, aún más, de la central nuclear sin ser atacados por algún otro radioactivo. En la salida de la ciudad se encontraron con una emboscada de autos, justo en la caseta de vigilancia. Ahí lograron hallar un par de autos con un buen motor que les ayudasen a continuar su camino. Lograron recorrer dos kilómetros antes de ser divisados por ese par de bestias. Desde entonces los intentos de los hombres por apartarse de los mutantes concluyeron en una avería de uno de los autos cuando el radioactivo ahora muerto, de un salto destruyó el capó del vehículo y arrancó el motor hirviendo con una fuerza descomunal que sorprendió a todo aquel que lo presenció. El auto se detuvo en segundos exponiendo al grupo a un riesgo inminente. Abandonaron el coche en una fracción de segundo, arrastrando a Davis que no estaba en sus cinco sentidos. El segundo auto, en un ataque anterior, se desvió de la interestatal y se dirigió hacia otra carretera. Así, se separaron en dos pequeños grupos, ahora Bernardo, Arthur y Brad llevaban la delantera por mucho; el resto corría a zancadas después de derribar al otro radioactivo que les atacó metros atrás.
—¡Brad! —le habló Bernardo asegurándose de que su voz fuera clara y rígida.
De nuevo, Brad dio un respingo y miró al hombre.
El chico solo exploraba la nada, en sus pupilas se proyectaba una película de recuerdos que vivió con su madre, con su padre, con Nelly, con Kevin y, con Aimee. Intentaba comprender las palabras que una vez le dijo Nelly: "...todos tenemos que morir y moriremos algún día".
Davis llevaba una rabia acumulada por no haber podido salvarla como creía que ella lo salvó, frustración por no saber dónde se ubicaban, tristeza al reconocer que no la volvería a ver jamás e incluso, estaba agotado por la falta de sueño y la carencia de alimentos. Además, la insólita muerte de Sebastián le aturdió más y todavía le atormentaba a la hora de dormir. En sus sueños escuchaba los gritos de agonía del pobre Sebastián, que en paz descanse.
ESTÁS LEYENDO
Radioactivos III: Radiación.
Misteri / ThrillerLa era radioactiva se extiende y los sobrevivientes deben resistir a la Pripyat postapocalíptica enfrentándose a cualquier adversidad y a los radioactivos que han ido ganando terreno, se han fortalecido y han formado un ejército con el fin de proteg...