· Capítulo 15 ·

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Margareth.

Todo es calma y tranquilidad, aquí se respira eso, somos un pueblo tranquilo, trabajador y bondadoso, pero debemos permanecer escondidos ocultos del exterior, aquí somos pocos los que han cruzado la barrera y conocen el mundo de afuera.

Mi pueblo siempre ha estado en estas tierras, tenemos eras de vivir aquí, la montaña nos ofrece su protección y el bosque blanco nos defiende de todo poder maligno que se acerque e intente traspasar la barrera.

Aquí tenemos todo lo que necesitamos, comida, viviendas, comunicación, incluso podemos decir que somos una pequeña ciudad, tenemos todas las comodidades que tienen los humanos comunes y corrientes en sus casas a excepción que aquí todos o la gran mayoría posee magia.

La magia es la base de nuestra civilización y lo ha sido a lo largo de la historia, somos uno de los aquelarres más antiguos que existe, pero también somos uno de los que menos se conoce, gracias a esa enorme barrera de roca gris que nos protege. Esa montaña es energía pura, limpia, de ella podemos tomar energía y transformarla, mutarla y potenciar así nuestra magia.

Nos conocen en el mundo de afuera como poderosas portadoras de magia negra, pero la verdad es que no solemos usarla, no voy a negar que tenemos rituales que necesitan el uso de dicha magia, pero en su mayoría solo tratamos de usar magia limpia, pura por llamarle de algún modo.

Mi abuela fue una de las más grandes brujas de su época y puedo decir que fue la mejor bruja de mi aquelarre, murió hace casi 250 años, cuando lo hizo tenía 115 años, murió de causas naturales, la tierra reclamo su presencia y así se la llevo, aun hoy hablamos de ella como si estuviese presente, fue una mujer increíble, una maravillosa madre y una líder excepcional.

Mi madre por otro lado siguió sus pasos, solo que ella tenía mayor inclinación por la magia negra cosa que la arrastro a su prematura muerte, dejándome a mí a cargo, soy la líder de este aquelarre y aunque estoy en medio de ambas magias no ha sido fácil para mí a lo largo de los años, ya que mi propia gente dudo de mi durante muchos años.

¿La razón? Amor, sí, me enamore de un hombre de fuera, bueno no es exactamente un hombre, su nombre es Cian y es un vampiro, uno cruel, duro, frio y despiadado, un experto cazador y asesino de brujas. Irónico lo sé, pero no mandamos en el amor.

Cian me salvo cuando tenía apenas 8 años de un Necropulus en el Bosque Blanco, él estaba buscando aquelarres para asesinarlos, sabía que esta área estaba repleta de pequeños aquelarres y como buen cazador vino por ellas, muchas murieron en sus manos, por desgracia en esa época yo desconocía el peligro real de traspasar la barrera y adentrarme en el Bosque Blanco.

El lugar en si siempre me ha llamado muchísimo la atención, ya que su equilibrio energético y mágico es muy similar al que mi organismo maneja, allí se mueve el bien y el mal a mitades exactas. Cuando algo rompe ese equilibrio el bosque se transforma por completo y lo que ocurre en su interior es extremadamente horroroso.

Han pasado 88 años desde ese día, el día en que nuestro aquelarre tuvo la difícil decisión de salvar a una criatura que fue creada por brujas y que a lo largo de los siglos se ha encargado de azotar al mundo de maldad y oscuridad. Como muchas de las criaturas oscuras y perversas que hoy habitan el mundo los vampiros fueron el resultado de un ritual malicioso y tramposo hace muchísimos años.

Cian es uno de esos primeros vampiros, se todo esto porque él me lo conto, hace más de 5 años que no lo veo, se fue de aquí después de vivir casi dos décadas con nosotros, aprendiendo de nuestra magia y nuestra cultura. Debo decir que cambio, el Cian que llego a nuestro aquelarre hace 80 años no es ni de cerca el que se fue hace 5.

Killiam · El despertar · ©️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora