XLVIII. La Habitación del Pánico

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Con el anochecer, una niebla de un gris mate se extendía por los alrededores del Refugio. Un aire frío soplaba entre los árboles y algo aullaba por ratos entre el boscoso sitio. Mientras los Jinetes acudían a la cita programada, Demyan quedó a la cabeza del Refugio. Max se encontraba vigilando el área aquella noche, en la azotea, sentado frente al inmenso campo oscuro de cosechas.

— ¿Cómo estás? —preguntó Priscile colocándose junto a él, cruzada de brazos.

—Bien —respondió el hombre con una sonrisa—. Tanto que tengo ganas de asesinar —vaciló desasegurando su arma y echándole un ojo a la mirilla.

La chica echó unas leves carcajadas y finalmente suspiró.

—Yo debí haber ido a la misión con los Jinetes.

— ¿Por qué te importa tanto esa misión? —Inquirió Max sin comprender a su compañera—. Mejor si permaneces en la seguridad de tu hogar.

— ¿A esto le llamas «hogar»? —La chica resopló y bajó la cabeza—. A veces no les entiendo.

Max se limitó a comentar, realmente no sabía qué comentar así que optó por callar. Emily llegó con una taza con café en la mano para calmar un poco la tensión e incomodidad del momento anterior, a pesar de todo, se le veía feliz o al menos tranquila.

—Ya se tardaron, ¿No creen?

—Apenas es la tercera noche sin ellos —rezongó Priscile—. No hay de qué preocuparse.

—Me preocupo porque Irina está con ellos.

— ¿Y por qué debo preocuparme por ella? —bufó—. Digo, ni siquiera somos amigas, es más, solo conozco su nombre y no me importa en lo más mínimo —finiquitó y se encaminó escaleras abajo dejando a ambos chicos desconcertados por su extraña actitud.

*****

—Creo que podremos salir adelante ahora —auguró Andrea mientras leía algunos artículos que hubo encontrado anteriormente—. Somos parte del refugio...

—No lo seremos por siempre —interrumpió Nelly rompiendo las esperanzas de la doctora—, en algún momento esto desaparecerá como nosotras desaparecimos en la vida de los demás.

—No desaparecimos, las circunstancias se dieron así.

—Andrea, ¿tú crees que los demás nos estén buscando? —Frunció el labio—. Digo —suspiró para continuar—, sé que han pasado meses, la verdad es que no sé cuántos...

—Cinco —respondió la doctora con sutileza y dejando las revistas a un lado.

—Gracias —continuó la chica—: el punto es... ¿Crees que todavía están en nuestra búsqueda? —Pausó por un momento mientras le temblaban las manos y las comisuras de los labios—, y no solo hablo por nosotras, en realidad, puede que otros se hayan extraviado.

—Nelly... —se puso de pie la doctora, dando unos minúsculos pasos con determinación hacia su compañera— si a «todos» te refieres a Brad, yo creo que él sí dedicaría tiempo para buscarte —la chica pareció sonreír por una milésima de segundo—. No obstante, si él está con aquel hombre, Clarck Richardson, no debes mantener las esperanzas.

— ¿A qué te refieres con eso? —cuestionó frunciendo el ceño. La doctora tomó una bocanada de aire y se acomodó en el primer banco que encontró.

—Bueno... Verás —cruzó las piernas—... Courtney Davis me hablaba mucho sobre Brad y de lo bondadoso que es. No dudaría que Brad estuviese buscándote ahora mismo si estuviera solo, pero todavía es un chaval al lado del veterano Clarck, y sumándole que este hombre tiene una gran sed de venganza, no permitiría que Brad desperdiciara su tiempo en algo con muy pocas probabilidades de ocurrencia.

Radioactivos III: Radiación.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora