· Capítulo 34 ·

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Killiam.

Mientras andamos el camino que nos llevara al lugar donde mi madre se reúne, trato de sentirla pero es imposible, no logro hacerlo, por más que lo intente su presencia es totalmente imperceptible. Con otros vampiros que son muy buenos ocultando sus presencias siempre logro sentirlos, no pueden ocultarse de mí, pero con mi madre es una misión perdida.

Observo a Lex dormida en mis brazos y el puñal sobre su pecho, manteniéndola en ese letargo que me mantuvo dormido durante tanto tiempo. Aunque las venas en su rostro cada vez se marcan más y las líneas negras crecen en sus brazos no deja de lucir profundamente hermosa.

Mi pecho se contrae con solo pensar que podría perderla, que podría desaparecer bajo el influjo de ese ser oscuro que la devora poco a poco. Ojala nunca la hubiese tratado como lo hice, pero aunque sé que justo ahora esa actitud y esa manera de tratarla me pasa factura, era por su bien y por ensenarle que cualquiera por mucha fe y confianza que pudiera depositar en él, podría traicionarla.

Suspiro y pongo una vez más mi vista al frente, Saga se ha detenido ante una especie de iglesia abandonada.

– Es aquí – murmura – no puedo entrar sin que Alice haga el hechizo – hace una pausa para verme y suspira – ningún podrá entrar hasta que Alice despierte o ellos nos den entrada – sonrió.

Camino con tranquilidad hacia el arco, todos se tensan a mí alrededor pero estoy seguro que nada pasara, al menos no con nosotros, porque lo sé, porque mi madre jamás nos atraería a una trampa. Una vez estoy frente al arco simplemente lo traspaso y como sospechaba no ocurre nada, los ojos de Saga están abiertos como platos.

– No pasara nada – digo observándolo con una media sonrisa en los labios – Cian y Saga vendrán conmigo, el resto monten guardia, nadie se acerca a aquí, ni humano, vampiro o lobo, solo ustedes, ¿de acuerdo? – todos asienten y me giro para entrar finalmente y tener una conversación con mi madre después de muchos siglos.

El lugar en el que estamos está prácticamente vacío, las estancias son amplias y de color blanco desgastado, como si hace mucho tiempo nadie habitara este lugar. Mientras descendemos unas largas escaleras percibo una gran cantidad de humanos y frunzo el ceño, aun no soy capaz de percibir a mi madre, pero percibo un olor distinto, uno que me recuerda mucho al olor de la sangre de Lexie.

Una vez terminamos las escaleras nos recibe un amplio espacio, observo hacia arriba y una gran cúpula cubre el techo, en medio de la estancia se encuentra mi madre y Abel, ambos observándome en silencio.

– Madre – la saludo entrando hasta posicionarme a un par de metros de ellos – ¿Qué es este lugar? – pregunto curioseando un poco, puedo darme cuenta de la cantidad de magia contenida aquí.

– esto hijo es el recinto de los iluminados, como ellos se hacen llamar para mí son solo humanos que creen en una verdad muy grande y poderosa – sus ojos se posan sobre Lexie que aún permanece en mis brazos – tenemos siglos buscándola – murmura sin apartar sus ojos de ella – Abel y yo junto a estos humanos llevamos mucho tiempo tratando de volver a encontrarla, no creí que serias tú el que finalmente la encontraría, aunque era obvio que pasara de esa manera, estaba destinado a que así fuera – aparta sus ojos de Lexie y los posa sobre mí.

Su intensa mirada hace que vuelva a sentirme como ese niño que corría de un lado al otro en el castillo, donde pasamos tanto tiempo divirtiéndonos y aprendiendo de ella. Suspiro y antes de que pueda decir algo ella continua.

– Hay muchas cosas de las que debemos conversar pero antes de hacerlo quiero que conozcas a alguien – hace una pausa y mira sobre su hombro.

Caminando hacia nosotros se acerca un muchacho de expresión fiera, decidida y con un porte valiente, como si se sintiera superior al resto, no percibo nada especial en él, hasta que nuestros ojos se topan, son de un color dorado, brillan con intensidad, una sonrisa arrogante se dibuja en sus labios una vez se detiene junto a mi madre, inclina su cabeza hacia ella y Abel y después de unos segundos se inca sobre su rodilla y desciende ligeramente su cabeza.

Killiam · El despertar · ©️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora