I

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El atardecer llenaba todos los espacios vacíos entre los árboles y las pequeñas casas de la aldea, el viento se mantenía apacible mientras las aves revoloteaban siguiendo su camino.

La alegría desbordaba entre cada habitante de la pequeña manada, los niños se correteaban jugando mientras reían con felicidad y tranquilidad.

Sin duda era el día perfecto para lo que estaba por acontecer en tan sólo unos cuantos minutos.

— ¿Estas listo? — Le pregunto el anciano alfa de la manada a su lado.

— Estoy muy nervioso. —Confeso acomodándose por tercera vez la pequeña corona de flores que adornaba su cabello, y que no podía quedarse quieta.

— No te angusties, todo saldrá bien. — consoló el alfa tomando cálidamente su pequeña y frágil mano recordándole el calor paterno.

— Es lo que más quiero. —susurro bajando la mirada demasiado nervioso para ocultarlo.

Los habitantes de la manada esperaban a fuera de la casa del alfa de la aldea, ansiosos de ver al omega desposarse con su alfa.

— Vamos alteza, su pueblo lo espera — ánimo el anciano con voz calmada transmitiendo miedo y pánico.

¿Majestad?

— ¿Q–que dijo? — preguntó asustado.

Habían sido muy cuidadosos en ocultar la verdad y no entendía como el anciano los había descubierto en tan poco tiempo.

— Eres idéntico a la difunta reina, a su madre, alteza. —confeso el alfa bajando la cabeza. Los recuerdos de su pasado podían triste.

— ¿U–usted la conoció? — interrogó el omega con un brillo especial en sus ojos azules tan cual agua del río.

— En mi juventud trabaje en el palacio, antes de que nacieras. — conforme el alfa hablaba su voz disminuía, los recuerdos del pasado eran dagas que apuñalaban su honor y lealtad. — Pero abandone el palacio cuando usted nació.

— Y–yo... Lo siento. — se disculpo Taehyung haciendo una reverencia. — No queríamos engañarlos.

— No tiene porque sentir lo alteza, de mis labios no saldrá ni una palabra. —aseguró el alfa poniéndose de pie y tendiéndole su mano al omega para que la tomara. — Consedame el honor de acompañarlo, alteza. — pidio con respeto.

— Sería un honor. —Correspondió Taehyung; con seguridad, mientras le tendía su mano.

Ambos salieron de la pequeña casa, avanzando hacia donde se llevaría acabo la ceremonia de unión entre el alfa y el omega. 

Los habitantes de la aldea vestían sus mejores ropas para la ocasión, había trascurrido tanto tiempo desde que la última boda se realizó y esperaban expectantes la unión de aquellos forasteros que hace semanas se habían unido a ellos como manada.

El sol se ocultaba entre las montañas cuando el omega por fin arribó a donde se llevaría acabo la ceremonia, donde se uniría a aquel alfa para toda la eternidad.

Al mismo alfa al que le debía la vida y que ahora estarían juntos lo que les restaba de tiempo si querían seguir viviendo y que su secreto no fuera revelado.

Taehyung se acercó tímidamente al alfa, bajando la cabeza sintiéndose pequeño y frágil a comparación del alto y grande hombre que lo separaba.

El alfa tomo su mano una vez que estuvieron juntos, una descarga de energía recorrió su cuerpo provocando que los nervios lo invadieran.

La ceremonia era tan distinta a la que tuvo cuando se caso con ese hombre.

Ese hombre que fue lo peor de su vida, agradecía a los cielos jamás a verse entregado en cuerpo y alma a aquella desagradable persona, jamás haber insistido en consumar su matrimonio porque de ver sido así se hubiese convertido en el más desgraciado e infeliz omega.

LUZ DE LUNA.   -YOONTAE-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora