· Capítulo 10 ·

732 82 28
                                    


Killiam.

Ver el efecto que puede llegar a tener un poco de mi sangre en Lexie, es increíble, no solo su actitud cambia, también su presencia se hace más pesada y más abrumadora, para un convertido no ha de ser fácil estar cerca de ella, pero estos vástagos de algunos años parecen ligeramente inmunes a ella... por ahora, ninguno de ellos sabe lo que se avecina.

Después de la desaparición de mi antiguo mejor amigo, Lex se quedó sola con estos insignificantes vampiros, todos están muy seguros de sí mismos porque la sangre de él, corre por su venas, pero es solo una milésima parte de él que les otorgo hace ya mucho tiempo, el suficiente como para que poco a poco se haya diluido.

La mirada fría en los ojos de Lexie es cada vez más acentuada, cada vez su actitud se vuelve más hostil, fría, distante, más violenta, aunque no ha hecho nada aun su cuerpo desprende un aura de peligro que crece segundo a segundo.

La escucho convocar al fuego, pero no es una pequeña flama como la que quemo la manga de Kaira hace un rato, esta vez el vástago arde en llamas al instante, no le toma ni dos segundos deshacerse en medio de estas, mis ojos se abren como platos al ver la escena desarrollarse frente a mí, ningún recién nacido es capaz de dominar alguno de los elementos es algo que te toma décadas, incluso siglos si tu maestro tiene sangre diluida.

Verla allí produciendo tal nivel de destrucción en solo segundos es realmente abrumador, después que el insignificante vampiro desaparece su amigo se paraliza, no puede moverse y es otro aspecto que me sorprende, ese sujeto tiene quizás unos 130 o 150 años, ha vivido lo suficiente como para dominar alguno de los elementos, pero solo alguien de muchos años puede causar una parálisis total en otro vampiro y esos somos los primeros, otros pueden paralizar por segundos incluso algunos segundos, pero siempre el nivel de parálisis es casi mínimo.

Lex tiene total y completamente paralizado a este vampiro, se acerca a el mientras sus ojos van pasando de ese lindo tono miel ah un naranja intenso y luego a un rojo sangre, con una velocidad impactante, he visto esos ojos antes un escalofrió recorre mi columna vertebral y me estremezco.

Al instante siguiente Lex atraviesa el pecho del vampiro con una lentitud muchísimo más sádica y fría de lo que yo alguna vez he sido con ella, la expresión de placer y disfrute en su rostro me hace jadear, se ve malditamente hermosa en este instante, al menos para mí, sé que para el resto de los vampiros a nuestro alrededor es solo la señal de que la profecía decía la verdad.

Lex retira su mano del pecho del ingenuo vampiro que pensó claramente que podría con ella, la sangre cae por sus antebrazos tiñendo todo con ese tono carmesí que me vuelve loco de deseo, en su mano el corazón del vástago sigue escurriendo sangre, con una frialdad monstruosa lo deja caer en el suelo y sonríe diabólicamente, la criatura que una vez fue creada para arrebatar una vida acaba de convertirse en polvo frente a ella.

– si quieren terminar como el, vengan a por mí – la escucho invitarles, altanera, segura, poderosa, invencible.

La reacción es inmediata todos desaparecen, incluyendo los tres lobos, todos ellos aterrados y confirmando lo obvio, Lexie no se está con juegos, no cuando está en peligro y así lo siente.

Noto que percibe la presencia de los lobos al dejar el lugar y sonríe, al hacerlo la veo deshacerse en medio de una nube de polvo negro, al instante siguiente, se materializa frente a mí, sus ojos rojo sangre me observan un instante su sonrisa se ensancha y cuando esta por decir algo se desvanece, cae al suelo totalmente inconsciente.

No sé qué es lo que acaba de pasar, somos muy pocos los vampiros que tenemos la capacidad de desvanecernos, de mutar nuestros cuerpos ya sea en una espesa nube de humo negro, o en otras criaturas que en definitiva son criaturas repugnantes y que suelen ser tan desagradables como nuestra existencia.

Killiam · El despertar · ©️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora