· Capítulo 37 ·

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Lexie.

El tacto suave de sus manos me despierta, las suaves yemas de los dedos de Killiam acarician el centro de mi espalda de arriba abajo y de regreso, giro mi rostro para verle y una media sonrisa se dibuja en sus labios rojos, sus ojos azules me ven con intensidad

– Hola – murmura en voz baja

– Hola – humedezco mis labios y continuo – ¿hace cuánto estas despierto? – su sonrisa se ensancha

– Dormí demasiado Lex, no necesito dormir – suspiro al escuchar eso, lo ha dicho varias veces.

Me giro para quedar tendida de lado junto a él, acomodo mi cabeza sobre mis manos y solo lo observo perdiéndome en su perfección, Killiam es jodidamente atractivo, su rostro parece que fue esculpido por dios y esa mirada intensa e intimidante es una invitación a pecar, su sonrisa se ensancha aún más y caigo en cuenta en que está leyendo mis pensamientos y sonrió.

– Eres un entrometido – el ríe divertido y se acerca para besar mis labios con suavidad

– puedo entrometerme entre tus piernas si lo deseas – en cuanto su voz ronca y llena de picardía deja la frase en el aire mi cuerpo se agita, movido por ese morbo que solo mi creador despierta en mí.

– se supone que tenemos cosas que hacer ¿no? – el suspira y asiente

– pero pueden esperar – rio suavemente moviéndome con rapidez y quedando a ahorcadas sobre el

– Bien – susurro dejando salir mis colmillos, una repentina sed se hace presente y deseo con ganas de beber de él.

Me inclino sobre su pecho y entierro mis colmillos sobre él, sin esperar que me autorice, bebo del maravilloso elixir que escapa con rapidez de la herida, fluyendo hasta mis labios y empapando mi garganta, llenándome de un placer inigualable. Movida por un deseo oscuro separo ligeramente mis colmillos de su piel y vuelvo a morderlo, para que salga más cantidad del líquido carmesí, lo escucho gruñir y me muevo ligeramente sobre su ya muy endurecida entrepierna.

Separo mis labios de su pecho y veo como la sangre brota unos segundos más antes de dejar de hacerlo ya que la piel ha cicatrizado por completo, limpio la sangre de mis labios con mi lengua, bajo su atenta y seductora mirada.

– Sabes delicioso – murmuro en tono divertido y el ríe, colocando sus manos sobre mis pechos y presionando sobre ellos.

Se levanta y cuando esta por tomar uno de ellos con su boca se detiene y observa la puerta suspira y cierra sus ojos

– Vístete, tenemos visitas – a los pocos segundos un par de golpes suenan en la puerta y suspiro frustrada por la interrupción

– diles que se vayan – digo sintiendo la presencia de Cian, Alice, Saga y la mujer que dijeron era su madre, ríe divertido y niega con la cabeza

– Los he llamado yo, hace un rato, no puedo pedirles que se vayan ahora – pongo mis ojos en blanco y me bajo de encima de su cuerpo el ríe y se pone en pie, toma una bata de seda y me la tiende – tapate

– ¿Por qué? – pregunto con picardía mientras el ríe negando con la cabeza

– no quiero a Cian y Saga mirando lo que me pertenece – rio esta vez y niego con la cabeza

– ¿desde cuando eres celoso? – vuelve a reír

– vístete tenemos mucho de qué hablar – sus ojos se posan en la puerta y suspiro.

Camina hasta ella y la abre dando paso a Cian que enseguida busca mis ojos con una sonrisa pícara en los labios, luego le sigue Alice con expresión ceñuda, Saga la sigue de cerca y luego la mujer hermosa que dice ser su madre.

Killiam · El despertar · ©️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora