Parte 9

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Al final la señora Aneesa y yo terminamos por ir al centro comercial para ir a distraernos un poco, porque después de lo sucedido lo que menos quería era estar en casa. Porque apesar de que Amîr se había encerrado en su despacho a trabajar como loco, eso no cambiaba el hecho de que ni enojo con él hubiera disminuido.

Ni con él ni con la arpía de Lina, quién aún seguía en la casa cuando nos fuimos.

Ares, por otra parte, se había quedado en su canasta luego de haberse quedado dormido. Por eso mismo estábamos en el salón en lo que Lya, una mujer muy joven que aparentaba tener mi misma edad, le terminaba de cortar el cabello a la señora Anessa, quién no dejaba de decirme el talento que tenía para pintar y dibujar. Hasta que él tema de Amîr surgió, lo cual ocasionó que ella me dijera que era consciente de que estábamos casados sin que yo le amara, por lo que terminó por decirme que, si llegado el día decidía pedirle el divorcio a su hijo, ella me apoyaría  sin dudar. Incluso me dijo que, de ser necesario, ella misma me pagaría el abogado para tramitarlo.

Y, la verdad, sí que me sorprendió que dijera eso. Pero si lo decía, era porque hablaba muy en serio y, a parte, porque era conocedora de lo que era capaz de hacer su hijo. Y eso no me daba mucha tranquilidad en estos momentos, pero decidí dejarlo a un lado cuando ellas dos propusieron hacerme un pequeño cambio e el cabello, a lo que lo pude decir que no. Por eso  mismo después de unas cuantas horas estaba viendo lo corto que ahora se veía mi cabello mientras algunos reflejos de color violeta estaban en las puntas del mismo y, si me preguntan, jamás me gustó tanto ese color como ahora.

Le sonreí a Lya antes de decirle que me encantaba lo que me había hecho, lo que terminó por hacerla sonreír a ella y a la señora Aneesa, quién propuso una idea muy descabellada. La cual consistía en tomarme fotos con alguien que fuera gay, esto para evitar que se enamorara de mí, y aunque estuve por negarme, no pude hacerlo cuando Lya rápidamente dijo que tenía al candidato perfecto.

Y la verdad es que me parecía una terrible idea.

En primer lugar, porque estaba rodeada de mucha gente en una plaza que desconocía por completo y que, además, varios chicos que ya habían pasado frente a nosotras me habían guiñado el ojo o me habían dado un papel con su número telefónico. O como un chico que me  acababa de decir que era hermosa. A lo que tuve que mostrarle mi dedo con mi anillo y eso bastó para que siguiera con su camino. Y dos, la señora Aneesa parecía más feliz que yo por todo esto en lo que Lya  buscaba a su dichoso amigo, por lo cual, estábamos en espera de ella y de él.

O solo de él. En realidad no lo sabía, la señora Aneesa no me había dado muchas explicaciones.

Vaya parecido que tenía con su hijo, eh.

Y si a esto le agregamos el hecho de que habían como cuatro hombres con trajes negros a nuestro alrededor, ya se podrán a imaginar lo incómodo de la situación.

— ¿Cuánto tiempo más tendremos que esperar? —Me atreví a preguntar mientras movía mi pierna derecha de un lado a otro en un gesto de desesperación.

—El suficiente —dijo viendo la  revista que tenía entre sus manos—. Tranquila, todo quedó perfectamente planeado —aseguró antes de que le diera vuelta a la siguiente página del artículo que leía.

—Pero... No entiendo cómo nos sirve hacer esto —argumenté en un vano intento de convencerla y hacer que nos fuéramos de aquí—. El pequeño Ares ya debió de haber hecho un desastre, y quizá  debería...—Intenté sacar mi móvil de mi bolso, pero ella detuvo mi movimiento con su mano.

—No. Ya tendrás tiempo de enfocarte en eso —aseguró antes de quitar su mano de mi brazo— Ahora lo importante es...—volvió la vista a la revista y siguió hablando—, que te relajes y por un momento, no pienses en nada más. Disfrútalo, querida —me miró de solayo—. Sé lo que te digo.

Pasión Árabe #1 [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora