Parte 30.

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Amîr:

—Necesitamos hablar, padre —con esas palabras me atreví a hablarle cuando entré a su despacho.

Mi padre era un hombre mayor, lo sabía. Era consciente de ello. Cualquiera creería que es un señor cariñoso, tal vez muy en el fondo lo era, pero nunca lo demostraba a menudo.

Mi madre era todo lo contrario. Siempre dando todo el amor que podía dar, pero a la larga, sabía que eso no era muy bueno. Me entristecía recordar muchas cosas del pasado, y más verla hoy en día aquí. Mis hermanos, ni digamos, ellos creen que todo siempre fue color de rosa. Qué papá amaba a mamá, pero yo sabía algo que ellos desconocían.

Era el secreto de papá.

Nunca le di la importancia a ese asunto, hasta hoy. Porque, después de todo, podía usarlo a mi favor.

Por lo que en este preciso momento no me importaba si papá creía que estaba en su contra o que estaba siendo injusto. Cuando él lo había sido conmigo y mucho. Tanto, que había apartado de mi lado a mi esposa y a mi hijo. Así que no me importaba, solo pensaría esta vez en mí y en lo que me importaba. Aunque esk llegará a lastimar a un ser que tanto había amado desde siempre.

«Espero me perdones, mamá»

—¿Hablar? —Preguntó y asentí con la cabeza—  Entonces dime para qué es. Si es para ver lo del caso de...

—Es sobre mi divorcio —dije cortante.

—Bien —dijo analizando mis palabras. Luego su semblante se iluminó y sonrió de lado—  Ya venía siendo hora —fue lo que dijo antes de proseguir—: Sabía que entenderías que esa chiquilla...

—No me refiero a mi divorcio con Savannah, papá. Me refiero a mi divorcio con Abigail. No le veo el caso. Yo jamás quise esto, deberías entenderlo de una vez. No soy un niño al que aún puedes seguir manejando a tu antojo. Soy adulto, y aunque he cedido a todo lo que me has pedido, ya no más —tajé.

Y posiblemente era muy tarde decir todo esto, cuando el momento adecuado había Sido hacía mucho tiempo atrás. Cuando debí de haberme negado a ese casamiento.

—Y a veo —dejó a un lado unos papeles—, toma asiento, entonces —caminé hasta la silla algo dudoso por dentro, pero sobretodo, asombrado por su repentina actitud.

¿Dónde había dejado sus gritos?

Me senté frente a él con la cara más seria que nunca antes le había dedicado.

Era momento de demostrar que estaba seguro de mi decisión. Qué no estaba dispuesto a ceder ni por muy bueno que pudiera ser para manipular a las personas, en especial, a su hijo.

No. Eso ya no era así.

Jamás habías sido así, pero yo en mi vana creencia de que le debía obediencia... Y solo se la debía si era algo justo. No algo como lo que había hecho.

Así que aquí estaba, listo para poder acabar con esto de una buena vez. Dejar que, por primera vez, yo fuera quién tomará mis decisiones.

Mi padre sólo debía ser mi apoyo, no quién me diera órdenes como si solo fuera un simple soldado al que podía manejar a su antojo.

—¿Qué es lo que quieres? —Fruncí el ceño.

—Mi divorcio —hablé con cierta irritación filtrándose en mi voz.

—¿Y qué te lo impide? —Preguntó, haciéndose un poco hacia adelante.

¿De verdad estaba preguntándome eso? ¿Era un chiste acaso? Porque si era así, era uno de muy mal gusto.

Pasión Árabe #1 [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora